La presión de las televisoras a las autoridades electorales y el anuncio del Congreso de la Unión de revisar la legislación recién modificada, aun antes de que se lleven a cabo los comicios del 5 de julio, presagian que en realidad se trata de una contrarreforma que inclusive podría reventar el marco legal en la materia, sostuvo John Ackerman, integrante del Instituto de Investigaciones Jurídicas (IIJ) de la Universidad Nacional Autónoma de México.

Compilador del libro Nuevos escenarios del derecho electoral: Los retos de la reforma de 2007-2008, Ackerman sostiene que el incumplimiento de todos los cambios a la legislación es un elemento que podría calificarse de sabotaje a la misma, desde su origen, ya que en realidad se trataba de una modificación normativa fundamental en muchos aspectos.

El investigador estima que hay asuntos que requieren ser afinados para que operen de mejor manera, pero en el caso de las autoridades electorales es deplorable que no ejerzan las facultades que les confiere la reforma. Si hay algo peor que no tener facultades es tenerlas y no ejercerlas, porque eso da una sensación de impunidad y mayor decepción ciudadana, resaltó.

Entrevistado en el IIJ sobre la publicación del libro, en el cual se analizan los alcances de lo que podría definirse como una reforma de vanguardia en muchos aspectos, como el cambio en el modelo de comunicación política en los procesos electorales en México, Ackerman sostuvo que en muchos casos las modificaciones no se complementaron, lo cual ha generado importantes vacíos que se han evidenciado en meses recientes.

Paralelamente, subrayó, esto se ha vinculado a un proceso evidentemente inadecuado en la selección de los consejeros del Instituto Federal Electoral (IFE) y magistrados del Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación, en cuyo desempeño se han evidenciado intereses políticos.

El equilibrio interno del Consejo General (del IFE) no ha sido el adecuado para consolidar este modelo de reforma electoral, y se están aprovechando de eso los concesionarios de radio y televisión, expresó.

Consideró que entre los consejeros hay una especie de nostalgia por ser buenos burócratas, dedicados a capacitar funcionarios de casilla, organizar las elecciones y eludir las nuevas responsabilidades. Hay una dinámica de presión, derivada de la reforma que los consejeros no han asimilado en su papel.

A juicio de Ackerman, en la instrumentación de la reforma hay cierta abdicación de magistrados y consejeros en sus funciones, lo cual ha dado pie a que exista la tentativa de reventar no sólo la reforma, sino todo el modelo. De lo contrario no estaríamos hablando antes de la elección de una nueva modificación. En los hechos, deberíamos esperar a que pasen los comicios para hacer un corte de caja.