lamar a votar a unos contra otros de los que fueron juntos en 2006 es anular su fuerza. Más por menos o menos por más da menos: es una regla aritmética, y aplicada en política no es de estrategas, sino de sectarios. Lo extraño es que el llamado de Andrés Manuel López Obrador a votar por el Partido del Trabajo (PT) y Convergencia se basa, o justifica, en la supuesta traición del PRD a su movimiento, pero no abandona al partido del sol azteca que ha decidido destruir, transfiriéndole el porcentaje que le quita a su partido, al PRI y el PAN.
También extraña que Alejandro Encinas no será diputado por Izquierda Unida, que lo sustituyó por Miguel Bortolini, sino que está postulado por Nueva Izquierda, ya que nadie de los suyos lo defendió. Gracias a la estrategia de la confusión, el PRD pasa de ser segunda a una lejana tercera fuerza y el PRI apunta a convertirse en la primera desde la tercera.
¿Se hará cargo AMLO del resultado de su estrategia? Dirán que esto es falso y responderán con lo que dice él y sus candidatos leales: es para defender el registro de PT y Convergencia
, pero preguntamos: ¿cuáles son las condiciones del contrato entre AMLO-PT y Convergencia para el reparto de prerrogativas si les retiene el registro? ¿El proyecto alternativo de nación es ahora, en 2009, una lucha por las prerrogativas y los dineros?
Siguiendo la estrategia de Acapulco de anular el voto propio, PT y Convergencia no le quitarán un solo voto al PRI ni al PAN, sino al PRD, para que gane otro. Con ello López Obrador aplica de manera imaginativa la máxima divide y vencerás
, pero, a diferencia de los estrategas con causa, AMLO la aplica en su propio movimiento: es el único líder en el mundo que divide a su propia fuerza como estrategia para ganar.
Ojalá que al día siguiente de las elecciones el lopezobradorismo tenga los arrestos de reconocer la responsabilidad de anular su propia fuerza para favorecer a los adversarios. Pero eso mismo es paradójico, pues resulta un contrasentido cuando la presión desde la sociedad para abstenerse y anular el voto ha unificado a toda la clase política, desde AMLO, Beltrones, Paredes, Germán Martínez, Ortega, Kahwagi, Anaya, Dante y Gordillo, más Leonardo Valdés, y al Instituto Federal Electoral, quienes buscan ocultar la cifra de que la próxima legislatura estará constituida por diputados que lo serán con sólo 11 por ciento de los empadronados, al descontar a los que se abstengan (55-60 por ciento), los nulos (entre 8 y 11 por ciento), los partidos concesionados (9 por ciento entre todos) y la competencia entre PRD, PRI y PAN, arrinconados en 20 por ciento.
El voto nulo será más grande que PT, Convergencia, Nueva Alianza, Verde y PSD; la abstención y el voto nulo serán más grandes que los votos válidos por todos los partidos.
Sobre esto la declaración de Leonardo Valdés, consejero presidente del IFE, de que el voto nulo no afectará la elección ni a los partidos
, es por una razón muy clara: los partidos cobran sus prerrogativas y dietas, no por el número de votos ciudadanos, sino por el porcentaje. De esta manera, la confesión de Valdés aclara que la partidocracia no necesita del voto ciudadano, sino de los aparatos clientelares.
La falta de legitimidad de la próxima Cámara de Diputados dejará una paralización mayor y anticipa lo que será 2010, con más crisis económica y la ineptitud a todos los niveles de gobierno.
El estancamiento de las instituciones encargadas de cambiar, transformar y dinamizar las leyes deja la responsabilidad a la sociedad de tomar la iniciativa, pues el sistema de partidos ha roto el motor del país.
Un plan de emergencia nacional ante el fracaso de todos los que representan la política, hoy necesariamente debe llevar a una reforma integral del Estado y con ella de todo el sistema electoral. El 5 de julio no será el punto de llegada, sino el de partida para reiniciar una nueva marcha de expresiones y construcción de ciudadanía, la protesta y la propuesta. La falta de legitimidad del Congreso es la base para reformar desde abajo, desde la sociedad, incluyendo a todos los referentes políticos, ideológicos, sociales, y reconstruyendo el amplio movimiento democrático.
Una salida de emergencia y de salvación nacional, posterior a las elecciones, es obligada ante el peligro de una salida autoritaria a la crisis de legitimidad legislativa que se avecina y que han provocado el mismo IFE y los partidos. La crisis económica agravada debe enfrentarse con un mínimo de unidad política y social, ante las cuales la partidocracia está incapacitada.
El año de 2006 fue un momento para reformar a profundidad y enterrar el viejo régimen. Hoy, cuando el dinosaurio regresa por la incapacidad de la primera y segunda fuerzas, llega sin poder unificar al país y, al igual que el enano de mayor estatura, en medio de una falta de legitimidad extrema sólo equivalente a un golpe de Estado basado en el retroceso, la partidocracia y la confusión.
Que cada quien se haga cargo de sus decisiones. AMLO, por vez primera, ¿se hará cargo de las suyas?
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