Tensa calma en Xinjiang, tras los incidentes violentos del lunes
Miércoles 15 de julio de 2009, p. 22
Pekín, 14 de julio. Grupos antidisturbios patrullaban el barrio musulmán de Urumqi, que este día se mantenía en calma tras los incidentes la víspera que cobraron la vida de dos uigures por disparos de la policía, mientras el gobierno chino dijo que tomará las medidas necesarias para proteger a sus trabajadores en el extranjero, tras las amenazas de Al Qaeda contra los expatriados chinos para vengar la muerte de uigures en Xinjiang.
En Urumqi, capital de Xinjiang, habitada mayoritariamente por musulmanes de la etnia uigur, la circulación de vehículos estaba restringida y la mayoría de comercios cerrados, así como la principal mezquita de la ciudad, luego de los sucesos de ayer.
La agencia China Nueva detalló hoy que tres uigures entraron el lunes en la mezquita e incitaron a los 150 fieles musulmanes allí congregados a la Jihad (guerra santa). Cuando fueron expulsados del templo por el imán, dos sacaron cuchillos y persiguieron a los guardias de seguridad de la mezquita, tras lo cual fueron detectados por una patrulla de la policía china, que abrió fuego y mató a dos e hirió a un tercero.
En este contexto, el portavoz del Ministerio de Relaciones Exteriores, Qin Gang, afirmó que China estará alerta a los acontecimientos y trabajará con otros países para garantizar la seguridad de las instituciones y trabajadores chinos en el extranjero, tras las advertencias de Al Qaeda.
Según el South China Morning Post de Hong Kong, la rama magrebí de Al Qaeda amenazó con atacar a trabajadores chinos presentes en el norte de África para vengar a los musulmanes uigur que murieron durante los disturbios en Urumqi el 5 de julio. Las violentas protestas por disputas étnicas dejaron 184 muertos y unos mil 600 heridos, según un balance de las autoridades regionales.
Sin embargo, la disidencia uigur en el exilio cifra en miles el número de muertos uigur y denunció que los disturbios estallaron tras la brutal represión de la policía de una manifestación pacífica de uigures, el 5 de julio.
Qin, que aseguró que la mayoría de los muertos eran de la etnia han, defendió las medidas tomadas durante los disturbios, y rechazó las acusaciones del primer ministro de Turquía, Recep Tayyip Erdogan, quien denunció el proceder de las autoridades chinas como una forma de genocidio. Esperamos que los musulmanes conozcan los hechos y entonces entenderán y apoyarán la política religiosa nacional, así como las medidas que tomamos
, dijo Qin.
Por lo pronto, los exiliados uigures pidieron apoyo a los tibetanos en su protesta contra el gobierno chino, tras definirse a sí mismos como víctimas del colonialismo chino
, en una carta enviada al Dalai Lama.