ecenas de organizaciones defensoras de inmigrantes se concentraron ayer en Washington para demandar a la Casa Blanca y el Capitolio la discusión y aprobación de una reforma migratoria integral
. En respaldo a esta movilización, un grupo de legisladores demócratas, encabezados por Luis Gutierrez, representante federal por Illinois, presentó algunos lineamientos
para una eventual enmienda a las leyes de migración vigentes en Estados Unidos. Entre ellos se incluye la elaboración de mecanismos que permitan la regularización de indocumentados en aquel país; el incremento en el número de visas otorgadas por el gobierno; la puesta en marcha de políticas que se alejen de la caracterización de los migrantes ilegales como delincuentes
, y una aproximación racional y humana a la población indocumentada
, que promueva la integración de ésta a la sociedad estadunidense y garantice los derechos fundamentales para todos los habitantes.
Estos hechos colocan en perspectiva la pertinencia y necesidad de abordar el tema migratorio como uno de los componentes centrales de la agenda política de Washington, y constituyen un recordatorio para el presidente Barack Obama, quien había asegurado al inicio de su mandato que la reforma migratoria sería una de sus prioridades. Sin embargo, ha tenido que centrar su atención en otros temas, como el desarrollo de las guerras en Afganistán e Irak, la regulación del sistema financiero y la aprobación de la reforma al sistema de salud.
A las dificultades que supone esta multiplicidad de asuntos pendientes en la agenda del actual ocupante de la Casa Blanca se deben añadir las derivadas del actual contexto de crisis económica, el cual ha extendido en los sectores más conservadores de la sociedad estadunidense la percepción de que el arribo de migrantes impacta negativamente en el empleo y en los salarios. Esta noción resulta, por cierto, equívoca e infundada: a decir de un informe reciente del Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo, los migrantes suelen aumentar el producto económico y dan más de lo que reciben
. El reporte incluso destaca que el escenario actual de recesión debiera ser visto como una oportunidad para la reforma de las leyes migratorias.
En efecto, las autoridades de Washington deben cobrar conciencia de que, en el momento presente, lo peor que pueden hacer es cerrar sus fronteras y mantener, o aun recrudecer, las políticas de persecución en contra de los migrantes ilegales: antes bien, es pertinente que avancen en la construcción de acuerdos migratorios bilaterales con países como México, que permitan la apertura del mercado laboral a la mano de obra proveniente de otras naciones, pues ello ayudaría a prevenir una estrepitosa caída en la competitividad estadunidense cuando se inicie el proceso de recuperación económica.
La presidencia de Barack Obama, galardonado con el Premio Nobel de la Paz 2009, tiene ante sí, como en otros ámbitos, la disyuntiva de ceder a las presiones de los sectores reaccionarios y chovinistas de Estados Unidos –y con ello dejar de lado un punto crucial de su plataforma política– o avanzar hacia la construcción de una sociedad más justa, que reconozca el invaluable aporte que los migrantes realizan a la economía y la cultura estadunidenses. Si se decide por la segunda de estas opciones, el político afroestadunidense –hijo de un migrante keniano– habrá dado un importante paso para lograr la paz y la concordia dentro de su propio país.