a culpa fue del aparato de aire acondicionado, en la edificación vecina o del tipo que lo dejó encendido. La culpa fue de un inspector que no pudo darse cuenta (o que cobró por no darse cuenta) de la ausencia de extinguidores, alarma y salidas de emergencia.
La culpa fue de un albañil idiota que puso plafones de plástico combustible y de su jefe, que no lo instruyó sobre la improcedencia de ese acabado. O de unos desconocidos que pretendieron provocar un incendio en la bodega de junto para destruir papeles comprometedores que indicaban hechos de corrupción en algún nivel de gobierno. O de un funcionario federal de medio pelo que no revisó a conciencia las condiciones en que se encontraban esa y otras guarderías subcontratadas por el IMSS. O de los bomberos, por no acudir al lugar de la catástrofe en los primeros segundos de la tragedia, o por no haber hecho rondas regulares por la zona.
La culpa es de la crisis económica, que no ha permitido invertir en el bienestar de la población todos los recursos que los gobernantes, ordenados y generosos, desearían, y que los ha obligado a buscar mecanismos para abaratar las prestaciones. La culpa es de Zedillo, de Echeverría, de Lázaro Cárdenas, de Pascual Ortiz Rubio, quienes no previeron el crecimiento en el número de derechohabientes.
La culpa es de los derechohabientes, que meten a sus hijos en guarderías del Seguro en lugar de pagar, como se debe, en establecimientos privados, más pequeños y con atención personal garantizada. La culpa es de los clasemedieros y de los pobres, los que no se han esmerado lo suficiente en conseguir una palanca, una influencia, un parentesco para hacer un poco de capital y poner, ellos, negocios como la ABC. La culpa es de quienes todavía no se convencen de la conveniencia de ordeñar al Estado en esa y en otras clases de contratos prósperos.
La culpa es de los sonorenses, por vivir en un lugar tan cálido que se requiere de un cooler por cada 10 metros cuadrados. O de los investigadores científicos, quienes desgraciadamente aún no tienen lista una alteración genética que permita desarrollar bebés no inflamables. La culpa es de Colosio, quien se dejó asesinar e incumplió de esa forma su deber de impedir que el cuidado de los menores fuera dejado al ai’ se va, al haiga sido como haiga sido que permiten el aprovechamiento a fondo de oportunidades sexenales.
La culpa es de quienes no quieren que este país progrese, carajo, de los que todo lo ven negativo, de los pesimistas que descalifican y se lamentan en vez de hacer propuestas factibles y formular críticas constructivas. La culpa es de los narcos, quienes obligan al gobierno a destinar grandes recursos al combate contra las drogas e impiden de esa forma que las instituciones públicas se hagan cargo de sus tareas sin tener que recurrir a los esquemas de subrogación.
Los tres niveles de gobierno colaboran activamente en la promoción del empleo, en multiplicar las oportunidades de negocio para reactivar la economía, en atender con seguridad, calidad y dignidad las necesidades de la población, en el esclarecimiento de hechos trágicos que todos lamentamos y que, ya ven, tienen múltiples responsables posibles. No se encubrirá a nadie, se aplicará la ley sin excepciones, la estrategia es la correcta, marchamos con rumbo firme, los enemigos de México no van a derrotarnos. Bla, bla, bla.
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