LA OTRA EUROPA

Gloria Muñoz Ramírez

Las mujeres de Munster, ciudad del noroeste de Alemania, resisten. Se identifican y se organizan como mujeres, en contra de las corrientes que opinan que todos somos seres humanos y punto.

Munster es la urbe de las bicicletas. Es la ciudad verde de Alemania. También la de las iglesias (180 para una po-blación de 250 mil habitantes). Es rica y conservadora. Aquí, en esta ciudad tan perfecta como irreal, un grupo de mujeres de todas las edades se reunió frente al mercado principal para, antes que nada, hacerse escuchar mediante un gri-to ensordecedor que cimbró a la ciudad.

Juntas unieron sus gargantas y gritaron hasta que ya no pudieron más. Los transeúntes, la gente del mercado, los turistas, todos tuvieron que voltear a verlas. Fue un grito más para adentro que para afuera. Un grito liberador en un país en que, quien lo dijera, las mujeres siguen siendo reprimidas por los hombres. Un tema del que no se habla.

Después del grito todas hablaron de sí mismas, de los problemas propios de las mujeres, leyeron poemas, montaron obras de teatro y realizaron diversas actividades. "Nos sentimos con mucha fuerza cuando estamos juntas", dijo una de las participantes.

Las mujeres reunidas pertenecían a grupos antimilitarización, a grupos de teatro, al colectivo Basta y muchas eran mujeres sin organización que participaron individualmente. En el acto hicieron pedazos carteles de publicidad que utilizan a la mujer como mercancía e invitaron a la gente a hacer lo propio con cada cartel que denigre a la mujer. La influencia de la lucha zapatista se hizo presente y por cada cartel que rompían gritaban todas juntas "šYa basta!"

Las zapatistas, dicen , tienen mucha influencia en nuestras luchas. "Nosotras, como ellas, gritamos: šViva la vida!"

Con el impulso y la fuerza que les dio esta actividad, las mismas mujeres volvieron a organizarse para participar en una manifestación contra la guerra y la militarización. Esta movilización fue organizada para dejar claro que Alemania sí participa en la guerra contra Irak, mediante cooperación económica, ar-mamento, convenios, etcétera.

Hasta Münster llegó gente de toda Alemania y las mujeres se organizaron en bloque para encabezar la movilización. Algunas habían leído sobre el ataque de la fuerza aérea zapatista (avioncitos de papel) contra un cuartel militar en Chiapas. Tomaron la idea y la pusieron en práctica frente a la base militar de la ciudad.

Frente a la comandancia alemana que ofrece infraestructura militar a otros países europeos -la logística de la guerra- se estrellaron las aeronaves de pa-pel elaboradas por las mujeres que iban al frente de la manifestación. La policía no sabía cómo responder. Los avioncitos fueron dirigidos a los soldados, pi-diéndoles que deserten de la guerra. Ellos se veían unos a otros, desconcertados. Nada que hacer frente a este ataque de mujeres decididas.

Münster no es la urbe de cuento que parece. Es una ciudad militarista que además esconde la marginación de los migrantes. Es una ciudad en la que se multa a quien no trae luz en su bicicleta, pero no a quien maltrata a su esposa o explota a un migrante. Por eso las mujeres se organizan y gritan juntas.

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