Propone amenizar bodas, funerales, bautismos, cumpleaños y divorcios
Tratamos de mostrar los problemas económicos de la orquesta como en comedia, dice su director
Miércoles 1º de julio de 2009, p. 4
La Orquesta Filarmónica de Belgrado ha vivido muchas peripecias en los 20 años pasados. Yugoslavia ha sido reinventada en configuraciones diferentes, cada vez de menor tamaño, hasta disolverse por completo con el divorcio de Serbia y Montenegro. Belgrado ha pasado de ser la capital del Estado comunista favorito de Occidente a un paria belicoso, blanco de 78 días de bombardeos de la OTAN, y de ahí al más reciente solicitante de ingreso en la Unión Europea. Y durante todo ese tiempo la banda ha seguido tocando.
Resulta irónico que, ahora que Serbia tiene una perspectiva real de reunirse con Occidente, el fruto más logrado de la cultura clásica occidental de su capital esté luchando por sobrevivir. Pero ésa es la idea detrás de un anuncio aparecido en fecha reciente en los diarios de la ciudad, para consternación de los lectores.
La Orquesta Filarmónica Nacional, con 85 años de tradición y un rico repertorio, puede ahora tocar en su casa por un precio razonable
, rezaba el anuncio. Sus 96 músicos perfectamente adiestrados
ofrecían tocar “en bodas, funerales, bautismos, cumpleaños, divorcios y onomásticos… tenemos atuendos apropiados para todas las ocasiones.”
Al borde del abismo
¿Hablaba en serio la Filarmónica de Belgrado? ¿Presentarse en fiestas de bar mitzvah con traje de pingüino completo?
Fue nuestra forma de llamar la atención del gran público a los problemas de la Filarmónica, de mostrar nuestros problemas económicos en forma absurda, como de comedia
, explicó el director de la orquesta, Ivan Tasovac, de 42 años.
La orquesta, en efecto, está en serios problemas. Luego de marchar cuesta arriba desde el final de las guerras en Yugoslavia, resucitando desde la casi extinción, ahora resbala por otra pendiente a causa de la recesión global. Serbia ha recortado su presupuesto para cultura de 78 a 56 millones de euros (mil 446 a mil 38 millones de pesos), de los cuales sólo 1.5 por ciento va a la orquesta. Al igual que otras importantes instituciones nacionales, como el Teatro Nacional y el Museo Nacional, se encuentra al borde del abismo.
Sin embargo, mientras la alta cultura languidece, el gobierno gasta millones de euros en actos comerciales como un festival pop llamado Exit, en la ciudad norteña de Novi Sad, y en un popular festival de trompeta folclórica en la ciudad de Guca, en el centro del país, los cuales atraen cientos de miles de jóvenes de toda la ex Yugoslavia y más allá. Se invierten millones en subsidiar conciertos de estrellas como Santana (en julio) y Madonna (en agosto), a los cuales sin duda concurrirán decenas de miles de fans.
Los críticos se quejan de que financiar esos espectáculos, aunque sin duda impulsan el turismo, es un uso incorrecto del presupuesto nacional para cultura. Entre tanto, los atrilistas de la Filarmónica de Belgrado reciben sueldos irrisorios según normas internacionales. Los de más alto rango ganan 700 euros (poco menos de 13 mil pesos) al mes, pero la mayoría perciben la mitad. “No es extraño –deploró Tasovac– que, para sobrevivir, los miembros de la orquesta tengan que güesear en sesiones de improvisación o acompañando a cantantes folclóricos.”
Todo es relativo, por supuesto: ahora que se acerca la membresía en la UE, la orquesta ha comenzado a comparar con tristeza sus prestaciones con las de sus contrapartes occidentales. En los días del presidente Slobodan Milosevic, el salario de un músico equivalía a unos cuantos dólares al mes, y el edificio de Belgrado en el que se alojaba la orquesta estaba al borde del derrumbe. También se le usaba para conciertos de fin de cursos escolares, y los padres que acudían a escuchar los chirridos de sus niños se preocupaban de que la construcción pudiese venirse abajo alrededor de sus orejas. Los asientos estaban rotos, al igual que el aire acondicionado, por lo cual tanto los ejecutantes como el público casi se sofocaban.
Luego de la caída de Milosevic, en 2000, tras la guerra de Kosovo, la Filarmónica experimentó un renacimiento sin precedente. Su hogar se sometió a una reconstrucción sustancial y el auditorio se renovó por completo. Hoy el aire acondicionado es perfecto y desafía el calor asfixiante de junio en Belgrado. En los pasillos de mármol blanco, ligeramente perfumados, resuena el eco de los pasos de una formación de músicos cuya edad promedio es de 30 años. Muchos realizaron estudios en el extranjero, como el propio Tasovac, y comenzaron su carrera fuera de Serbia, a la cual regresaron después de 2000 con la esperanza de un futuro más luminoso. De entonces a la fecha la orquesta ha realizado giras mundiales y tocado ante los auditorios más refinados, y también ha tenido como huéspedes a famosos artistas extranjeros, como Zubin Mehta, Sarah Chang y Nigel Kennedy.
Renacimiento gratificante
Pero todo está en peligro hoy
, advirtió Tasovac. De ahí el anuncio en broma.
El efecto fue casi instantáneo. En el curso de 36 horas surgió un grupo de apoyo en Facebook, con varios miles de miembros. “Con el anuncio dimos impulso a nuestro público –señaló el director–. Son las personas que saludaron con gran entusiasmo la caída de Milosevic, las mismas que el año pasado eligieron presidente de Serbia al pro europeo Boris Tadec.” A la vez, el anuncio atrajo creciente respaldo de nuevos aficionados a la música, más jóvenes.
Ahora los amantes de la música clásica esperan que el profesionalismo de Tasovac, sus capacidades comerciales y su carisma permitan a la orquesta sortear la crisis. Y el ingenio del anuncio de tocaremos donde sea
es intrínseco del nuevo atractivo de la orquesta, en el mismo espíritu, comenta Tasovac, de las protestas jocosas contra Milosevic en la década de 1990, que según el director hicieron más por precipitar su derrocamiento mediante una revuelta popular que el aislamiento de Serbia por Occidente.
Para dar las gracias por la abrumadora muestra de apoyo, la orquesta presentó hace poco un Concierto de Gratitud
en su sede, ante un salón atestado y con decenas de miles más escuchando por Internet. Durante los noventas, los valores de la clase media casi murieron aquí
, comentó entonces Mirjana Jankovic, de 53 años, residente de Belgrado. Es bueno verlos presentar un renacimiento.
“Sé que la música clásica es tan popular en Serbia como el cerdo rostizado en Teherán –añadió Tasovac–. En ese sentido, Serbia no es diferente de otras naciones. Pero con un poco de sentido del humor hemos atraído la atención del público hacia lo que es uno de los mayores símbolos serbios, y hacia sus problemas económicos.”
© The Independent
Traducción: Jorge Anaya