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Lunes 27 de diciembre de 2004

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Experiencias democráticas: Ucrania y Estados Unidos

El líder opositor Viktor Yushchenko, de tendencia pro occidental, se perfila como el triunfador en las elecciones presidenciales en Ucrania, derrotando al candidato oficialista y pro ruso Viktor Yanucovych. La victoria de Yushchenko aún no es oficial, pero las encuestas a boca de urna le dan hasta 20 puntos porcentuales de ventaja. Los comicios celebrados este 26 de diciembre fueron una repetición de la segunda ronda electoral realizada el pasado 21 de noviembre, cuyos resultados fueron impugnados por la oposición, respaldada por Estados Unidos y la Unión Europea, al haber detectado numerosas irregularidades en el proceso. Uno de los motivos más importantes por el cual se repitió la elección fue la rápida reacción de la ciudadanía ucraniana, que tomó las calles en defensa de su voto. Esta situación contrasta fuertemente con lo sucedido en Ohio, estado que dio el triunfo a George W. Bush a pesar de los incontables señalamientos sobre un fraude de gran magnitud para marginar a votantes demócratas, conforme información de Jim Cason y David Brooks, corresponsales de La Jornada en Washington.

A partir del 21 de noviembre y durante varios días, el pueblo de Ucrania protagonizó masivas protestas en contra de la supuesta victoria de Yanucovych, acampando en plazas públicas y desfilando por las principales avenidas de las ciudades más importantes. La presión popular obligó a las autoridades electorales a llevar el caso a la Suprema Corte de Justicia, que tuvo entonces en sus manos la decisión de aceptar las impugnaciones. Posteriormente, para apoyar "a los jueces honestos" y ayudarles a tomar la decisión correcta, la multitud cercó la sede de la judicatura. Los magistrados no tuvieron más remedio que anular los resultados de noviembre y convocar a nuevos comicios. Los esfuerzos de los manifestantes rindieron frutos y este domingo la ciudadanía ucraniana salió otra vez en masa a las calles, en esta ocasión para votar, ese derecho constitucional que defendió con tanta eficacia. Según sondeos del Centro Razumkov, el Fondo Iniciativa Democrática y del Instituto Internacional de Sociología, Yushchenko obtuvo entre 56 y 58 por ciento de los sufragios, mientras su rival apenas consiguió entre 38.4 y 41 por ciento. Si bien los expertos consideran que una ventaja del tal magnitud es irreversible -se han contado 23 por ciento de los sufragios-, aún hay que esperar hasta el lunes para que la Comisión Central de Elecciones dé a conocer resultados preliminares.

En contraste, Estados Unidos -que se nombró paladín de la democracia en el mundo- prefiere cerrar los ojos ante las irregularidades electorales ocurridas en Ohio. Organizaciones civiles y activistas han presentado pruebas sobre marginación de votantes demócratas, manipulación de las urnas electrónicas para cambiar el sentido de los sufragios en favor del Partido Republicano, anulación de votos en zonas tradicionalmente demócratas y conteos amañados. La protesta de los sectores liberales amenaza con hacer mucho ruido en Estados Unidos; existen demandas en proceso y hay un fuerte clamor para realizar una profunda investigación de los hechos en Ohio. Pero a diferencia de lo que sucedió en Ucrania, la presión popular no tendrá mayores repercusiones que el efecto mediático inicial. Como se vio en 2000 con el fraude electoral en Florida, los esfuerzos para defender el voto chocarán contra una pared de indiferencia y apatía. Nada impedirá que Bush asuma la Presidencia el próximo 20 de enero como está programado.

Esta comparación pone de manifiesto que mientras la democracia se fortalece en algunos países, en Estados Unidos está retrocediendo ante la ambición de los sectores más conservadores y radicales. No hay que perder de vista que Ucrania es una democracia joven que se ubica en una región explosiva y de suma importancia geopolítica: es un punto de encuentro entre Occidente y Asia. En este contexto, es encomiable que los ucranianos tengan clara la necesidad de defender su democracia cuando apenas se está consolidando. Basta echar una mirada a los países de la región -Georgia, Chechenia, Bielorrusia y la misma Rusia- para constatar las dificultades de cimentar este sistema de gobierno. Por otra parte, resulta escandaloso que la Presidencia de Estados Unidos -cuya democracia no sufre las presiones internacionales que padece Ucrania- se decida con un sistema electoral que no garantiza que el candidato que obtenga más votos sea el triunfador. Es aún peor si se considera que no existe una garantía de respeto al voto y se ignoran las acusaciones de fraude. Si no se corrigen las graves deficiencias del sistema electoral estadunidense, la democracia en ese país seguirá siendo una mascarada y una burla a la voluntad popular.

 
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