Llegó a producir 100 kilos de droga de diseño
, informó la Marina
Domingo 14 de junio de 2009, p. 6
El cártel de los hermanos Beltrán Leyva necesitó más de 140 millones de dólares, tres meses para la preparación del terreno y la puesta a punto de los sistemas de producción para instalar en la sierra sinaloense el mayor narcolaboratorio de la droga sintética cristal, incautado por personal de la Secretaría de Marina el pasado jueves, como parte de la nueva estrategia gubernamental contra el crimen organizado en el llamado triángulo dorado, formado en los límites de Durango, Chihuahua y Sinaloa, informaron mandos navales.
Al menos tenían un mes produciendo y alcanzaron a generar unos 100 kilos de droga de diseño
, estimó el vicealmirante Jorge Humberto Maldonado Saucedo, comandante de la cuarta Región Naval, con sede en Guaymas, Sonora, pero que ahora, por cambios en la estrategia contra el narcotráfico, el personal a su mando tiene la encomienda de peinar metro a metro 80 kilómetros cuadrados de la sierra sinaloense, donde –en siete días que llevan actuando– ya dieron lo que se considera el mayor golpe en esta administración federal a la producción de drogas sintéticas
.
“El descubrimiento del narcolaboratorio se logró siguiendo lo que en apariencia eran cosas normales. Pero sucedió que nos encontramos un tendido eléctrico de más de tres kilómetros en una zona que parecía ir a ningún lado.
“Al seguir investigando, encontramos que se abrió con maquinaria un camino de terracería que conecta con la carretera Culiacán-Badiraguato (municipio considerado cuna del narcotráfico y capos como Joaquín El Chapo Guzmán Loera). Sin embargo, el camino fue cerrado con árboles y madera. Por aquí sólo se anda en cuatrimoto.
“Y luego, siguiendo el tendido de postes y cableado nuevos, descubrimos un gran depósito de agua en la cima de un cerro, y cuando nos vieron en lo alto del cerro, los que estaban en el narcolaboratorio huyeron”, narró uno de los comandantes del grupo de cientos de marinos que desde el jueves por la tarde se desplegaron varios kilómetros alrededor del sitio donde se almacenaban casi 50 mil litros de efedrina líquida”.
A simple vista, el sitio era un pequeño rancho o granja; desde el aire se aprecian dos palapas rodeadas de cientos de pacas de rastrojo, como si hubiera ganado que alimentar.
Buen camuflaje
En apariencia no hay ningún servicio público en la zona; los cerros y la vegetación cubren en parte el área y desde el aire no se aprecia que bajo las copas de los árboles se instaló un campamento al aire libre y que al menos una veintena de personas dormían en camastros de yute, sobre algunas cobijas y colchonetas que se colocaban en el suelo.
Aun estando a ras de piso, a primera vista no se aprecian las instalaciones hidráulicas ni de ingeniería; tampoco las mangueras de más de 300 metros de largo que servían para enviar los desechos tóxicos hacia la ladera de un cerro, y que desembocaban en un solo tambo, mismo que no se había llenado, pero que a decir de los mandos navales que incautaron el lugar estaba destinado a verterse en un río que cruza por la zona.
Para llegar al lugar, decenas de reporteros fueron trasladados en helicóptero desde el aeropuerto de Culiacán, vuelo que duró unos 20 minutos. Supuestamente son 46 kilómetros de distancia entre el narcolaboratorio y la capital sinaloense, pero por tierra es imposible llegar en vehículos normales.
Sin embargo, los narcotraficantes lograron, además del cableado y la instalación de un depósito de agua, perforar un pozo y montar un sistema de bombeo casi imperceptible, justo a un lado del poste donde termina el cableado eléctrico y está la caja de controles de la distribución de la energía, la cual ilumina ambas palapas, una que servía de bodega para los más de 49 mil litros de efedrina, gasolina, yodo y sosa cáustica, que luego se mezclan en la otra techumbre y se convierten en la goma (pasta) base de la droga, que una vez enfriada se puede convertir en pastillas de medio gramo que son consumidas principalmente por jóvenes.
No hace falta llegar al sitio para detectar que allí no hay ganado ni una granja; el olor a solventes envuelve el ambiente en unos 200 metros a la redonda. Por eso, en todo el lugar se ven mascarillas antigás colgadas de las ramas de los árboles.
“Era el principio de algo más grande, ya que hay muchos objetos para uso químico industrial nuevos; tenían cuando mucho un mes trabajando. Elaboraron unos 100 kilos de pasta base y se estima que podrían haber producido unas cuatro toneladas de cristal”, informó el vicealmirante Maldonado Saucedo.
El narcolaboratorio aún no ha sido desmantelado, se espera que una vez que el Ministerio Público tome conocimiento total de lo sucedido e inicie la investigación correspondiente, se decida qué hacer con los casi 50 mil litros de efedrina, que no pueden tirarse por la alta contaminación que generarían.