Santiago, 19 de agosto. Indígenas mapuches reiniciaron hoy en el sur de Chile la toma de tierras que consideran ancestralmente suyas, una semana después de que fuera asesinado por la policía un activista de esa etnia en una acción similar en la región de la Araucanía.

Paralelamente, siete líderes indígenas encarcelados iniciaron una huelga de hambre en protesta por la decisión de separarlos. El líder histórico, José Santos, presidente de la Organización Nacional del Pueblo Mapuche Admapu, dijo que ante la desesperación que los agobia algunos hermanos se lanzan a recuperar sus tierras.

La movilización afectó a un predio de Ercilla, que ya fue ocupado en otras 61 ocasiones por comuneros mapuches, como señaló su dueño, René Urbán.

La policía, criticada por su conducta en el crimen del mapuche Jaime Mendoza, baleado por la espalda la semana pasada, desalojó también esta vez a los activistas indígenas de Temucuicui.

La toma, llevada a cabo por unos 30 mapuches, ocurre en momentos que una comitiva presidencial recorre la zona con la intención de restablecer contactos con comunidades de esta etnia.

La idea es retomar el diálogo y generar confianzas, dijo el viceministro de la Presidencia, Edgardo Riveros, enviado por la presidenta Michelle Bachelet a la región, a 700 kilómetros de aquí.

Tras reuniones con prelados y líderes indígenas, Riveros mostró optimismo. La inmensa mayoría (de los mapuches) busca una solución mediante el diálogo. Los sectores que radicalizan la situación son minoritarios, dijo.

La crisis tiene su origen en la demanda de recuperación de tierras ancestrales de estas comunidades originarias, en las que algunos grupos exigen crear un país mapuche, opción rechazada por todos los partidos políticos.

La muerte de Mendoza es censurada por la Iglesia católica. En el fondo de este conflicto está la discriminación de un pueblo en que, según cifras oficiales, uno de cada cinco miembros de esta etnia es pobre, 50 por ciento más que el promedio de la población.