a octava edición de la Semana de cine alemán, actividad que anualmente presenta con éxito creciente la Cineteca Nacional, refrenda lo insoslayable: sin la revisión puntual de la producción más representativa de este cine, el público mexicano tendría sólo tres o cuatro títulos como conocimiento global de lo que ha producido Alemania desde la caída del muro.
Tendría como referencias principales la cinta parteaguas que prefigura una narrativa moderna, Corre Lola corre (Lola rennt, de Tom Tykwer, 1998), luego La caída (Der Untergang, de Oliver Hirschbiegel, 2004), crónica de los últimos días del régimen nazi, con la formidable caracterización de Bruno Ganz como Adolfo Hitler; también La orilla del cielo (Auf der andere Seite, de Fatih Akin, 2007) o La vida de los otros (Das Leben der Anderen, de Florian Henckel von Donnersmarck, 2007).
Estos éxitos internacionales, muy meritorios, han eclipsado la apreciación cabal de muchos títulos y nombres nuevos en el cine alemán contemporáneo, muy esperados y populares en los festivales, pero sin presencia mayor en las carteleras comerciales.
A partir del jueves próximo, y durante diez días, la nueva muestra de cine alemán rescata así algunas propuestas innovadoras. Una de ellas, cinta inaugural del ciclo, es En las nubes (Wolke 9), de Andreas Dresen, perturbadora radiografía de la relación sentimental de una pareja septuagenaria, en crisis por la intrusión en su vida conyugal de un vecino, también adulto mayor. La novedad del tratamiento (personajes ancianos conducidos de la periferia habitual al centro de una narrativa sobre el deseo), la expresión de una sexualidad lo suficientemente funcional como para derribar los prejuicios sociales más arraigados, y la sobria agilidad del relato, confirman la originalidad de la propuesta.
Otros títulos incluyen: Jerichow, de Christian Petzold, otra exploración del tema del adulterio, con implícitas referencias a El cartero siempre llama dos veces, de James M. Cain o al clásico de Emile Zola, Thèrese Raquin. Petzold, un realizador en deuda con el cine de Alfred Hitchcock, y de quien hace poco se exhibió su relato semifantástco Yella, es uno de los artistas más prometedores en Alemania. Jerichow no desmiente la reputación conquistada.
Otro cineasta, favorito de festivales, es Hans Christian Schmid (conocido en México por Réquiem, 2006), quien en su documental El maravilloso mundo de la lavandería observa el trabajo femenino agotador, mecanizado y mal pagado de lavanderas polacas al servicio de hoteles de lujo en Berlín, analizando las relaciones afectivas de estas trabajadoras y una dinámica de explotación estrechamente vinculada a la globalización laboral. Para Petzold, Schmid y toda una nueva camada de directores jóvenes, Berlín y su trepidante vida cultural es tema central en documentales y narrativas novedosas. Berlin calling, de Hannes Stohr, un cineasta lanzado a la fama con Berlin is in Germany (2001), muestra a la capital germana como un microcosmos de comportamientos anómalos, revueltas generacionales y expresiones diversas de protesta, espejo magnificador de las inquietudes juveniles.
El DJ Ickarus se desvive, deprime y recupera anímicamente mediante el rock y las drogas, transformando el asilo siquiátrico en el que está recluido en el laboratorio de sus innovaciones musicales. La idea es estupenda y la banda sonora todo un agasajo. También en los terrenos de la música y el inconformismo social figura, como evocación histórica, Hilde, de Kai Wessel, biografía sentimental de Hildegarde Knef, cantante y actriz emblemática de la posguerra, y protagonista de Los asesinos están entre nosotros (Wolfgang Staudte, 1946). La cinta tiene un innegable valor testimonial, aunque su factura remite a las rutinas del telefilme y de la biopic convencional. Permite sin embargo la aproximación a un multifacético personaje artístico de la época de la reconstrucción alemana.
Los títulos restantes, Dr. Alemán, de Tom Schreiber; En invierno hace un año, de Caroline Link; El punto rojo, de Marie Miyayama, y A mediados de agosto, de Schipper, abordan, con fortunas diversas, la incomunicación amorosa, el conflicto doméstico, y las contradicciones del compromiso moral de un médico alemán, de frente a un contexto social (el narcotráfico en Colombia) que a un mismo tiempo le fascina y agobia.
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