Domingo 3 de mayo de 2009, p. a16
Dice el refrán que: De la vista nace el amor
, y el mundo editorial no se mantiene al margen de ese principio. Basta acudir a las secciones infantil y juvenil de cualquier librería para corroborarlo. Es imposible no terminar cuando menos azorado ante la diversa gama de títulos que existen dirigidos a esos públicos.
La mayoría de ese material destaca por lo atractivo de su edición, con portadas cuyos diseños, con multicoloridos fondos y alucinantes ilustraciones, son una irrechazable invitación a tomarlo y hojearlo, cuando menos.
Ese primer paso conduce a toparnos con que lo expuesto o tratado en el libro va casi siempre de la mano con el empaque. Inmejorable mancuerna entre belleza y contenido.
Botón de muestra son los cinco volúmenes reunidos en esta página, todo ellos novedades editoriales y que bien pueden ser una excelente opción para obsequiar en estos días a los chavos de todos las edades.
Esta pasarela de ensueños comienza con una hermosa edición de La caída de la casa de Usher, que su autor, el estadunidense Edgar Allan Poe, calificó como una de sus obras más complejas y mejor logradas.
Entre las virtudes de esta edición, realizada por el sello Nostra, destaca que se trata de una nueva traducción al español, hecha por Andrea Fuentes y Yeicko Sunner, quienes procuraron mantener fiel apego al espíritu narrativo del autor, determinado en esta obra por un lenguaje barroco y repleto de formas lingüísticas antiguas.
La propuesta del ilustrador argentino Diego Molina está basada en la novela gráfica y cada de sus imágenes representan una inteligente lectura de la angustiosa trama sicológica expuesta por Poe.
Poética por donde quiera que se le observe es la versión que Ediciones SM ofrece de un gran clásico de todos los tiempos, bajo el título Las mejores historias de las 1001 noches, una adaptación realizada por Árnica Esterl de ese conglomerado de relatos milenarios que no terminan nunca de sorprender y deleitar.
Los cinco cuentos allí congregados son testimonio del embelesante influjo que llegan a detonar en la imaginación y las emociones las historias que la bella Sherezada cuenta noche tras noche al rey Schahriar para salvar la vida.
Debidas a Olga Dugina, las ilustraciones son motivo de admiración y disfrute, debido a la delicadeza y finura en sus trazos, en los que irrumpen lo mismo imágenes realistas que fantásticas.
Más desgarbado resulta el libro Frankestein se hace un sandwich, en el que Adam Rex muestra su desternillante sentido del humor, con relatos e ilustraciones que recrean a monstruos emblemáticos en situaciones que, por cotidianas, resultan cómicas.
Y si no, ¿cómo imaginarse a Drácula en el dentista, o al hombre invisible reclamando al peluquero porque no le gusta el corte que le hizo, o la incomodidad del compañero de cuarto del hombre lobo ante la falta de higiene de éste?
Dónde está y qué hace la Luna cuando no se encuentra en el firmamento es el secreto que revelan Shira Gefen y Etgar Keret en Noches sin luna, cuyas ilustraciones, realizadas por David Polonsky, destacan por estar impresas sobre un papel que permite una serie de efectos ópticos. Mientras Tardes de invierno nos lleva por un poema de Jorge Luján y dibujos de Mandana Sadat en los que se destaca la inagotable capacidad de todo niño para hacer de lo cotidiano algo mágico y amoroso.