La creación es, a los ojos de Paulina del Paso, uno de los más insaciables aspectos de la vida humana. De allí que no tenga límites ni empacho en abordar, de forma simultánea, lo mismo el video que la fotografía, la instalación que el cine.

Su más reciente proyecto, por ejemplo, es un largometraje documental sobre una boxeadora de ciudad Neza, conocida como La Guerrera, un trabajo más de tipo tradicional, explica, al cual le ha invertido ya tres años, sin que ello signifique descuidar sus otras facetas. De hecho, se acaba de inaugurar una videoinstalación suya en el Museo Nacional de Antropología.

Cineasta de formación, egresada del Centro de Capacitación Cinematográfica (CCC), la artista presentó anteanoche una retrospectiva de su quehacer como videoasta, en la galería 100 m3 de arte contemporáneo, dentro del ciclo Viernes Visual.

Este ciclo, cuyas sesiones tienen lugar una ocasión por mes, fue instaurado hace un año en ese recinto con un propósito didáctico-interactivo en el que se invita a creadores de video jóvenes o emergentes a presentar parte de su obra y a dialogar sobre ésta con los asistentes.

Fue así como en esta ocasión Paulina del Paso ofreció un recorrido por los 15 años que tiene como realizadora de video, mediante la proyección y los comentarios que realizó en torno de una selección de siete de sus trabajos.

Precisa y creativa

Obras, todas las proyectadas, que, amén de evidenciar sus inquietudes y experimentaciones estéticas, muestran el carácter lúdico, irónico, expuesto, irreverente y desenfadado de la joven artista, hija del escritor Fernando del Paso.

Sobre el quehacer de la creadora, el curador de la sesión, Carlos Kubli, señaló que su forma de explorar el lenguaje audiovisual es con herramental de cirujano e inspiración de novelista.

Organizada de manera cronológica, la sesión comenzó con Mírame y no me toques, su primer video, hecho en 1995, en el que la realizadora da cuenta de su interés de aquella época por el collage y el trabajo de posproducción.

Ese fue un interés que no sólo mantuvo, sino en el que profundizó en su segunda obra, En un abrir y cerrar de ojos, de 1999, cuya complejidad es notoriamente mayor al contar en un mismo cuadro tres momentos diferentes de una misma historia, mediante la superposición de tres tomas. De esta pieza, destaca asimismo la aparición de Fernando del Paso como actor.

Paulina del Paso platicó que ya para ese momento había emigrado de Guadalajara a la ciudad de México para estudiar cine en el CCC, y fue entonces cuando se hizo de una cámara de video compacta, la cual le dio mucha libertad a su quehacer, mismo que se fue haciendo más simple, dijo, al ocuparse ya no tanto de la imagen, sino de la historia que quería contar.

El video es más como un amante y el cine es como estar como un hombre casado, resaltó respecto de su incursión al séptimo arte, y sobre la cámara compacta, a la que calificó como un amigo personal, dijo que fue a partir de ella que comenzó a ahondar en temas personales, entre ellos sus traumas, como el sobrepeso.

Todo ese material lo agrupó en una serie a la que tituló Autorretratos, caracterizada por su humor e ironía, en la que lo mismo se pueden ver piezas que hablan sobre el amor, el primer beso –con sabor a albóndiga– que sobre la imposición de estándares de belleza.

La proyección culminó con un apartado denominado Las búsquedas, integrado por realizaciones a partir de elementos gráficos que le dio por coleccionar, entre ellos instructivos de cámaras fotográficas y de trapos de limpieza, así como imágenes tomadas de la televisión.

Paulina del Paso nos da una muestra de gran apertura sicológica y sin tapujos, para mostrarse como una persona expuesta al ruido del mundo, escribe Kubli acerca del apartado Autorretratos. Nos abre una ventana de su universo mental, el cual es bombardeado con opciones cargadas de ficción y fantasía.

Si bien las presentaciones de Viernes Visual sólo duran un día, 100m3 de arte contemporáneo (General Antonio León 70-A, colonia San Miguel Chapultepec) se prepara para albergar un par de muestras que serán inauguradas en el transcurso de la próxima semana, ambas en el contexto de Fotoseptiembre.

La primera lleva por título Love is a lost cause, y es de Jorge Gardoni, mientras la otra tiene por nombre Cross color, y está integrada por obra de Sergio Rosas.