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Dinero de las Afore en la bolsa, negociazo con dinero ajeno y libre de impuestos

Seguridad de los ahorros, otra cuenta al rosario de promesas del ocupante de Los Pinos

E

ntre las cuentas del gran capitán y el cuento de la lechera ha transcurrido el desastroso inquilinaje de Felipe Calderón en Los Pinos. De las primeras, tanto ha gastado en picos, palas y azadones que ni un céntimo dejó vivo; del segundo, tanto ha ofrecido, y más incumplido, que a estas alturas del partido su inventario de promesas rebasa, por mucho, cualquier posibilidad literaria de incrementarlas.

Se trata del mismo personaje que ahora promete rendimientos mucho más atractivos en beneficio de los trabajadores si el Congreso le palomea su intención de meterle la mano –sin permiso de sus propietarios– al ahorro de los obligadamente inscritos en las Afore (los susodichos trabajadores), porque se trata, dice, de esquemas, amigas y amigos, en los que todo mundo podrá ganar; ganarán los trabajadores al tener fondos de retiro mucho más sólidos, y ganarán también las inversiones colocadas en infraestructura al tener un mecanismo ágil y sólido también de financiamiento. Ganará finalmente el país, ganará en competitividad, ganará en empleo; ganará, precisamente, en la competitividad de la economía. Cabe destacar, amigas y amigos, que se va a brindar la mayor seguridad a los recursos de los trabajadores invertidos en estos instrumentos, pues los proyectos que serán financiados deberán cumplir, entre una serie de medidas rigurosas, con prácticas de gobierno corporativo y estándares de transparencia que permitan un acceso absoluto a la información de los proyectos, de su manejo operativo y de su manejo financiero.

Promesa del inquilino de Los Pinos. Incumplimiento garantizado. Ahora es el ahorro de los trabajadores en las Afore, ante el rotundo fracaso que, para el mismo fin, significó uno de sus primeros anuncios (marzo de 2007) en materia de infraestructura, o lo que es lo mismo la (tercera) reconcesión de carreteras a la iniciativa privada (léase a las mismas empresas originalmente concesionadas por Carlos Salinas de Gortari y rescatadas por Ernesto Zedillo y Vicente Fox, que a los mexicanos le ha costado algo así como 180 mil millones de pesos, es decir, ICA, GMD y Tribasa, hoy Pinfra). Decía en aquella fecha: “… van a ser carreteras que hicieron particulares hace mucho tiempo, que quebraron con la crisis económica de México de los 90 y que el gobierno invirtió y finalmente saneó esas carreteras. Hoy esas carreteras, algunas de ellas están sanas, están siendo manejadas por el gobierno y concesionar algunas de esas carreteras nos va a dar de un solo golpe el dinero de los próximos años. ¿Y qué vamos a hacer con ese dinero? Lo vamos a meter para iniciar nuevas carreteras, para financiar. De manera tal que sin incurrir en más gasto para los contribuyentes, sin hacerle más apretadas de tuerca al presupuesto, con el mismo presupuesto vamos a hacer el doble de carreteras. Es decir, vamos a tomar el dinero de estas concesiones de carreteras que han sido saneadas, vamos a aplicar ese dinero a nuevas carreteras… concesionar de nuevo esas carreteras nos va a dar de un solo golpe el dinero de los próximos años…”

El golpe se registró, pero el dinero, lejos de llegar, desapareció, y dos años y medio después, quebradas las arcas públicas, con la economía en el suelo, las finanzas públicas en shock y la oligarquía cada vez más exigente, al gerente de Los Pinos se le ocurre la brillante idea de asaltar el ahorro de los trabajadores para garantizar los negocios prometidos a los insaciables barones, sin riesgo alguno para ellos. Y en medio de una crisis fiscal de proporciones históricas, Calderón selecciona el mercado nacional de valores (con Luisito Téllez al frente de la BMV) para que esos mismos barones no sólo hagan sus negocios de infraestructura con dinero ajeno, sino para que una vez más evadan a gusto y con la amplitud del caso el pago de cualquier tipo de impuestos, que para eso existe la masa hambrienta y el 2 por ciento contra la pobreza.

Y como dijo el propio aprendiz de cura, al inaugurar ayer el congreso mundial de la Unión Internacional Cristiana de Dirigentes de Empresas (UNIAPAC), rodeado de ángeles con logotipo de Bimbo y demás consorcios beatos, más allá del dinero y más allá del lucro, y más allá de la ganancia lícita, además; más allá y encima de todo eso, está el gerente de Los Pinos para cocinar el pastel de los grandes negocios con dinero ajeno y la oligarquía para engullirlo.

En vía de mientras, un rápido recorrido por el rescate carretero, cortesía de la Cámara de Diputados: en 1997 la deuda bancaria por el Programa de Rescate Carretero que asumió el gobierno federal ascendió a más de 36 mil millones de pesos, más alrededor de 22 mil que se canalizaron al pago de indemnización de los concesionarios y liquidar las cuentas por pagar de los proyectos, para lo cual se constituyó en Banobras el FARAC, en el que el primero actuó a su vez como fideicomitente y fiduciario, lo cual no está permitido por la ley respectiva.

El costo total del rescate carretero realizado por el gobierno federal en agosto de 1997 creció 210 por ciento entre esa fecha y el cierre de 2008, al pasar de 58 mil 123 millones de pesos a 180 mil 300 millones. Se estima que al pago de intereses de tal salvamento se destinaron alrededor de 100 mil millones de pesos en el periodo 1997-2007, los cuales se registraron en el gasto no programable. Así, de cada peso del erario que se ha involucrado en este salvamento, cerca de 55 centavos se canalizaron al pago de intereses. En busca de garantizar el pago del rescate carretero, el gobierno federal ha destinado crecientes recursos presupuestales, y cometido todo tipo de irregularidades, al tiempo que ha regresado las concesiones carreteras a los grupos empresariales que las quebraron. Y ahora van por el ahorro de los trabajadores.

Las rebanadas del pastel

De la lechera para el inquilino de Los Pinos: con este pensamiento, enajenado, brinca de manera que a su salto violento el cántaro cayó. ¡Pobre! ¡Qué compasión! Adiós leche, dinero, huevos, pollos, lechón, vaca y ternero. ¡Oh loca fantasía! ¡Qué palacios fabricas en el viento! Modera tu alegría, no sea que saltando de contento, al contemplar dichosa tu mudanza, quiebre su cantarillo la esperanza… El dos veces Premio de Economía Banamex, hoy al frente de la Comisión Nacional Bancaria y de Valores, Guillermo Babatz, asegura que la participación del gobierno estadunidense como accionista principal de Banamex no viola la ley mexicana, porque es una intervención temporal. Excelente y sólida la tesis jurídica de este personaje. Entonces, si algún mortal comete un ilícito y aduce razones de temporalidad, el juez estará obligado a declararlo inocente. Van bien muchachos.