a legendaria galería Pecanins ha tenido la excelente idea de montar una exposición de trabajos recientes de dos pintores a los que cuadra, sin demasiadas dificultades, el calificativo de expresionistas: Phil Bragar y René Freire. Como bien acotó Arturo García Hernández, al escribir la nota de la inauguración de esta exhibición para La Jornada: se trata de una muestra que reúne dos sensibilidades diferentes, dos maneras de ver el arte y la vida, dos generaciones, dos culturas
. No sorprende, ya que se trata de un par de artistas cabales, que podamos atestiguar dos sensibilidades diferentes, lo mismo que dos maneras distintas de ver el arte y la vida. Sí sorprende, en cambio, que dos generaciones –media un cuarto de siglo entre los nacimientos de ambos pintores– y de dos culturas tan distintas y distantes, como la estadunidense de Nueva York y la mexicana de la capital, muestren una afinidad centrada en las posibilidades pictóricas del expresionismo. Expresionismo figurativo, en el caso de Phil Bragar, y expresionismo abstracto, en el caso de René Freire: dos movimientos artísticos separados, a su vez, por una cultura y una generación. Dos movimientos en uno: al expresionismo más que mostrar el mundo tal como es, le ha interesado el mundo tal y como lo siente el artista; y todavía más que la impresión que del mundo tiene el artista, su sentida expresión. De aquí su marcado carácter individualista y con frecuencia contestatario, así como sus afinidades con todas las formas artísticas que comparten este anhelo, como podría ser el blues. Phil Bragar y René Freire cantan con sus pinceles en estos cuadros un muy sentido blues.
Blanco y negro es el título de la muestra, si bien nos queda claro que en estas telas la voz cantante la lleva –como casi siempre sucede cuando de blues se trata– el negro. Aunque hay excepciones: sin ir más lejos –y ya que es en la galería de las Pecas que se exhibe esta obra– aquí tenemos en México a Betsy Pecanins. Y más allá, un solo botón basta y sobra como muestra: Mick Jagger cantando Paint it black: “Black as night, black as coal/ I wanna see the sun blotted out from the sky/ I wanna see it painted, painted, painted, painted black”.
Negro como la noche, negro como el carbón/ quiero ver al sol borrado del cielo/ quiero verlo pintado, pintado, pintado de negro.
Y si de blues y rock y de negros se trata, ¿cómo olvidar aquella frase de Los Bravos, la única banda española que se hizo escuchar en la escena internacional en los años 60: black is black…? Sólo que tanto Phil como René, como buenos pintores que son, de inmediato pondrían sus reparos a esta aseveración: en pintura, el negro no es negro. O no sólo negro. En otras palabras: el negro es muchos negros. Es, incluso, otros muchos colores.
René Freire muestra en estas nuevas telas, a veces dípticos y hasta trípticos, grandes trazos negros, un poco a la manera de Franz Kline, sobre un fondo de grises lavados y deslavados, escurridos, que le dan a cada cuadro la sensación de un ideograma visto muy de cerca, lo mismo que de un paisaje rabiosamente urbano: puentes de hierro, vigas y estructuras metálicas a través de las cuales se intuye lo que puede ser o pudo haber sido un entorno más natural. Temas y asociaciones caros a los escritores Beats, que desde Nueva York y San Francisco templaron la sensibilidad de la posguerra, preparando el camino de las grandes transformaciones que estaban por venir en los años 70.
Phil Bragar, por su parte, muestra una serie de cuadros muy oscuros iluminados siempre por la presencia humana: un rostro o dos que asoman con sus grandes ojos abiertos por entre la negrura de la época, la ciudad, la tristeza, la soledad… Rostros que, aunque son siempre distintos –no olvidemos que Bragar ha realizado a lo largo de su vida innumerables retratos sui generis trabajando con modelos– simple y sencillamente no pueden dejar de evocar el rostro de su muy querida esposa Carlota, fallecida hace poco tiempo, y cuya ausencia y cariño Phil Bragar convoca y exorciza en estas impresionantes telas que conmueven, como toda su obra, por su fuerza y su sinceridad.
*A Tere y Ana María Pecanins