Enganchadores, traficantes y asaltantes, azote de los migrantes indocumentados
Extraoficialmente, en 2008 se concretaron 500 plagios; para la autoridad fueron 200
Ahora los criminales cobran un primer pago y abonos diferidos por liberar a víctimas
La industria del secuestro, con la cual el crimen organizado complementa sus ganancias por el tráfico de drogas, se ha enquistado en la sociedad tijuanense. Estos ilícitos, junto a los 380 homicidios perpetrados en 2007 y los mil 80 de 2008, así como los métodos aplicados por la delincuencia –tortura y desaparición física–, han provocado que empresarios mexicanos, impulsores de la economía en esta frontera, huyan a Estados Unidos para jamás volver
Viernes 13 de marzo de 2009, p. 8
Tijuana, BC. Para muchos de nosotros Tijuana ya no tiene remedio. Ya no nos preguntamos cómo amaneció hoy, sino ¿cuántos muertos hubo?, ¿a cuántos mataron? y ¿a quiénes secuestraron?
El refugio de empresarios mexicanos en territorio de Estados Unidos, a consecuencia del crecimiento de plagios y extorsiones, manifiesta el enquistamiento de la industria del secuestro en lo más profundo de la sociedad tijuanense, que complementa las ganancias por el tráfico de drogas en Tijuana, Rosarito, Ensenada y Mexicali.
Con la rabia que sólo puede sentir una persona a quien le fue robada parte de la dignidad humana, porque nos amenazaron, nos extorsionaron y nos secuestraron
, el testimonio de un prominente empresario revela cómo la inseguridad lo arrastró a abandonar la ciudad, sus empresas maquiladoras, comercios y una agencia de importación.
Cálculos extraoficiales indican que en 2008 se concretaron más de 500 secuestros. La numeralia oficial sólo da cuenta de 200.
–¿Usted permanecerá en Tijuana? –se le pregunta.
–Mis tres hijos fueron amenazados. Atemorizados, cedieron al chantaje y le pagaban a una banda. ¡Imagínese! Esos cabrones hasta recibo con sello les extendieron. Aun así, uno de los tres fue secuestrado. Gracias al cielo lo liberaron. Ahora los otros dos, con sus familias, ya viven del otro lado, ¿y sabe cuándo van a poner un pie en México? ¡Nunca! Yo vine a esta ciudad, cuando era joven, a trabajar; pensaba que nunca me iría, pero ya estoy arreglando mi salida.
Derecho de piso
Los habitantes de la región desempeñan sus actividades entre oleadas de violencia con matices dramáticos. Además, entre los fenómenos extendidos en la franja fronteriza se encuentra el cobro por derecho de piso (un impuesto
ilegal) o pago de protección.
Al incremento en el número de muertos –en 2007 los homicidios producidos por la violencia del crimen organizado sumaron 380, y en 2008 mil 80–, se añaden los métodos despiadados de tortura y desaparición física.
Las distintas formas de ejecución se han incorporado al vocabulario fronterizo cotidiano: decapitados, ahorcados, ametrallados, cercenados y disueltos en ácido infunden en el ánimo de la población un temor manifiesto e impulsan la migración, por razones de seguridad, al lado estadunidense.
Tonatiuh Guillén, presidente del Colegio de la Frontera Norte, refiere que el tejido social en Tijuana se sostendrá a pesar del fenómeno de migración de empresarios mexicanos hacia el sur del estado de California, por temor al secuestro.
No digo que no haya empresarios que hayan optado por residir en el sur de Estados Unidos por causa del secuestro y la extorsión; sin excluir este tipo de actos asociados a la seguridad, el hecho duro es que esta estructura social y económica sobrevive y va a sobrevivir bien.
La tarifa que aplican los delincuentes a un plagiado asciende a un millón de dólares, en promedio. Datos de la Procuraduría General de la República indican que el número de personas secuestradas en Tijuana durante 2008 superó las 200. No obstante, el subregistro advierte que el número superaría el medio millar.
Ahora, los delincuentes instauraron un sistema de crédito para favorecer
al secuestrado. Si exigen un millón de dólares y la familia de la víctima declara que carece de posibilidades de pago, el tope para concretar la liberación es de 200 mil dólares y los 800 mil restantes se abonan en pagos diferidos.
La industria del secuestro está organizada en células. Una se encarga de perpetrar el plagio; otra cuida a la persona privada de su libertad; una más negocia el monto del rescate, y otra el método del cobro.
Entre ellos no se conocen. “Los jefes, quienes ordenan los plagios, son los capos de los cárteles de la droga”, refiere Enrique, un tijuanense que ya fue víctima de una extorsión.
Tijuana y la zona fronteriza con el sur de Estados Unidos arrastra un historial de descomposición por la guerra entre las bandas que pretenden dominar la plaza.
En Tijuana y Mexicali, uno de los principales problemas para los migrantes son las bandas delictivas. Por la desesperación de llegar a Estados Unidos, cuando intentan cruzar por la montaña y el desierto, quienes pretenden arribar sin documentos a ese país se ven sometidos a una maraña de colusión entre el enganchador, el traficante y el asaltante. Éstos les arrebatan todas sus pertenencias, incluyendo la ropa que llevan puesta.
“Muchas veces las autoridades son las que extorsionan a los migrantes. Además, no hay vigilancia en la zona de cruce, que es una tierra de nadie; de repente no se sabe quién es el que cuida. Desde hace 20 años el cruce por la zona de la montaña y el desierto coloca en situación de gravísima vulnerabilidad a los migrantes.
Desde que se aplicó el Operativo Guardián (1995) a la fecha, van más de 5 mil 800 indocumentados que mueren en toda la frontera. Pero el fenómeno no se va a detener. Los migrantes van a seguir cruzando, lamentablemente, sobre lugares más peligrosos
, sostiene Esmeralda Siu, de la Casa del Migrante.
Datos del Instituto Nacional de Migración señalan que el número de deportados de Estados Unidos a Tijuana es entre 600 y 700 mujeres y hombres cada día.
El año pasado el número total de deportados fue de 228 mil en el estado de Baja California; de ellos, 70 por ciento llegó a la ciudad de Tijuana.
Asimismo, el padre Luis Kendzierski, director de la Casa del Migrante, expresa que la policía municipal de Tijuana forma parte de la delincuencia que asalta a las personas que intentan llegar a Estados Unidos sin documentos.
“La violencia que sufre el migrante en Tijuana proviene de la policía municipal, que los detiene y los asalta. Otra queja de esas personas es contra los ‘bajadores’ que están en la zona de cruce. En muchos lugares hay bandas con armas largas, y ahí los esperan para quitarles todo lo que traigan, unos tenis buenos, una chamarra, dinero.
Operan en las zonas inhóspitas, allá por el desierto de Altar, en las montañas, donde se esconden, y además están coludidos con las autoridades.