Kirmen Uribe aborda la cotidianidad del País Vasco; leyó su obra en Casa del Poeta
bastión de gente que resiste
Lunes 30 de marzo de 2009, p. a11
La poesía cotidiana de Kirmen Uribe se escuchó en la que fue la última morada de Ramón López Velarde, que se convirtió en el centro cultural Casa del Poeta. Una pequeña muestra de la poesía del País Vasco.
Kirmen Uribe leyó algunos poemas de su libro Mientras tanto dame la mano, con el que obtuvo el Premio Nacional de la Crítica, así como algunos inéditos, que quizá en un futuro se conviertan en otro poemario, ahora que ya concluyó su novela Bilbao-Nueva York-Bilbao.
Su obra poética –también tiene libros para niños– está llena de imágenes del día a día, de historias de su pueblo; no se queda en lo bucólico, sino que avanza hasta la poesía urbana. Escribe en euskera, la lengua vasca, y ha sido traducido a varios idiomas.
Entre poema y poema dijo, antes de leer uno sobre su país: “Mi tierra es muy pequeña, tal vez tengan la imagen de una gente cerrada o como bastión de gente que resiste; creo más bien que es un cruce de caminos y siempre lo ha sido.
Es un cruce de caminos donde han pasado casi todas las civilizaciones europeas, romanos, celtas, árabes, francos, los visigodos, los castellanos; toda suerte de gente. Si algo es el País Vasco es ser plural, donde uno no puede elegir entre tener una identidad o tener una lengua, no se puede elegir entre el euskera o el castellano; me gustan las dos lenguas y son mías las dos.
Admirador de poetas como Bernard Detxepare, Gabriel Aresti o Bernardo Atxaga, dice que dentro del País Vasco gustan más sus poemas urbanos, mientras que en grandes ciudades, como México o Nueva York, las reacciones son diferentes: ahí, quienes los escuchan en lecturas prefieren los poemas positivos y que tengan humor. En las comunidades pequeñas les gusta lo oscuro, contrario a lo que ocurre en la ciudad. Es curioso: uno quiere lo que no tiene
.
Su poesía es cercana a la realidad, no a la invención; esto es “porque la realidad es demasiado importante para obviarla. Las personas reales, las vivencias reales, los problemas reales de la gente son muy importantes como para obviarlos. Hay quienes suelen inventarse mundos posibles, es algo que se hizo a finales del siglo XX; ahora los escritores tendemos más a lo real, a lo cotidiano, a lo que nos ocupa como personas.
Hay muchos poetas que dan mucha importancia a la retórica y se olvidan de lo real, de lo inmediato. Eso ocurre en España y en el País Vasco. Pienso que la mía es una corriente minoritaria, la que habla de lo real, porque generalmente una cultura pequeña tiende a refugiarse en sí misma, entonces piensas que lo tuyo es lo mejor y que tu lengua es la más bella del mundo; y te enamoras de la misma lengua y escribes poemas basados en la sonoridad, en las onomatopeyas; pero no estoy enamorado de mi lengua, la quiero, pero no tiene demasiado peso en la ejecución de los poemas; pongo por encima de la propia lengua el contenido y el sentido de los poemas. Aunque ame mi lengua, no estoy embelesado.