Benny Moré: el eterno contemporáneo
oy, en Cuba y en muchos países del universo latino se celebra con particular emoción el 90 aniversario del nacimiento de Benny Moré, el Bárbaro del ritmo, considerado unánimamente uno de los más geniales artistas que ha producido la música popular del Caribe.
La conmemoración de esta fecha desde siempre ha tenido ribetes especiales, ya que Benny, como Carlos Gardel, logró simbolizar el estilo musical criollo, que es lo que les ha dado vigencia en el gusto popular. Incluso pareciera que el destino confirió a Benny los más destacados rasgos del Zorzal criollo, puesto que su voz se mantiene asombrosamente fresca y joven, de manera única y, al igual que el argentino, cada día se le escucha mejor.
Benny Moré surgió en la etapa en que se empezaron a gestar muchos de los más populares ritmos cubanos, y todos sabemos que de las grandes músicas provienen grandes artistas. Benny inauguró una forma de cantar desconocida hasta entonces y supo insuflar su innata sabiduría musical a las ejecuciones y creaciones que ofrecía en los más disímiles géneros. Vestido de manera pintoresca, dirigía su agrupación con inteligencia natural y con un don que le permitían buscar los acordes deseados y orquestar sin haber pasado por los conservatorios de música.
“A veces creo que sabía de música –expone Leonardo Acosta, uno de los miembros de su primera agrupación–. Él solo era tres cuartas partes de la orquesta y la inspiración de la otra cuarta parte. Lograba salvar algunas composiciones improvisando con su voz vibrante en el registro agudo y el grave, como nadie ha podido hacerlo antes ni después. Se paraba ante nosotros y decía, por ejemplo: ‘Que se oiga pero que no se oiga’. O cuando ordenaba las descargas disparando aquel famoso: ‘A gozáaaa’.”
El director de la Orquesta Sinfónica Nacional de Cuba, Leo Brower, señala: “Benny es un símbolo y un mito-realidad, representa la más ajustada versión de lo cubano popular: es el cantante, la voz, el Bárbaro del ritmo. Un intérprete privilegiado que producía su voz al modo de los instrumentos en boga de su época. Cantaba como saxo, al igual que Sara Vaughan, pero a lo cubano. Benny hizo lo que sintió y no lo que le convenía. Fue fiel a su público, a su orquesta y a su voz. Él fue un acto de amor a quien amor daba y provocaba en sus actuaciones un ambiente de éxtasis y frenesí”.
A la tesis de Leo Brower hay que agregar algo que escapa a las investigaciones sociológicas y a las teorías de la comunicación, algo que, según Federico García Lorca, quien no lo tiene podrá quizá lograr cosas buenas en la vida, pero no tan magníficas como quien las posee. Se trata de un secreto que el inefable príncipe de los poetas andaluces definió como un misterio que debe buscarse en la última habitación de la sangre: el duende.
El hecho de que para la musicóloga cubana María Antonieta Henríquez Benny Moré haya nacido músico es la única explicación posible a ese don que le permite ser el eterno contemporáneo. En buena medida su inclinación hacia los patrones de improvisación en el jazz le otorga esa intemporalidad que distingue a su obra, además de contar con excelentes arreglistas que se adaptaban a sus inquietudes musicales.
Resulta sintomático que la máxima representación de lo cubano haya tenido especial predilección por el jazz. Personas que convivieron con él me comentan que durante su estancia en México (1945-1952) su discoteca privada estaba conformada por colecciones de los grandes del género, como Duke Ellington, Les Brown, Tommy Dorsey, Stan Kenton y Glen Mille y que la adopción del nombre Benny es una alusión al famoso clarinetista Benny Goodman. Sin embargo, el formato jazz band de su Banda Gigante lo hacía sonar como un conjunto de son. Quiero que se escuche como un tres amplificado
, decía.
A diferencia de la orquesta del chiapaneco Rafael de Paz, que nunca tuvo una sonoridad intensa, sino un exquisito tratamiento en la construcción de las frases melódicas –como el clásico Pachito e’ che–, Benny Moré hizo cambios sustanciales al formato jazz band para plantear un ambiente sonoro agresivo, sustituyendo lo jazzístico por los tumbaos provenientes del son.
Gran conocedor del gusto de sus admiradores, jamás fue igualado por alguno de sus contemporáneos. Su quehacer es una herencia muy respetable, que debieran tener en cuenta quienes hacen arreglos musicales marcados por el facilismo. Ahí está su obra discográfica para los que deseen corroborar su eficacia musical. En ella encontrarán los registros de la sensibilidad tonal, sin acudir jamás a lo vulgar y chabacano, en todos los géneros de la música popular en los que sentó cátedra.
Hoy el Canal 22 de televisión dedicará medio tiempo del noticiero que transmite de 19 a 20 horas para que los maestros Froylán López Narváez, Julito del Razo, Luis Rovira y quien esto escribe charlemos del inigualable Bárbaro del ritmo.