A tres años de abrir la empresa, Wine Spectator lo situó entre los 10 mejores del mundo
Teófilo Reyes, vinos que fusionan modernidad y añeja tradición
Con técnicas antiguas y máquinas actuales, la bodega elabora uno de los caldos más famosos de la Ribera del Duero
La gente toma por marca; deja que le dicten los expertos, opina el director comercial
Ampliar la imagen El Teófilo Reyes se hace con uva tempranillo y no se filtra, así, aun embotellado, el vino sigue vivo Foto: Fabrizio León Diez
De cierta manera fue una confrontación entre realizar algo por la pasión de hacerlo y la visión mercantil.
Durante toda su vida, Teófilo Reyes, de 84 años, se dedicó por mera pasión a hacer algunos de los vinos que le dieron renombre a la Ribera del Duero, y fue el primero en la región en embotellar en vidrio. Pero nunca se animó a tener una bodega propia. Siempre trabajó las viñas ajenas. Llegó a crear, inclusive, uno de los vinos más famosos del Estado Español, el Tinto Pesquera, pero siempre mantuvo el hogar con su sueldo de profesor de física y química.
"Estuvo escondido tras los otros", resume Elías Aguilar Martín, director comercial de Bodegas Reyes.
Así fue hasta hace poco más de una década, cuando sus hijos Luis y Juan José decidieron montar una empresa propia y le dieron a elegir a su padre entre su gran amigo y socio Alejandro Fernández, dueño del Grupo Pesquera, o ellos. Don Teófilo eligió a su sangre.
Fue así como nació una inusual fusión entre añejo conocimiento y modernización tecnológica, que permite a Bodegas Reyes hacer algunos de los vinos más afamados de esta región.
La manera
Si bien Elías Aguilar Martín es en rigor el director comercial de Bodegas Reyes, en la práctica hace de todo en la empresa, junto con los hermanos Luis y Juan José, ambos médicos dentistas. Hace unos días, Aguilar visitó México y platicó con La Jornada.
Bodegas Reyes es una empresa familiar que produce 200 mil botellas al año. En la compañía trabajan 10 personas, y durante la vendimia contratan cerca de 40 jornaleros.
"Hacemos todo como se hacía antiguamente: la forma de plantar, de proteger la viña, de elaborar el vino, pero con maquinaria de hoy", cuenta Aguilar.
Por poner un caso, procuran no usar productos químicos. "Pero si mañana viene una plaga, tenemos que atacarla con el producto que corrija la viña lo mejor posible, el que menos la afecte, para que la planta no se vuelva inmune", aclara el director comercial.
También explica que "sacrifican" cantidad por calidad. Sacan 3 mil 500 kilos de uva de cada una de las 65 hectáreas, cuando el estándar es cerca del doble. Detalla: "Seleccionamos la uva desde el viñedo: hacemos una poda muy severa si vemos que viene sobrecargado". Si las cepas están suficientemente clareadas, circula el aire y es más difícil que entre una enfermedad. En cambio, "si dejas mucha carga la humedad se queda ahí".
Todos los vinos se hacen con uva tempranillo, como es usual en la región.
Ya con la empresa establecida, en 1994, el célebre enólogo, quien llevaba toda la vida haciendo grandes vinos, por primera vez elaboró uno que lleva su nombre, el Teófilo Reyes.
Tres años más tarde, la revista estadunidense Wine Spectator lo colocó entre los 10 mejores del mundo. Fue la primera vez que un vino español ocupó un sitio en esta lista.
Las ventas se dispararon
Sophie Avernin, directora de Grandes Viñedos y distribuidora en México de Bodegas Reyes, recuerda que en California, durante la ceremonia de premiación de Wine Spectator, don Teófilo sacó lágrimas a las tiesas señoras estadunidenses cuando dio su discurso: "Su historia era como el american dream hecho realidad, pero en España".
En 2000, Bodegas Reyes sacó al mercado Tamiz, un vino joven. "Es el vino más agradecido", dice Aguilar. (Y uno no puede evitar imaginarse al vino diciéndole al comensal antes de cada trago "gracias por beberme", "¡le agradezco, le agradezco!")
Aguilar se refiere a que es un producto con muy buena relación "precio-calidad". O sea, "no te duele gastar ese dinero", explica.
Actualmente, se puede conseguir en México el Tamiz 2003 (ocho meses en barrica de roble americano), el Teófilo Reyes Crianza 2001 (18 meses en barrica de roble americano y francés) y el Teófilo Reyes Reserva 2001 (20 meses en barrica de roble francés y americano; los últimos tres meses sólo en roble francés).
"Uno cursó primaria, el otro secundaria y el otro se fue a Harvard", compara Aguilar.
Más allá de descripciones enológicas, Aguilar es un apasionado defensor de que "el vino tiene que gustarte".
La gente, explica, no se guía por esta creencia. El común de las personas "compra por marca" y no se permite saborear y decidir qué le gusta.
"Tomar vino bueno es la moda", dice, y la gente deja que la dicten "los expertos".
"¡Te gusta o no te gusta, y no hay más!", exclama Aguilar.
Finalmente, el español explica: "Para limpiar el vino no lo filtramos". Se limpia a base de trasiegos. Y cuando se embotella se usan placas de cartón alimentario, "para que las partículas se queden en las placas".
"No filtramos con nada agresivo porque creemos que los filtros se llevan todas las partículas que quedan en el vino; se llevan lo bueno y lo malo", continúa.
De modo que, al no filtrarlo, "el vino en botella sigue su vida normal; el vino está vivo".
Inclusive el sabor va cambiando después de haberse abierto la botella, durante la comida.
Por eso los vinos de Bodegas Reyes suelen tener algo de precipitado. "Siempre recomendamos decantar", dice Aguilar.
"Que la gente no tenga miedo; de lo único que deben tener precaución es de tratar al vino con cariño, de no agitarlo; tratarlo como hay que tratarlo, nada más. Entonces lo gozará y se sentirá feliz", concluye Elías Aguilar Martín, con una amplia sonrisa que delata que él sí que goza del vino.