¿Aprendiste a volar? ¡pues te vas a volar! *

La violencia contra las mujeres del cancionero popular

-- Se transmite la falsa idea de un supuesto “poder” del hombre sobre las mujeres
-- Hacen apología de la violencia sexual y de género

Araceli Zúñiga

 

¿Recuerdas esta escena de película del cine nacional? Jorge Negrete (¡nuestro charro cantor!) avanza seguro atuzándose el bigote y arriscándose el sombrero. Ella se muestra un poco asustada pero también halagada. ¡Como no! si es Jorge Negrete, ¡tan viril y cantándole con esa bella voz! (1)

¡ Me he de comer esa tuna / me he de comer esa tuna,
Me he de comer esa tuna / aunque me espine la mano !

¿Te parece bonita y hasta romántica esta canción y te hace suspirar esa escena? ¡ Pues pongámonos abusadas porque es una imagen velada de una violación. Y no es la única, se repite mucho en nuestro cancionero popular y en nuestra cotidiana realidad.

“El mundo es como un jardín / Las mujeres son las flores
Yo soy como el jardinero / que corta de las mejores...”

¿Recuerdas películas, programas de televisión o malos anuncios publicitarios donde el hombre está demostrando que puede “arrebatar” un beso, una caricia o cualquier contacto sexual contra la voluntad de la mujer, ya sea en su casa, en la calle o aun en los propios centros de trabajo?

Cuando se necesita, se necesita. Cuando no ¿para qué?
Cuando te diga: ven acá, no me salgas con que no”.
(Canción otomí)
“San Judas Tadeo, San Simón Cirineo, Santo Tomás, Caba, Luzbel, que estos vencedores sean los que la traigan a empujones y arrastrones hasta no verla rendida a mis pies”
(Conjuro popular)

Canciones, escenas o dichos como estos transmiten la falsa idea de un supuesto “poder” del hombre sobre las mujeres y que este poder de “tomarnos” hace al hombre “más hombre”.

“Soy como el gavilancillo que anda por ai revolteando
la polla que no me como, la dejo cacaraqueando” (Copla tradicional)

“Cada vez que te miro / se me endereza... / la pupila del ojo / por tu belleza...” (La Bamba, canción popular que bailamos con tanta alegría ¿verdad?)

Estas escenas cotidianas de imponer a la mujer un contacto o una relación sexual no deseada, aun dentro del matrimonio, durante el noviazgo, en una mera amistad o, desafortunadamente, en el trabajo, inicia con piropos, canciones o caricias disfrazadas de “galanterías” que se repiten y se repiten y nos “llegan” tanto que parecen normales y hasta “enternecedoras”. Las confundimos con amor, romance, ternura y pasión.

“Usted es la culpable / de todas mis angustias / y todos mis quebrantooooos”

¿Conque estas imágenes y situaciones nos parecen normales, enternecedoras y hasta románticas? Pues no lo son. Reflejan una relación de poder de una persona sobre otra. Muestran claramente un abuso y tienen nombre: hostigamiento sexual y violencia de género.

“Todas las mujeres tienen / en el pecho una amapola
pero más abajo tienen / la funda de mi pistola.”

Todas estas canciones, aparentemente románticas, van desarrollando el “permiso social” para agredirnos. Si no tomamos conciencia de lo que realmente están diciendo, vamos aceptando la agresión, la violencia que fácilmente puede llegar a niveles muy graves. Incluso a la muerte.

“Yo te vengo a pedir, virgencita de Tlapa, que me vuelva a querer, su corazón,
Y si no me la traes, vale más que se muera, pues si su alma no es mía, que sea de Dios”
Que a veces ni siquiera se disimulada con la petición a alguna virgencita.

“Cuchito, Cuchito, mató a su mujer / con un cuchillito del tamaño de él / le sacó las tripas y las fue a vender: ¡Mercaran tripitas de mala mujer” (Versión para arrullo)

En el caso de las trabajadoras este aspecto se vuelve especialmente importante porque el hostigamiento y la agresión inician la mayoría de las veces por este tipo de frases de canciones que solemos vivir como “bonitas” o “cómicas”.

“La que quiera azul celeste...que se acueste” (¡Ay, mi cocodrilo Efraín Huerta!.. ¿Tú también?)

El hostigamiento sexual y la agresión de género representan una conducta con implicaciones sexuales no solicitadas, menos deseadas, sean verbales o físicas. Puede ocurrir en cualquier lugar y provenir de un superior o inferior jerárquico, de un compañero de trabajo, del delegado sindical, de un cliente.

“Florecita, florecita, floreciendo estoy.
Córteme, córteme el que quiera. Venga, venga y córteme”
(Canción otomí)
Entonces estos objetos sexuales –nosotras- podemos ser usadas y abusadas.

“Ay, mamá, me aprieta este señor...”

No sólo en el trabajo, sino también en el hogar, que las investigaciones han demostrado ser lugar muy peligroso para las mujeres y donde la violencia puede provenir del propio esposo, del padre, del hermano, del tío, del abuelo, del amigo, del hijo, del hijastro y hasta del nieto, si nos dejamos

“Yo le pego a mi mujer… ¡soy muy hombre!
Y después me echo a correr… ¡soy muy hombre!
¡Hay que ser conquistador, para triunfar en el amoooor!”

¡Por supuesto! es Pedro Infante, nuestro Torito. Con esos brazotes ¿quién podría resistirse(le)? ¿Qué mejor símbolo para legitimar y permitir esta violencia patriarcal en que vivimos?

“Como ni amor le tengo, ni cuidado le pongo”. Refrán popular.

¡Claro, hasta que seamos conscientes de ello y exijamos parar! Cultura musical de todos los días, en la cual se (mal)educa a los hombres (y a nosotras también) para mirar(nos) a nosotras, las mujeres, como objetos sexuales propiedad de alguien.

“Oh, chuparrosa divina, yo me acojo a ti como a tus poderosos fluidos para que me protejas y me des las facultades de tener cuanta mujer yo quiera, ya sea doncella, casada o viuda” (Conjuro popular)

De acuerdo con investigaciones recientes, sabemos que hay quienes piensan que la mujer desea ser hostigada por los hombres, y que éstos deben cumplir, entonces, con su papel. Pero en realidad, el hostigamiento sexual y la agresión de género representan una demostración de poder, con el cual se intimida o presiona provocando en la persona una angustia creciente.

“Ya no llores más, cállate, si no enloquecerás,
piensa en tener otro amante, si es posible, mas no que te mate”
(Canción zapoteca)

Dulce, sabrosa mujer, preciosa flor de maíz tostado, sólo te prestas, serás abandonada, tendrás que irte, quedarás descarnada”. (Poema náhuatl, siglo XIV)

El hostigamiento sexual y la agresión de género no es un problema de edad, comportamiento o manera de vestir de las mujeres. Existen evidencias de niñas, ancianas y religiosas víctimas también de esta violencia sexual y el cancionero popular lo dice sin disimulo alguna.

“No la quiero por bonita, ni tampoco por mujer, sólo quiero una rosita acabada de nacer”.

¿Qué hacer? ¡Aprendamos a identificarlo para organizarnos contra él! Evalúa la situación y si hay otras víctimas de hostigamiento o agresión trata de actuar en grupo

“Mujeres juntas, sólo difuntas” (Refrán popular)

Coméntalo con una persona de tu absoluta confianza. Informa a tu sindicato, representante de la empresa o presenta la denuncia ante el ministerio público. Recurre a organizaciones de mujeres, como la Red de Mujeres Sindicalistas, la Comisión de Derechos Humanos o la Procuraduría de Trabajo de tu localidad para buscar apoyo y asesoría.¡Hazle frente al hostigador!

A pesar de su gravedad es un problema poco denunciado, aunque se encuentre tipificado como delito en el Código Penal del Distrito Federal desde 1991. Pero muy poco o nada podrán las leyes mientras la sociedad siga cantando y festejando estas agresiones y abusos.

¿Son sólo unas canciones? ¡NO!, las canciones son una potente forma de construir ideas. El hostigamiento sexual y la agresión de género -desde la canción hasta la realidad cotidiana- atentan contra nuestra dignidad ¡no debemos tolerarlas!


* Canción muy popular de Vicente Fernández
La autora es guionista, investigadora de temas de arte y realizadora de la columna “Semanas de género” Feminalia, del periódico Unión, del STUNAM

 

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