La siembra de coco tiene un alto impacto social en las comunidades más pobres y marginadas de las costas de Guerrero, Oaxaca, sur de Veracruz y Tabasco, pues en una hectárea con 140 palmas se pueden llegar a producir 20 mil frutas al año, lo que deja un ingreso de 30 mil pesos anuales, afirmó el presidente del Consejo Nacional del Cocotero, Mauricio Barreto Peralta.

Actualmente dicho cultivo ocupa 80 mil hectáreas en 12 estados, de los cuales Guerrero ocupa el primer lugar, con 45 mil hectáreas y 16 mil productores. Le siguen Colima con 15 mil hectáreas y 845 campesinos, y Tabasco con 14 mil hectáreas y 4 mil 500 agricultores.

Existen 35 industrias dedicadas al aprovechamiento del coco y sus derivados, entre ellas Industrias del Sur, que se localiza en Guerrero, y Empresas de Copreros Unidos por Tabasco, cuya participación mayoritaria es campesina.

Barreto apuntó que en los recientes cinco años los apoyos financieros para esta fruta pasaron de 9 a 39 millones de pesos, y aunque no es de alto consumo gastronómico, sí tiene una alta demanda en las industrias jabonera, repostera y galletera.

Anulamente, informó, se obtienen 50 mil toneladas y paulatinamente se abren mercados en Estados Unidos, pues a California y Texas se exporta el fruto entero y rayado, y a otros estados de ese país se vende fibra.

En 2008, dicha actividad generó ingresos por mil 200 millones de pesos; en este año se espera cerrar con un incremento de 10 por ciento, y, agregó, que aunque México tiene competidores como India, Filipinas, Indonesia y Brasil, si se inviertiera en tecnología se podría avanzar, pero se requieren estímulos del gobierno federal, como precios preferenciales en energía eléctrica.

La harina de coco se utiliza como alimento para ganado; las hojas del árbol que lo produce sirven de forraje; el polvo de la estopa se aplica en suelos arenosos para mejorar la retención del agua y la textura del suelo para la agricultura.

Asimismo, los productos residuales de la extracción del aceite se usan para preparar abonos orgánicos y la fibra sirve de sustrato hortícola alternativo en el cultivo sin suelo; la madera se emplea para la fabricación de casa, puentes y muebles, y la estopa de material aislante. Con las hojas se elaboran canastas, sombreros y alfombras, y con la concha se fabrican botones, entre otros usos.