Cobardías
¿Quién aprobó esa guerra
?
Garrotiza a jubilados
as carencias civiles de origen han sido convertidas por Felipe Calderón en excesos militares. Lo que las urnas no le dieron, lo busca en los cuarteles y en actos castrenses cerrados. Más que la banda tricolor en el pecho, lo que hoy le da sensación de autoridad es el uniforme verde olivo (sea de la talla que sea), y frente a la masa en posición de firmes suele engallarse oratoriamente, rozando con frecuencia los límites de la fanfarronería.
Ayer, en el comienzo de la ronda de efemérides militares de cada febrero, Calderón calificó de cobardes a quienes pretenden el repliegue de las fuerzas armadas en la presunta guerra contra el narcotráfico que su administración desató sin consultar a nadie, sin que fuera propuesta de campaña electoral ni hubiese sido aprobada por el Congreso de la Unión y en la que consume grandes porciones del presupuesto federal en lugar de enderezarlas a pelear contra la pobreza y la injusticia social, temas éstos agudizados por la crisis económica, pero a los que cada vez se destina menos, abiertas con amplitud como están las arcas públicas para los gastos bélicos contra el narco, en una variante nativa de las locuras criminales de aquel Bush que dilapidó en Irak lo que su país desde entonces necesitaba para atender lo interno.
Las palabras del comandante de cinco estrellas relativas a la cobardía fueron dirigidas sin lugar a dudas a quienes han obstruido calles de ciudades como Monterrey, convertida en fortaleza para que el presidente formal del país durmiera allí y ayer por la mañana rindiera homenaje a las fuerzas armadas. Con esas referencias discursivas, Calderón les da una categoría notable a quienes han sido llamados en medios de comunicación los tapados
, porque normalmente los varones se cubren el rostro, y que según todos los funcionarios que sobre el tema han hablado son financiados por los narcotraficantes que mediante esas protestas públicas pretenden echar a los elementos de la Secretaría de la Defensa Nacional de sus ciudades.
Pero no son solamente los tapados
quienes (por sus intereses facciosos, según las autoridades) denuncian los abusos graves cometidos por los integrantes de la Secretaría de la Defensa Nacional, ni el pretender que esos militares regresen a sus cuarteles significa un acto de traición a la patria o, en ese lenguaje inflamado de conceptos simplones, de cobardía. México ha sido arrojado a una espiral de miedo y represión a partir de la imposición ilegítima de 2006 y el apoyo subsidiario
(como ayer dijo FC) del Ejército en el cumplimiento de tareas civiles no es tal sino una transferencia de poder hacia las armas, una supresión imparable de libertades civiles y garantías constitucionales y una antesala anunciada de la tentación de suspender los procesos políticos tradicionales para instalar paréntesis de orden y mano dura. Cobardía no es denunciar ese cuadro trágico, sino callarlo y permitirlo.
Astillas
Los Hervores del Calderón: Jubilados que desde 1998 esperan que las empresas sucesoras de Ferrocarriles Nacionales de México les paguen íntegra y correctamente sus pensiones, y que se han pasado los años en audiencias y diligencias laborales inservibles, decidieron el pasado 12 instalarse en las vías férreas de la población sonorense de Benjamín Hill, en exigencia de que sus demandas sean atendidas. La noche del pasado martes 17, el centenar de manifestantes fue desalojado por unos 200 policías federales y estatales, según la nota de Maclovio Osorio y Sergio García en El diario de Sonora. El plantón, que estaba apoyado por gran parte de la población
, fue deshecho a golpe de garrote
. La agresión fue sorpresiva y generalizada, sin respetar ni siquiera a los ambulantes de la Cruz Roja. Ancianos, niños y mujeres (una de ellas, embarazada) fueron agredidos para botarlos del lugar y sus pertenencias, entre ellas dos banderas nacionales, quemadas por los policías. El secretario del ayuntamiento de Benjamín Hill, Heli Bejarano, dijo que fue una golpiza terrible contra los pobladores y un atentado contra la autonomía municipal
. Horas antes del ataque policiaco se había hecho un simulacro de negociación (al estilo Atenco) con representantes de la Secretaría de Comunicaciones y Transportes y la empresa Ferromex. Poco después, un maquinista de Ferromex enderezó un tren contra quienes bloqueaban las vías, aunque se detuvo cuando vio que los manifestantes se mantenían en su lugar. El dirigente del movimiento, Humberto Francisco Tapia Madrid, está desaparecido. En la ciudad de México, mientras tanto, Víctor Flores, el falso líder porril enriquecido con el saqueo del sindicato y la complicidad con las empresas, se pasea en actos de la CTM y el Congreso del Trabajo, y Ernesto Zedillo, el artífice de la privatización ferroviaria que acabó beneficiando a intereses extranjeros, dicta conferencias y da clases en el primer mundo... Ayer se cumplieron tres años de la tragedia de Pasta de Conchos. No ha habido justicia, las indemnizaciones a los deudos son miserables y los cuerpos de los fallecidos siguen en los tiros, mientras Vicente Fox disfruta de sus riquezas junto a la casadera Marta; Germán Larrea, de Industrial Minera México, sigue atento a su cuadra de caballos pura sangre y lleva una vida de sultán; Francisco Xavier Salazar Sáenz continúa buscando candidaturas panistas (aunque la de la presidencia municipal de San Luis Potosí se le está cayendo) y Carlos Abascal es promovido para que sea declarado santo de la Iglesia católica. México Bárbaro... Y, mientras continúan los ajustes de cuentas contra el pajarraco Téllez que tiene culpas peores y distintas, en un escenario tragicómico en el que asoman los espionajes de todos contra todos y el embarradero de complicidades que llega hasta lo alto, ¡feliz fin de semana, con el ife haciendo como que ahora sí se enoja porque los patrones televisivos insisten en hacer lo que les da la gana!
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