Antrobiótica
Ando yo caliente, III y última
Ampliar la imagen Tomada de Trazos de luz, de Ricardo María Garibay, editado por la Universidad Autónoma del Estado de Morelos
I
POR ENCIMA DE la piel del mundo, en la superficie, la chaqueta es la cosa más divertida que hay. (Por debajo, en los abismos del cerebro, masturbarse es una apuesta por la muerte. Acuérdate de Onán, hijo de Súa y de Judá, quien mandólo, tras la muerte de otro hijo, a cogerse a la cuñada: "Entra á la mujer de tu hermano, y despósate con ella, y suscita simiente á tu hermano"; pero, sabiendo que "la simiente no había de ser suya, sucedía que cuando entraba á la mujer de su hermano vertía en tierra"; luego "desagradó en ojos de Jehová lo que hacía, y también quitó á él la vida". Jehová tiene que castigar venirse afuera: extrema negación de la vida. Bah: eso no importa hoy.) Todas las chaquetas son netísimas: chaquetas femeninas o masculinas, digitales o manuales; chaquetas rusas o francesas (en inglés, una rusa es un French fuck); chaquetas con juguetitos o embutidos o vegetales; chaquetas a mano limpia, con la diestra o la siniestra; chaquetas frente a la tele o la compu o en el cine; chaquetas con revista o con la pura imaginación; chaquetas de poetas que en el aire las componen.
II
HAY LITERALMENTE MILES de maneras de decirle a la masturbación, a su acción y a su efecto. El pecado de Onán comenzó a escribirse hacia 1640, en alemán: onanistische Sünde, el pecado onanista; en 1710 apareció onania en un librito inglés: Onania: The Hineous Sin of Self-Pollution; en 1760 en francés, en otro manual, L'Onanisme, del doctor S.A. Tissot. Los dos están llenos de pasajes muy sabrosos, como este de Tissot que refiere una consulta en el domicilio de un paciente aficionadísimo a este pecado: "Fui a su casa; lo que hallé ahí era menos un ser vivo que un cadáver; delgado, pálido, exudando una odiosa peste, casi incapaz de moverse. Sangre acuosa goteaba de su nariz; babeaba de continuo; sujeto a ataques de diarrea, defecaba en su cama sin notarlo; había flujo constante de semen; sus ojos, borrosos, perdidos, habían perdido todo movimiento; su pulso era débil; respiración trabajosa; flacura extrema, excepto en los pies, que mostraban inflamación. Igualmente evidente era la enfermedad mental." Me recuerda a mí, como a los 13 años. Masturbación es un poco más viejo. Montaigne lo escribió en 1580, en el volumen II de sus Ensayos; Frolio lo llevó al inglés en su traducción de 1603: "Diogenes in sight of all, exercising his Maisterbation, bredde a longing desire in the by-standers", Diógenes, ejerciendo su Masturbación frente a todos, despertó el deseo de los testigos... Pus sí. Onanismo y masturbación aparecieron apenas en 1884 en el diccionario de la academia española; no sorprende: paja y chaqueta apenas van llegando a ese libro santísimo. No es difícil dilucidar el porqué de 'chaqueta': uno como que arropa el pito en el acto; lo mismo que hace cuando se teje una 'chambrita'. A la 'chaira', además de la aliteración, podría explicarla el movimiento que se hace cuando se afila un cuchillo. Hay chaquetas que enfatizan su violencia: sacarle los sesos al yucateco, degollar al cíclope, torcerle el cuello al ganso, matar el oso a puñaladas, ahorcar a Kojak o, en inglés, whack the weasel, pound the pudding, spank the monkey. (Yo he querido popularizar 'zapear al mico' pero todavía no logro que pegue. Se oye bien ya conjugado, por teléfono: "¿Qué haces, güey?" "Acá nomás, zapeando al mico...") Otro grupo: el que habla del líquido eyaculado: sacarle el veneno a la víbora o el petróleo al pozo o la crema al taco, desflemar el cuaresmeño, cream the corn, flush the babies. Otro: el que se concentra en la manualidad del acto: hacerse una puñeta, escribir a mano, saludar de mano al cabezón, ir a Palma 5 (por si alguien tiene curiosidad: en Palma 5, entre Tacuba y Cinco de Mayo, hay un centro joyero, el Palma, y nada más); un subgrupo personaliza la mano con nombres propios: visitar a Manuela, a Pulgarcito y sus hermanos, salir con Pálmela Handerson, meet Hand Solo; una categoría más toma préstamos de otros contextos: echarse un solo de órgano o de flauta, venirse por su cuenta, jugarse el pellejo. Todos son masculinos, quién sabe por qué; los femeninos, en comparación, son poquitos: dedearse, franelearse, pajearse (ése es unisex), partir el Mar Rojo; en inglés hay patrones como la rima: clit twit; lo sureño: explore the Deep South; el equívoco de contextos: enter no man's land (jeje). Como si de veras se masturbaran menos. No olviden que hay un montón de poesía para probar lo contrario. Ejemplos siglodeoro: las coplas aquellas de la moza que estaba "d'espaldas en el lecho,/ las piernas abiertas/ y mirando al techo" y que "toda se comía/ en grande manera,/ que'l dedo metía/ por la hurgonera"; las coplas que empiezan: "-Madre, la mi madre,/ que me come el quiquiriquí. -Ráscatele, hija, y calla,/ que también me come a mí"; el soneto, ya aparecido acá, cuyo segundo cuarteto va: "Mirándoselo estaba muy gozosa,/ después que ya quedó muy bien rapada,/ y estándose burlando, descuidada,/ metiese un dedo dentro de la cosa"; aquel en que una señora le habla al rábano: "serás lugarteniente de un carajo,/ mi marido serás, legumbre mía"; o, 450 años después, las líneas de Blondie: I don't want anybody else/ When I think about you I touch myself; y su encendido equivalente en español en Devórame otra vez: "He mojado mis sábanas blancas/ recordándote..." No se hagan, pues.
III. Agradecimientos
POR SU APOYO en la elaboración de este artículo el autor desea agradecer a los creadores de Rebelde y Muchachitas, a Camila Sodi y Martha Higareda por salir juntas en la Rolling Stone, a la chavita de la falda cachondísima que se subió ayer al microbús en Chapultepec, a las novias, ex novias, amigas y amigas de amigos que voluntaria o involuntariamente aportaron las imágenes que ahora saturan el ipod, máximo instrumento chaquetil (Gabriel también les manda un "¡Gracias!"), al calentamiento global por su promesa de un gran escote perpetuo y a Diosito (aunque nos llevamos tan mal) por de repente colar un viento frío que para los pezones en la calle. Y aprovecha para dedicar a todos ellos la próxima pajuela, que comenzará justo después del punto al final de este párrafo y que Adán, su primer practicante allá en el génesis de los tiempos, llamó con sabiduría: "La Chaquetita de las Cinco y Media". Se ven.