La salida de Arganis, tras bambalinas
Didrickson y Elba Esther
n la entrega anterior, hablamos, de pasadita, de la recomposición en el tablero de mandos del equipo de Marcelo Ebrard, decisión que durante un buen tiempo fue postergada por el mismo jefe de Gobierno, que al parecer extendió los plazos para hacer las reconsideraciones necesarias, y para asegurarse de que los cambios servirán para consolidar el proyecto de gobierno que ha ido desarrollando en los dos años y medio de su gestión.
El diseño que se tenía planteado para efectuar los cambios se vio necesariamente afectado por el resultado de las elecciones pasadas. Gente de la mayor importancia como Guadalupe Loaeza, o el maestro Bernardo Batiz, quedaron fuera del esquema original al no haber obtenido los puestos que estuvieron en juego el 5 de julio anterior, no obstante son cuadros que el gobierno de la ciudad no puede darse el lujo de perder.
Las renuncias que se anunciaron no fueron del todo así, aunque en el caso de Jorge Arganis, ahora ex titular de la Secretaría de Obras, la historia respalda el dicho del jefe de Gobierno, es decir, que fue la petición del funcionario para separarse del puesto en cuanto se terminaran las obras que se habían prometido la que determinó su salida, pero hubo elementos que distorsionaron lo que pudo haber sido una renuncia sin mayores problemas.
Aunque Arganis asegura que la separación del cargo se dio de la mejor manera, hay una historia que relata algunas diferencias con la versión oficial. Para empezar, la dimisión que Arganis propuso se dio en medio de las presiones que suscitó la desesperación de la gente que día con día sufrió el caos que provocaron los frentes de obra que se dieron por toda la ciudad, pero pasó tanto tiempo, y las obras se entregaron, casi todas en las fechas convenidas –unas antes otras más tarde–, que la renuncia parecía algo olvidado.
Por eso cuando en la noche del miércoles pasado el funcionario fue citado en las oficinas de Marcelo Ebrard, nadie suponía que fuera para recordarle su sugerencia. Poco antes, en las oficinas que ocupan los asesores del jefe de Gobierno se colaba, como rumor, lo que ya estaba decidido.
Arganis aceptó dejar el puesto, pero se fue molesto porque no era necesaria la intervención del rumor ni de la insidia para que él honrara su palabra. En las mismas oficinas del gobierno citadino hay quienes aseguran que el cambio, ahora, ya resultaba inecesarario, y que la llegada de Aboitez al primer escenario del gobierno, dado que lo más pesado de los trabajos en la ciudad, como dijimos, ya estaba concluido, sólo es parte de la grilla que se montó desde el cuarto de asesores del mismo jefe de Gobierno.
Por lo que hace al cambio en las oficinas desde donde se busca dar protección a los adultos mayores, y que desde el viernes está a cargo de Rosa Icela Rodríguez, el cuento toma otro sentido. El trabajo que durante los pasados nueve años realizó la funcionaria justificaría con creces su arribo al mando del programa social estrella del gobierno, pero es indudable que con esa población se tiene que ejercer una labor más de fondo, y de mayor atención a las necesidades que requieren los adultos mayores. No queremos decir con esto que las tareas no se hubieran cumplido, sino que hay que reforzarlas, y para eso nadie mejor que Rosa Icela, quien durante mucho tiempo ha trabajado cobijada por la discreción, pero auspiciada por la efectividad en el quehacer. Todo lo demás, lo que pasó, y lo que puede venir, es parte del cambio de velas que requiere el navío de Ebrard que tiene que sortear aun muchos mares embravecidos antes de arribar al puerto que le marca su brújula.
De pasadita
¿Será, como dicen, fue cierto que en la salida de Axel Didrickson intervino la peludísima mano de Elba Esther Gordillo; habría muchos que por fin le hallaron el talón de Aquiles a Marcelo Ebrard? ¡Aguas!