En 1989 tuvimos las condiciones para derrotar el charrismo y tomar el sindicato, recuerda
La profesora Martha López llama al magisterio a organizarse para defender la educación pública
Domingo 2 de agosto de 2009, p. 14
Veinte años después, Martha López sigue convencida de que fue el movimiento magisterial y no el PRI ni el entonces presidente Carlos Salinas de Gortari quienes derrocaron a Vanguardia Revolucionaria y al cacique sindical Carlos Jonguitud Barrios. Lo hicimos los más de 500 mil profesores en esa máxima e histórica protesta
, afirma categórica.
Enseguida, sin embargo, la maestra de primaria y activista por décadas de la Coordinadora Nacional de Trabajadores de la Educación (CNTE) en el Distrito Federal lamenta que en 1989 el Estado aprovechara para sus fines la rebeldía magisterial, porque nosotros nunca pensamos que iba a tener tal trascendencia nuestro movimiento
.
Explica, a la distancia, que en ese entonces los maestros “no sólo podríamos haber derrotado al charrismo sindical –que sí lo hicimos– sino haber ganado todo el sindicato, (pero) no tuvimos la visión clara y nos quedamos cortos de miras al querer tener sólo la dirigencia de la sección 9”.
A propósito de la reciente presentación de su libro El movimiento magisterial en la primavera de 1989, texto producido originalmente como tesis de su licenciatura en sociología por la Universidad Autónoma Metropolitana (UAM), la profesora Mar-tha López repasa para sí y sus compañeros no sólo los antecedentes históricos de aquel movimiento, su génesis, demandas y momentos culminantes, sino incluso sus errores de estrategia.
Definitivamente sí teníamos las condiciones idóneas para haber arrebatado el SNTE y así impedir que esta mujer, Elba Esther Gordillo, hubiese hecho el daño que aún provoca
, insiste ella, quien enfoca su activismo hacia el rechazo a las condiciones impuestas a los docentes en la llamada flexibilización laboral.
A este nuevo esquema del trabajo magisterial, aplicado por las autoridades educativas, atribuye su percepción de que existe cierto decaimiento en la lucha magisterial, “porque los compañeros –sobre todo los recién egresados– trabajan por contrato, no tienen base y eso representa una forma de control burocrático administrativo, así como un salario miserable”.
En su conversación con La Jornada, Martha López, formada en la Escuela Nacional de Maestros (1980-1984), se indigna también ante las maniobras
impulsadas por la dirigencia del SNTE en todos estos años –y de manera más abierta a partir del año pasado– para despojar de la dirigencia sindical al movimiento democrático de los maestros de educación básica del Distrito Federal.
Asegura que el comité seccional que encabeza María Teresa Pérez Ramírez llegó tras una elección espuria y dirige un elefante blanco porque no realiza ninguna defensa de los derechos de los compañeros
. Y a su vez, los maestros de la coordinadora tienen su propio comité de sección, hacen gestoría y tienen el edificio sindical.
De ese modo y dispuesta a no claudicar, a mantenerse fiel a la lucha gremial y a defender a la educación pública, Martha López quiere que su libro sea visto por las nuevas generaciones de docentes como una inspiración
para retomar aquellas formas de organización que tanto lograron en 1989 e idear otras nuevas para conseguir sus reivindicaciones.
Que ellos sepan que sólo así podemos tener mejor calidad de vida y mantener los derechos laborales y la educación pública, de la cual muchos nos hemos beneficiado. La única manera que podemos defender al pueblo es organizándolo junto con los mejores maestros
, afirma.
Lo dice así, porque (siempre al frente de su grupo en una escuela pública de Iztapalapa y renuente a encumbrarse siquiera como secretaría general de su delegación sindical) la maestra establece que ‘’la forma en que hemos podido avanzar ha sido gracias a nuestros grandes aliados: los padres de familia. Ellos han estado siempre de nuestro lado, han sabido que la nuestra es también su lucha”.