Cri Cri en el Julio Castillo
a Compañía Nacional de Danza (CND) ofreció encantador homenaje a Gabilondo Soler Cri Cri, en la función del pasado 7 de febrero en el teatro Julio Castillo.
Llenos de dinamismo y compenetrados con las canciones de este autor maravilloso, público y bailarines gozaron de un mágico encuentro, en el que el recuerdo de la obra de Cri Cri hizo palpitar los corazones.
Con un vestuario pleno de imaginación, colorido y muy buen gusto –de la diseñadora Jeryl Bosh–, José Luis González, bailarín de la CND desde hace décadas, hizo la coreografía de la obra. Mediante la danza clásica, reveló la vigencia de las hermosas canciones de Gabilondo Soler. Logró traducir a la arquitectura corporal, 25 temas, cuyos arreglos musicales fueron obra del jazzista Eugenio Toussaint.
El público entusiasta acompañó cada secuencia con aplausos, lo que hizo evidente el gusto del auditorio, en su mayoría niños, por este tipo de espectáculos.
Sin embargo, la coreografía, tal vez demasiado imbuida en la estructura tradicional de los movimientos, no logró emparejarse al creativo y evitar la tiesura del rígido canon de la academia.
A pesar de la belleza, simpatía y ganas de los bailarines, es absolutamente necesaria esa simbiosis del arte dramático y el ballet en un trabajo escénico que requiere de los ejecutantes mayor creatividad e integración con los personajes.
El potencial de esta hermosa compañía es enorme; sus bríos y juventud anuncian muchas sorpresas con el trabajo integral que forma estrellas y artistas de nivel superior. Se trata de aquella capacidad de interpretar, sin la chocante pantomima de viejos tiempos, la verdadera personalidad de cada personaje, y saberla proyectar con la guía de una buena mano conductora.
Los bailarines de hoy, ya sean clásicos o contemporáneos, han superado con creces la técnica de hace 40 años.
Hoy, refinados y mejorados físicamente, los intérpretes no deben dedicar todo su esfuerzo a la técnica, sino también enfocarse al contenido de la misma. Deben preguntarse: qué hay dentro de ella, qué tengo.
Se trata de encontrar los matices de la cultura y el arte en el movimiento del cuerpo, la expresión de rostro y cada parte del ser en conjunción con la esencia de las formas, dinámicas, sonidos y ritmos de cada época o situación a interpretar. Hallarlos es lo contemporáneo y lo eterno; es lo universal mezclándose sutilmente para tocarnos profundamente. Sin arte, la disciplina no es nada.
Así entonces, con Cri Cri la CND se anota un rotundo éxito que sin rollo alguno compite con el de El cascanueces, en cuanto a conquista del público se refiere, y además es made in México.
Deseamos a toda la Compañía Nacional de Danza muchos más éxitos y frutos fecundos por su gran trabajo y dedicación. Felicidades.