Informe Hite sobre la conducta sexual del macho humano

Ella se atrevió a descubrir la verdad acerca de la sexualidad femenina
Ahora hace lo mismo con los hombresDeborah Orr


The IndependentDe todas las historias de inducción al movimiento de las mujeres que encarnan las grandes feministas estadunidenses, la de Shere Hite es mi favorita. La joven se presentó en una protesta contra un anuncio, sarcástico y ofensivo, de la compañía de máquinas de escribir Olivetti. El anuncio mostraba a una hermosa y piernuda rubia acariciando el teclado de una máquina. La frase publicitaria decía: “La máquina de escribir es tan lista que ella no tiene que serlo”. Después de un rato Hite reconoció que ella era la modelo que posó para la fotografía, y se sintió aliviada al ver que las indignadas mujeres consideraban que su presencia en la reunión era un gran golpe. Después de todo, resultaba muy irónico que Hite sólo modelaba para pagarse su carrera de historiadora en la Universidad de Columbia.

Hite, quien acaba de publicar un nuevo libro: Nueva ojeada a Edipo: conducta sexual del macho humano hoy, ha recibido muchas burlas porque se la pasa hablando de su extenuante y larga lucha para ser reconocida como una mujer a la vez fantásticamente glamorosa y maravillosamente inteligente (problemas que a mucha gente le parecería muy agradable tener). Pero cuando la vida de una cambia por un momento de claridad como ése, es válido averiguar de dónde pudo haber salido.

Una cosa es casi segura: cualquiera que hubiera sido el camino elegido por Shere en su vida, habría tenido un desempeño sobresaliente. Nacida en 1942 en Misuri, hija de una adolescente y un soldado, su madre se quedó sola antes de que la niña perdiera los dientes de leche. Su progenitora no estaba mucho con ella, pues prefería la compañía de sus amantes, y la pequeña Shirley Gregory (su nombre actual es parte de su reinvención) fue criada en buena medida por sus abuelos, conservadores y tristes, y por una tía.

En su autobiografía, El informe Hite sobre Shere Hite, la escritora relata una anécdota acerca de ella y su madre, un día en una piscina. Su madre llevaba un atrevido traje de baño que se anudaba de manera provocativa a los lados. La seguía un grupo de babeantes admiradores, quienes la entretenían con su conversación galante. Shere, desesperada por atraer la atención de la madre, empezó a ufanarse de que ya era una niña grande y podía tirarse un clavado en la parte honda de la alberca. El único que se percató de lo ocurrido fue el salvavidas que la rescató.

Sería demasiado obvio sugerir que esas situaciones pudieron despertar en ella el deseo de obtener reconocimiento. Y tal vez sería ir demasiado lejos insinuar que su interés por difundir la idea de que las mujeres son capaces de controlar y disfrutar su sexualidad haya sido un intento de entender las elecciones que hizo su madre. Pero para mí tiene mucho sentido. No es que importe mucho: lo que en verdad interesa es que esta joven mujer, sin mucho apoyo familiar, cultural ni económico, tomó control de su futuro. Se fue a Nueva York. Consiguió un trabajo. La aceptaron en una universidad de prestigio. Entró en extravagante contacto con el movimiento político más significativo y estimulante de su generación.

El mega éxito global llegó en 1976, con la publicación de lo que se conoció simplemente como El informe Hite (que la revista Playboy, donde la escritora había aparecido desnuda, rebautizó El informe Odio, jugando con la similitud de su apellido con la palabra inglesa hate). Un indicio de la trascendencia de este libro lo da el hecho de que sus controvertidos hallazgos se lean ahora como absolutas obviedades. Basado en las respuestas de 3 mil 500 mujeres a cuestionarios formulados por Hite acerca de su vida sexual, El informe Hite confirmó que las mujeres eran perfectamente capaces de tomar control de su vida sexual en lugar de ser recipientes pasivas de la arremetida del gran macho.

El libro señalaba que el centro del orgasmo femenino se encuentra en el clítoris, el cual responde a estimulación manual u oral específica, más que a las migajas incidentales ofrecidas por la fricción del miembro penetrante. Este hallazgo nada falocéntrico causó indignación; de hecho, años antes, los estudios realizados por otros dos importantes investigadores de la sexualidad, Masters y Jonson, fueron reprimidos con brutalidad por haber llegado a la misma conclusión.

Sin embargo, el verdadero enojo contra la investigadora vino cuando fue más allá de la sexología y se lanzó a la investigación de las interacciones emocionales entre hombres y mujeres. En su libro Mujeres y amor, publicado en 1987, Hite expuso el abuso emocional que muchas veces soportan las mujeres dentro de las supuestas relaciones amorosas. Su afirmación de que son ellas quienes encuentran el valor de dejar las malas relaciones, asumiendo así su papel de agentes del cambio, desató en Estados Unidos virulentos ataques contra ella, como nunca los había experimentado.

Sin embargo, Hite tenía mucho de razón. Veinte años después, varones conflictivos, separados de su familia y llenos de bilis, siguen esquivando la responsabilidad de su conducta en las relaciones: señalan las estadísticas de divorcios y sostienen que son las mujeres, no los hombres, las que destruyen las relaciones cuando los abandonan. Como ellas son las que con mayor frecuencia demandan el divorcio, dicen ellos, resultan las responsables de la disolución familiar. Hite replicó, de manera muy lógica, que lo que dichas estadísticas prueban, más bien, es que las mujeres sufren la parte más brutal del trato en las relaciones. Su respuesta causó tal furia que se vio obligada a exiliarse. Ahora es ciudadana alemana, al igual que su esposo de muchos años, aunque ha vivido por toda Europa y durante un tiempo tuvo un puesto académico en Japón.

En su último libro, Shere Hite afirma que la inhabilidad de los hombres para dar a las mujeres el respeto y el amor que necesitan para florecer en una relación viene de la forma brutal en la cual se espera que ellos rompan con su madre. Este trauma, argumenta Hite, les impide volver a confiar en las mujeres y los vuelve incapaces y poco dispuestos a ser emocionalmente vulnerables ante ellas; el resultado es que se sienten orgullosos cuando rechazan a las que de verdad aman. Parece ser una observación útil y práctica; sin embargo, de seguro los hombres que quieren matar a su padre y cogerse a su madre la encontrarán ultrajante en extremo.© The Independent
Traducción: Jorge Anaya

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