ace unos días tuve la oportunidad de visitar varios museos de ciencia en Europa, con el objeto de evaluar en forma comparativa el esfuerzo que estamos desarrollando en el Museo de Ciencias Universum de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM). El viaje fue muy interesante desde varios puntos de vista, porque, primero, las visitas no fueron simplemente un recorrido por los museos, como lo hace cualquier visitante, sino que se tuvo la oportunidad de conocer por conducto de los directores de los museos, el sentir filosófico que hay detrás de ellos, asunto importante, porque no sólo hay diversas formas de presentar la ciencia, sino que existen varias opiniones sobre lo que se busca promover sobre ello.
Por ejemplo, el magnífico Museo de la Caixa, en Barcelona, procura impulsar la curiosidad, mientras que el Palacio del Descubrimiento, en París, busca mostrar y hacer entender cómo se han hecho los diversos hallazgos a lo largo de los años. Es interesante señalar, por ejemplo, que La Coruña, pequeña ciudad de 250 mil habitantes, tiene tres magníficos museos de ciencia, siendo uno de ellos un acuario estupendamente montado, al que asisten miles de niños y jóvenes y donde les enseñan el gran valor que tiene el mar y sus habitantes. Desde luego, a mi juicio, el Museo de La Villette, en París, es espectacular y es gran museo de ciencias, donde se puede ver todo lo que ofrece la ciencia mediante un sistema interactivo muy bien montado.
Por su parte, el Museo de Artes y Oficios de París es único en el mundo. Muestra el gran valor de la tecnología y cómo se ha modificado a lo largo de los años. Desde luego, cabe señalar que tanto en España como en Francia han asumido la gran importancia que tienen los museos de esta naturaleza, lo cual da un valor específico muy importante a esta actividad. Adicionalmente, cabe hacer patente el hecho de que todos estos recintos son sostenidos por el Estado, ya que 80 por ciento de sus presupuestos provienen de ahí y 20 por ciento lo obtienen de fondos externos, como las cuotas de entrada y otras fuentes. Cabe también señalar que empresas diversas y señores del dinero asumen sus responsabilidades sociales y hacen, de vez en vez, importantes donaciones a los museos para que puedan presentar nuevas exposiciones sobre diversos temas. El Estado y algunos miembros de la sociedad en ambos países consideran importante impulsar la creatividad científica e inducir el acercamiento de los jóvenes hacia la ciencia, por lo que no escatiman esfuerzos para apoyar museos con temas científicos y de actualidad. Por ejemplo, el Museo de Ciencias La Villette, en París, tiene un presupuesto de 100 millones de euros al año y ocupa 90 mil metros cuadrados para todas sus salas. El museo está siempre en ebullición y con una enorme cantidad de visitantes.
Al hacer un viaje de trabajo de esta naturaleza no puede uno evitar hacer comparaciones. En países del primer mundo la ciencia tiene un lugar preponderante en la sociedad y los gobiernos entienden el valor que tiene esta actividad y, como consecuencia de ello, la apoyan y consideran que es muy importante entusiasmar a los jóvenes a acercarse a la ciencia, porque esto los hará mejores ciudadanos en el futuro. Otorgan presupuesto para los museos por razones de Estado. Allá éste invierte en su pueblo y quiere impulsar que los jóvenes tengan las mejores herramientas para su futuro, que al final de cuentas representa el futuro del país.
Aquí en la ciudad de México, la tarea del Museo de Ciencias se la han dejado a la UNAM, la cual sin duda ha hecho lo mejor que puede, dado los escasos recursos con que cuenta. Educar cuesta, educar bien cuesta más. Como siempre, el Estado mexicano no asume su responsabilidad como promotor de una de las actividades más importantes que hay en la vida de los países, que es la de educar a sus hijos, utilizando todos los medios que están a su alcance para hacerlo. Uno de ellos serían los museos de ciencia, y aquí en la ciudad de México esa responsabilidad la ha asumido la UNAM, sin que al Estado le importe un comino si tiene o no el suficiente presupuesto para llevar a cabo una de las tareas más enriquecedoras para la sociedad.