La elaboración de la droga sintética conocida como cristal es simple. Para cocinarla sólo se necesitan sartenes de teflón, parrillas eléctricas y un horno de microondas. Los ingredientes son: anfetaminas y metanfetaminas, que se obtienen de medicamentos para combatir gripe y resfriados; pólvora; DDT; acetona y productos de limpieza para el hogar.

Al hervir, la mezcla produce un veneno alucinógeno que al enfriarse debe quedar de color blanco. Entre más blanco, mayor calidad tendrá. Si el resultado es de color ámbar y se consume, puede causar la muerte de manera casi instantánea.

El cristal acelera los ritmos cardiaco y respiratorio, eleva la presión arterial, dilata las pupilas y disminuye el apetito.

Es conocido así porque para consumirlo se usa un foco –al que se quita la parte metálica– y con la flama de un encendedor se calienta hasta formar un gas que al ser inhalado afecta directamente el cerebro, provocando sudoración, dolor de cabeza, visión borrosa, mareos, insomnio y ansiedad.

Pero también produce un fuerte estado de euforia y el individuo que la consume evade la realidad.