a solución más práctica, barata, justa y eficiente para solucionar los graves problemas de sobrexplotación, corrupción, abuso y malos tratos que reciben los trabajadores migrantes temporales en Estados Unidos es la visa portable. Esta propuesta formaba parte de la reforma migratoria integral, mejor conocida como enchilada completa
, que se quedó en el escritorio después del intento oficial del gobierno de Felipe Calderón de desmigratizar
la relación bilateral, asunto menos que imposible dada la presencia de 11 millones de mexicanos en el otro lado.
La visa portable operaría como visa de trabajo por tiempo determinado, que sería semejante a la de turista; es decir, el migrante, como el paseante, podría moverse con plena libertad y buscar las mejores opciones que le ofrece el mercado laboral. Con ese tipo de documento, si el migrante llega al rancho asignado y no hay empleo se podría ir a otro lado. Si las condiciones de vivienda son malas buscaría otras opciones, y si el salario no es el adecuado podría optar por otro patrón. ¡Capitalismo puro y simple!
En el modelo presente el migrante no tiene libertad y queda entrampado, con una opción que ni siquiera pudo escoger. El migrante va con una visa, llamada H2, a trabajar a un destino específico, con un empleador o una compañía que obtuvo el derecho a determinada cantidad de visas, que en la práctica son de su propiedad.
La razón que se aduce para ligar la visa de trabajo temporal con un lugar y un empleador específicos tiene que ver con la escasez o necesidad de mano de obra en determinados lugares o áreas del mercado laboral. En la práctica, ese criterio se aplica a muchos tipos de visa de tipo temporal, como los profesores invitados o los técnicos de software. De este modo la ley protege a los trabajadores nativos y sólo admite la contratación de extranjeros en casos de escasez comprobada o de programas específicos que se pretenden desarrollar.
Ese mismo criterio se aplica a los trabajadores temporales en la agricultura y los servicios. Sin embargo, a diferencia de otros casos, la labor en la agricultura es un coto exclusivo de los migrantes mexicanos. Según el último reporte del departamento de trabajo de Estados Unidos, laboran en dicho sector un millón 238 mil personas, de las cuales 75 por ciento son nacidas en México y 53 por ciento indocumentadas. En 2007 fueron admitidos 87 mil trabajadores estacionales para la agricultura, con visas H2A, y en 2008 la cifra se duplicó y subió a 173 mil 103. Es evidente que el gobierno de Barack Obama ha abierto la puerta a la migración legal de empleados temporales, pero no ha cambiado el modelo, que en ocasiones raya en la trata y la semiesclavitud.
Es el momento adecuado para volver a proponer la visa portable. Ésta se ajusta al modelo estadunidense, que evita a toda costa reditar un programa bracero bilateral y posibilita el ingreso legal y ordenado de trabajadores, que son necesarios para la marcha de la economía. La visa portable acabaría con el coyotaje y el corrupto sistema de enganche realizado por contratistas mexicanos al servicio de la compañías de Estados Unidos. Por otra parte, se controlarían los abusos de empleadores y contratistas, quienes se sienten propietarios de la mano de obra e imponen sus condiciones, sin ninguna posibilidad de reclamo o negociación.
Desde el punto de vista estadunidense, cualquier tipo de visa temporal debe asegurar dos objetivos: que los trabajadores se incorporen al mercado laboral donde se ha detectado escasez de mano de obra (de este modo no compite en otros sectores donde podrían bajar los salarios). En segundo lugar debe asegurar el retorno. La visa H2 cumple con el primer propósito, pero no con el segundo. Para que la visa portable cumpla con estos dos requisitos se pueden encontrar soluciones prácticas, que faciliten la orientación y el traslado de los trabajadores y se asegure el retorno.
Se ha demostrado históricamente que los trabajadores llegan a los lugares donde hay oferta de trabajo sin ningún tipo de programa oficial. Por más de 40 años el mercado laboral agrícola y de servicios se ha regido por las reglas del mercado y ha funcionado con indocumentados. Los migrantes saben adónde ir y encuentran los mecanismos para llegar a trabajar de manera rápida y eficiente.
Para asegurar el retorno se necesitan otro tipo de mecanismos y de voluntad política en ambos países. Para empezar, Estados Unidos debe implementar medidas que permitan el registro de los migrantes que salen de su territorio. De ese modo el trabajador comprueba de manera fehaciente que ha cumplido con su compromiso de regresar en un tiempo determinado y tendría derecho a renovar la visa. Por otra parte, ambas naciones deben incentivar y premiar el retorno. Es la única forma de cambiar la tradición funesta de la migración indocumentada, acuñada a lo largo de más de un siglo y avalada o tolerada por ambos países.