Usted está aquí: jueves 8 de septiembre de 2005 Gastronomía Las casas gallegas son lugares donde se come bien: Romero

Cocina artesanal, abundante y personalizada en el restaurante asentado en el DF

Las casas gallegas son lugares donde se come bien: Romero

"Hay que medirse con los platos, porque imaginen que la paella es de casi un kilo", advierte

JUAN JOSE OLIVARES

Ampliar la imagen Los pescados y mariscos son la base de los platillos en las casas gallegas, se� Ram�omero FOTO Roberto Garc�Rivas Foto: Roberto Garc�Rivas

Se dice que el principal atractivo de la comida gallega es su variedad. Aunque muchos, como Ramón Romero, oriundo de Galicia y avecindado en México desde hace 28 años, considera que lo común de los gallegos es su forma de cocinar: familiar, cariñosa, artesanal, pausada y abundante.

"Las casas gallegas son lugares donde se come bien y donde los cocineros aún hablan personalmente con sus comensales", asegura Romero, propietario de La Casa Gallega, restaurante-cantina creada en 1992 donde se pueden disfrutar los típicos platillos gallegos, así como la botanas más representativas de las cantinas mexicanas como los escamoles y los gusanos de maguey.

"Las casas gallegas son restaurantes que hay por todo el mundo, y se caracterizan por tener comida que se enfoca en pescados y mariscos. En Galicia confluyen los mares Atlántico y el Cantábrico, con aguas frías propicias para el buen pescado y marisco", afirma.

El pulpo, plato estrella

Existe en esa región de España, que por cierto tiene su halo político independentista, gran variedad de pescados. Los más sabrosos son los que se pescan en las rías o en las proximidades de la costa: merluza, rodaballo, lubina, mero, lenguado... que se degustan en preparaciones clásicas: a la plancha, a la gallega o en caldeirada, o adobados. Un mismo producto se prepara de múltiples maneras y en cada lugar tiene distinto sabor.

"Nosotros lo que más vendemos son los mariscos. Y el pulpo, el plato estrella, pero no podemos olvidar los mejillones, la paella a la valenciana o un cordero al horno."

Cuenta Romero que ya son 12 años de historia diaria. "Siempre trabajé en esta zona -comenta- . Comenzamos en el hotel Marbella. Un día surgió la oportunidad de hacernos con esta esquina, que era una panadería de unos paisanos. Ahora, pues, no sé hacer otra cosa más que cocinar y allí estaré hasta que el cuerpo aguante. Es importante estar cerca de la materia prima, yo voy al mercado y hay que decir que en México hay buen pescado y me he adaptado a lo que hay en el país.

"La Casa Gallega es un restaurante y cantina que quiere atrapar los dos mercados; pese a que primero fue sólo restaurante, se transformó en cantina debido a la demanda. La idea mía era tener dos áreas. Si vas con tu esposa y tus niños y quieres menos ruido, vas al restaurante, pero si quieres más ruido o echar la tradicional partida de dominó te quedas en la cantina. Hay gente que va a las dos áreas. Buscamos dar un servicio personalizado, y el mejor precio", dice Romero.

Para el cocinero, quien dice llevar en las venas el gusto por la cocina, "la gente quiere un lugar seguro, donde comas y estés tranquilo. Trato por todos los medios de hacer que se sienta en casa. Cuando la gente tiene una o dos copas de más, prefiero decirle que le pare y tratar de convencerla de que regrese otro día, y si hace falta el valet parking lo puede acompañar, o hacerle el servicio de llevarlo a su casa. La gente quiere seguridad y comer bien. Hoy día el previo cuenta mucho, los tiempos son duros".

Y Romero acierta en decir que no les permite embriagarse a sus clientes, ya que cuenta con unas vitrinas que hacen de cava para que los comensales guarden sus botellas.

"Las cavas tienen su parte buena y mala. La buena es que les das la posibilidad de tener sus botellas y venir a consumirlas cuando quieran. No necesariamente se las tienen que acabar. En las cavas tiene que haber dos o tres botellas y a mí me sirve la vitrina de adorno. Es una manera de atraer a la gente", asegura.

Trato personalizado

Para Romero, una de las mayores satisfacciones es "que te digan que un plato quedó rico, hablar con los clientes personalmente y que los hagas sentir bien. El trato personalizado es esencial. Yo estoy aquí todo el tiempo. Recibo y despido a toda la gente, ando por las mesas y cuando se carga el trabajo, estoy en la cocina. Los restauranteros españoles tenemos aún esa tradición de recibir personalmente a los clientes. Lo aprendimos de esa forma".

En este lugar los precios fluctúan entre 40 y 300 pesos. Un entremés de gambas al ajillo cuesta 98 pesos. Un caldo gallego, 49 pesos. En los pescados, un robalito para dos personas cuesta 295. Una rueda de robalo a la gallega es de 145, pero también se pueden encontrar las sugerencias del chef, como el jamón jabugo con manchego español, de 260 pesos, o la tortilla española con chorizo, de 59.

Y otra cosa: "en Casa Gallega hay que medirse para los platos, porque imaginen que la paella es casi un kilo".

Ramón Romero afirma que para trabajar en un restaurante "tiene que gustarte demasiado, es un trabajo esclavizante de mucha dedicación y muchas horas. Si es algo que no te gusta tirarás la toalla y saldrás corriendo".

La Casa Gallega tiene los sábados y domingos bufet de mariscos.

Está ubicada en avenida Cuahtémoc 166, esquina doctor García Diego. Reservaciones a los teléfonos: 55881788 y 55881826

 
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