La magnificencia de esa civilización colma galería del parisino Museo Quai Branly
La exposición forma parte de los actos conmemorativos programados en Francia por las fiestas patrias mexicanas de 2010
Resaltan la importancia de la astronomía para esa cultura prehispánica
Miércoles 7 de octubre de 2009, p. 5
París, 6 de octubre. La exposición Teotihuacán: ciudad de los dioses, que se presentará del martes 6 de octubre al 24 de enero de 2010, consta de 450 piezas, entre ellas algunas todavía desconocidas por el público y 5 por ciento pertenecientes a museos etnográficos alemanes y a la colección del recinto anfitrión. Fue curada por el fallecido arqueólogo mexicano Felipe Solís, a cuya memoria se dedica la muestra, que se inserta en una serie de actos conmemorativos en Francia por el bicentenario de la Independencia y el centenario de la Revolución mexicanas.
La muestra se presenta en la Galería del Jardín del Museo del Quai Branly (lateral del río Sena próxima a la torre Eiffel), toponimia finalmente adoptada para el que comenzó llamándose Museo de las Artes Primarias, como un eufemismo de artes primitivos
, lo que no logró acallar el escándalo que provocó en antropólogos y personas sensibles de un tercer mundo cuyas manifestaciones artísticas en abril de 2000 fueron consideradas dignas de ser exhibidas en alguna sala del Louvre.
En esa fecha se instaló en el Pabellón de Flora del gran museo parisino una colección de obras exóticas
provenientes de Alaska, Canadá, México, Guatemala, Colombia y Antillas, así como de África y Oceanía (el Medio y Extremo Oriente tienen sus museos específicos), para ser expuestas sin la tentación etnográfica que malogra el gozo puramente estético
. El resto del acervo de los museos nacionales del Hombre, fundado por Paul Rivet en 1937, y de Artes de África y Oceanía (monumento al colonialismo), fue concentrado en bodega, salvo una reducida selección esteticista que se puede apreciar hoy en el moderno edificio del Quai Branly, cuya fachada fue convertida en un jardín vertical de 12 metros de altura y cuyo recorrido interior se efectúa en forma de caracol ascendente alrededor de un eje, donde se exhiben instrumentos musicales del mundo no europeo (pues los de este continente se encuentran en el Museo de la Música de la Villette).
Es pues en este museo de vocación semietnográfica, semiesteticista, donde Teotihuacán: ciudad de los dioses se encuentra contextualizada, pues se retoman las diferentes dimensiones de la vida de la antigua ciudad, su historia, su organización política y religiosa, para comprender el papel y la influencia que tuvo en el mundo mesoamericano
.
El espíritu es, pues, contrario al que dominó en las exposiciones prehispánicas de 1981 y de finales de los años 90 en el Petit Palais y la de 1990 en el Grand Palais, donde el acento se puso en el carácter artístico de las piezas.
El visitante es recibido en el Quai Branly por el jaguar sagrado, de dos metros de altura, descubierto recientemente en el Palacio de Xalla, para entrar en un recorrido donde los objetos ilustran temas y una cronología que va de los 100 años aC hasta el siglo VII de nuestra era. Una gran maqueta de 10 x 5 metros del sitio arqueológico apoya didácticamente la exposición, centrada en la importancia de la astronomía entre los teotihuacanos.
Otro de los atractivos son las esculturas monumentales, los relieves y frisos de esta sociedad guerrera, pero sobre todo teocrática, que influyó en todas las culturas mesoamericanas y, para prueba, se exhiben piezas de partes lejanas halladas en Teotihuacán y otras procedentes de esta ciudad encontradas en sitios apartados.
La vida cotidiana de la nobleza es recreada con escenas pintadas en cerámica, y la del pueblo, por medio de audiovisuales. Las piedras preciosas, joyas, arte lapidario y máscaras, que nunca habían sido reunidas para una exposición, son otros atractivos que llevarán al público francés y al del resto de Europa a visitar la excepcional exposición ofrecida por el Consejo Nacional para la Cultura y las Artes y el Instituto Nacional de Antropologia e Historia, con el patronato de la Fundación Televisa AC y la coproducción del Museo Quai Branly de París y los museos Rietberg, de Zürich, y Martin Gropius Bau, de Berlín.