l 9 de junio de 2006, en plena celebración musulmana del viernes de oración, una cañonera israelí bombardeó con obuses la playa Al-Sudaniya (norte de Gaza), repleta de bañistas, y mató a tres niños de uno, tres y 10 años, y a siete personas más. Las imágenes del joven Huda Ghadia, llorando y abrazando el cadáver de su padre en la playa, dieron la vuelta al mundo. Pero el ministro de Defensa, Amir Peretz, negó los hechos, y atribuyó la tragedia a “…un artefacto enterrado en la arena”.
El 22 de agosto de 2007, dos niños de nueve y 12 años y cuatro adultos fueron asesinados por el ejército israelí en la localidad Beit Hanun (Gaza). Su delito: protestar por el impedimento de la entrada de papel destinado a la fabricación de textos escolares. Un mes después, cerca del campo de refugiados Al Bureij (en el centro de la franja de Gaza), un adolescente fue arrollado por una excavadora militar. Su delito: lanzar piedras contra las tropas de ocupación.
Repetida una y mil veces hasta tornarlas en duda o verdad, Israel recurre a la mentira como política de Estado. La intoxicación informativa
y el victimismo sirven para justificar el genocidio de palestinos y, en particular, el asesinato de los niños. Las historias tratan de causar la falsa impresión de que todos los niños palestinos son potenciales atacantes suicidas. Tal fue el caso de Husam Abdul, de Nablus (Cisjordania), quien supuestamente pretendía inmolarse
.
Husam (14 años), fue detenido en marzo de 2008 en un puesto de control, con un cinturón de explosivos. Las televisoras exhibieron al niño como ejemplo del fanatismo palestino
. Los israelíes afirmaron que palestinos no identificados
le habían ofrecido 100 shekels “…si el niño emprendía un ataque suicida contra sus tropas...” (sic). Sin embargo, un corresponsal premoderno
de la cadena de televisión Al Jazeera osó preguntar por qué las cámaras de televisión de Israel se encontraban en aquel punto de control, más de dos horas antes de que el niño fuera capturado.
Los militares israelíes tratan de que el mundo no sienta horror ante los crímenes diarios que se cometen contra los niños palestinos. Y todo esto se complica por el hecho de que, debido al bloqueo y asedio a Gaza, los niños sufren un estado crónico de desnutrición, que afecta sus capacidades intelectuales.
Los grupos de derechos humanos han señalado que los soldados israelíes matan deliberadamente a los niños, tal como muestra el hecho de que la mayoría de los disparos recibidos por los menores fueron dirigidos a la cabeza o el pecho. Es decir que los niños de Palestina no han sido víctimas a causa de daños colaterales
, sino blancos militares y sujetos de crímenes muy bien pensados por la inteligencia israelí.
El 3 de enero pasado, en el pico de la invasión a Gaza, murieron cuatro de los nueve hijos de Fatma Abú Halima. Con llagas espantosas desde los pies hasta el cuello, el cuerpo de Fatma se incendió bajo una tormenta de tres bombas de fósforo blanco que arrancaron de sus brazos a la pequeña Shajed, mientras le estaba dando el pecho. “Vi cómo se quemaban todos mis niños… se les separó la cabeza del cuerpo”, declaró a los médicos.
La tregua
llegó y cuatro días después, en el barrio Abú Reish, una bala atravesó la cabeza de Ahmed Hassanin, de siete años. El neurocirujano que lo operó, Usama Said Aklouk, dice que Ahmed puede salvarse pero quedará parapléjico, sin habla o capacidad mental siquiera para reconocer a los suyos.
De una crónica escrita por Suzanne Baroud, editora de Palestine.Chronicle.com: “…Un niño está sentado en la acera junto a su madre, que se apoya contra el muro de un edificio colapsado y su vida está agotándose. La madre usa las últimas fuerzas que le quedan para levantar el brazo y acariciar la mejilla del niño con la palma de la mano, pero ya se ha ido. El niño se sujeta la cabeza con las manos y llora. Ya está completamente solo”.
Frente a la fosa común, Suzanne se sorprende dulcemente por la oración de los palestinos a sus niños: Dios es grande, gracias a Dios por todo. Olvida ya todos tus miedos y descansa y encuentra a tu bienamado profeta, y a todos tus pequeños amigos que han caído antes que tú
.
En el Primer informe sicológico sobre Gaza, elaborado por el Grupo de siquiatras y sicólogos de la Federación Árabe de Siquiatras, la doctora Ahmed Okasha escribe:
“Es evidente que un grave y continuo perjuicio sicológico en gran escala y por cierto periodo fue intencional y deliberado. Los agresores estaban muy seguros de que podrían escabullirse del castigo porque nadie controló todos estos crímenes de guerra para procesarlos. La propaganda y la guerra sicológica tuvieron un papel crucial en esta agresión…”
“Por consiguiente –añade– hay una imperiosa y fuerte necesidad de que los niños sean atendidos. Esto es una llamada de ayuda a todos los especialistas en siquiatría y sicología infantil de todo el mundo, y a sus colaboradores, para que aporten su asistencia.”