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Experiencias democráticas: Ucrania y Estados Unidos
El
líder opositor Viktor Yushchenko, de tendencia pro occidental, se perfila
como el triunfador en las elecciones presidenciales en Ucrania, derrotando al
candidato oficialista y pro ruso Viktor Yanucovych. La victoria de Yushchenko
aún no es oficial, pero las encuestas a boca de urna le dan hasta 20
puntos porcentuales de ventaja. Los comicios celebrados este 26 de diciembre
fueron una repetición de la segunda ronda electoral realizada el pasado
21 de noviembre, cuyos resultados fueron impugnados por la oposición,
respaldada por Estados Unidos y la Unión Europea, al haber detectado
numerosas irregularidades en el proceso. Uno de los motivos más importantes
por el cual se repitió la elección fue la rápida reacción
de la ciudadanía ucraniana, que tomó las calles en defensa de
su voto. Esta situación contrasta fuertemente con lo sucedido en Ohio,
estado que dio el triunfo a George W. Bush a pesar de los incontables señalamientos
sobre un fraude de gran magnitud para marginar a votantes demócratas,
conforme información de Jim Cason y David Brooks, corresponsales de La
Jornada en Washington.
A partir del 21 de noviembre y durante varios días, el pueblo de Ucrania
protagonizó masivas protestas en contra de la supuesta victoria de Yanucovych,
acampando en plazas públicas y desfilando por las principales avenidas
de las ciudades más importantes. La presión popular obligó
a las autoridades electorales a llevar el caso a la Suprema Corte de Justicia,
que tuvo entonces en sus manos la decisión de aceptar las impugnaciones.
Posteriormente, para apoyar "a los jueces honestos" y ayudarles a tomar la decisión
correcta, la multitud cercó la sede de la judicatura. Los magistrados
no tuvieron más remedio que anular los resultados de noviembre y convocar
a nuevos comicios. Los esfuerzos de los manifestantes rindieron frutos y este
domingo la ciudadanía ucraniana salió otra vez en masa a las calles,
en esta ocasión para votar, ese derecho constitucional que defendió
con tanta eficacia. Según sondeos del Centro Razumkov, el Fondo Iniciativa
Democrática y del Instituto Internacional de Sociología, Yushchenko
obtuvo entre 56 y 58 por ciento de los sufragios, mientras su rival apenas consiguió
entre 38.4 y 41 por ciento. Si bien los expertos consideran que una ventaja
del tal magnitud es irreversible -se han contado 23 por ciento de los sufragios-,
aún hay que esperar hasta el lunes para que la Comisión Central
de Elecciones dé a conocer resultados preliminares.
En contraste, Estados Unidos -que se nombró paladín de la democracia
en el mundo- prefiere cerrar los ojos ante las irregularidades electorales ocurridas
en Ohio. Organizaciones civiles y activistas han presentado pruebas sobre marginación
de votantes demócratas, manipulación de las urnas electrónicas
para cambiar el sentido de los sufragios en favor del Partido Republicano, anulación
de votos en zonas tradicionalmente demócratas y conteos amañados.
La protesta de los sectores liberales amenaza con hacer mucho ruido en Estados
Unidos; existen demandas en proceso y hay un fuerte clamor para realizar una
profunda investigación de los hechos en Ohio. Pero a diferencia de lo
que sucedió en Ucrania, la presión popular no tendrá mayores
repercusiones que el efecto mediático inicial. Como se vio en 2000 con
el fraude electoral en Florida, los esfuerzos para defender el voto chocarán
contra una pared de indiferencia y apatía. Nada impedirá que Bush
asuma la Presidencia el próximo 20 de enero como está programado.
Esta comparación pone de manifiesto que mientras la democracia se fortalece
en algunos países, en Estados Unidos está retrocediendo ante la
ambición de los sectores más conservadores y radicales. No hay
que perder de vista que Ucrania es una democracia joven que se ubica en una
región explosiva y de suma importancia geopolítica: es un punto
de encuentro entre Occidente y Asia. En este contexto, es encomiable que los
ucranianos tengan clara la necesidad de defender su democracia cuando apenas
se está consolidando. Basta echar una mirada a los países de la
región -Georgia, Chechenia, Bielorrusia y la misma Rusia- para constatar
las dificultades de cimentar este sistema de gobierno. Por otra parte, resulta
escandaloso que la Presidencia de Estados Unidos -cuya democracia no sufre las
presiones internacionales que padece Ucrania- se decida con un sistema electoral
que no garantiza que el candidato que obtenga más votos sea el triunfador.
Es aún peor si se considera que no existe una garantía de respeto
al voto y se ignoran las acusaciones de fraude. Si no se corrigen las graves
deficiencias del sistema electoral estadunidense, la democracia en ese país
seguirá siendo una mascarada y una burla a la voluntad popular.