La cantante y narradora mexicana lanza disco y traducción de poemas de la canadiense
Me llevó dos años explorar los discursos de la literatura y la música, manifiesta la intérprete a La Jornada
Da a conocer el cd en la sala Carlos Chávez, en Ciudad Universitaria
Jueves 11 de junio de 2009, p. 4
Un disco y un libro bilingües lanza Carmen Leñero. Uno como cantante y el otro, como traductora. Ambos parten del universo poético de la escritora canadiense Lorna Crozier.
Los dos aparecen en español e inglés y se titulan igual: La perspectiva del gato (The Perspective of the Cat), verdadero diálogo intercultural entre dos idiomas, dos tradiciones literarias, dos poetas, y entre el discurso de la música y el de la poesía.
La antología (coedición de Trilce-Consejo Nacional para la Cultura y las Artes) se presentó anteayer en la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad Nacional Autónoma de México, mientras el disco, musicalización de algunos poemas del libro, se dará a conocer en un concierto de Carmen Leñero en la sala Carlos Chávez del Centro Cultural Universitario, hoy a las ocho de la noche, en el que además Crozier leerá varios de sus poemas en inglés y algunos en español.
Traición amistosa
Narradora, poeta, traductora y cantante, Carmen Leñero comenta en entrevista en su casa de Tlalpan sobre el libro y el disco, éste musicalizado con Mauricio Díaz y Alejandro Pérez Sáenz, y acompañado por el ensamble de jazz mexicano El Quinto Elemento.
–¿Por qué se acercó a Lorna Crozier?
–Desde que conocí su obra me encantó. Luego la conocí a ella, le pregunté si la habían traducido al español y me dijo que no. Entonces decidí traducirla y también cantarla, aunque se mostró un poco incrédula de cómo se iban a musicalizar esos poemas de verso libre. Trabajé en ello dos años y decidí producir el disco de manera independiente. A ella le gustó la grabación, porque no se había traicionado demasiado el espíritu de sus poemas.
–¿Cómo abordó su poesía en inglés para traducirla al español, y luego, cómo se musicalizó, que debió haber sido como una segunda traducción?
–Exactamente, fue una segunda traducción y más radical, aunque la canto en inglés y partes en español. Traté de ser muy fiel. No podía tratar de copiar la musicalidad en inglés, pero sí el que en español fluyeran musicalmente las traducciones. La música secreta de un poema es muy diferente a la musicalización propiamente dicha, que casi es la creación de una nueva obra. Comparte el espíritu del poema, pero aporta otro que la modula, para bien o para mal, y la convierte en algo distinta, en verdadero diálogo entre la voz y el lenguaje.
“Para la composición de la música leíamos el poema y la invención empezaba por lo melódico. Es como ampliar los intervalos que tiene el habla. Y una vez que teníamos más o menos una posible melodía, entonces trabajábamos en las secuencias armónicas, con leyes ya más musicales, de cómo hacer patrones, que a veces en los poemas no eran tan evidentes y además no tienen estribillos ni es metro regular.
La cuestión era qué podía encontrarse en cuanto a la musicalidad en inglés, que fueran patrones, esquemas, giros y movimientos que hacía el poema, y tratarlos de hacer también en la música. Yo me dejo guiar por la intuición y, sobre todo, por lo que en mí provoca el poema, y eso lo traduzco a mi lengua y a mi música y a mi manera de cantar. Es una traición, pero una traición amistosa.
–En las canciones se percibe blues, jazz, baladas, folk, country, pero también, por ejemplo, unos guiños a sones de México. ¿Es así?
–Sí, exactamente. Como siempre, sentí que una traducción de hecho ya es un diálogo entre dos lenguas, que son dos mundos culturales distintos, y además entre dos lenguajes como la literatura y la música, pues hay otro diálogo más en ese cruce.
Este disco quería ser un producto no sólo del diálogo entre la poesía de Lorna y mía, sino entre una poesía de tradición canadiense y un mundo espiritual mexicano. Quería que reflejara un diálogo con una mexicana. Y aunque pudiera llegar a un mercado hispanohablante más amplio, tuviera ese toque. Porque la relación entre Lorna y yo es poética, de comprensión. Y ese diálogo tiene que ver con nuestras culturas y estéticas.