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Bajo la Lupa

La trilateral de China, Japón y Corea del Sur: hacia la comunidad del este de Asia

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El presidente de China, Hu Jintao (centro), con el mandatario de Corea del Sur, Lee Myung-bak (derecha), y el primer ministro japonés, Yukio Hatoyama, durante su reunión en Pekín el sábado 10 de octubreFoto Reuters
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hina, Japón y Corea del Sur celebraron el 10 de octubre pasado la segunda reunión trilateral en Pekín para crear una comunidad del este de Asia (The Daily Telegraph, 10/10/09; People’s Daily, 12/10/09, y Stratfor, 9 y 13/10/09).

El término trilateral en Occidente (otro vocablo muy dislocado que incluye al oriental Japón) posee entonaciones macabras al recordar a la Comisión Trilateral financierista (diseño del dúo David Rockefeller y Henry Kissinger) de empresarios privados con la finalidad de que Estados Unidos controlase mejor al mundo, al unísono de sus socios de Europa y Japón.

En el este de Asia el término trilateral exhibe una acepción y una aceptación lingüísticas más benignas de parte de los gobiernos de China, Japón y Corea del Sur, que lo usan oficialmente.

El mundo se desglobaliza y se acomoda a nuevas regionalizaciones muy creativas –desde Sudamérica hasta el este de Asia– que ostentan traslapes muy complejos de interconectividad donde empieza a aflorar el gigantismo (en términos territoriales, poblacionales y geoeconómicos) debido al tamaño relativamente descomunal de sus actores (Estados Unidos, Unión Europea, y el BRIC: Brasil, Rusia, India y China) cuando los pequeños y medianos países peligran ominosamente si no saben operar (el caso del México neoliberal es más que trágico), ya que pueden ser balcanizados (debido a sus vulnerabilidades) o deglutidos por los grandes debido a la fatalidad del darwinismo geopolítico.

Malcolm Moore, de The Daily Telegraph, enuncia: “El nuevo orden que se configura en el este –que resume espléndidamente (con la salvedad del uso indiscriminado y minado del término Occidente)–: China, Japón y Corea del Sur, ha prometido empujar adelante los planes para una nueva unión (sic) que reduciría su dependencia económica con Occidente”.

¿Cuál Occidente? ¿Malcolm Moore da por hecho que el oriental Japón no forma más parte de Occidente? A juicio de Moore, la trilateral asiática se encuentra consternada (sic) por la caída del comercio y las inversiones de Estados Unidos y Europa y planea mayores niveles estructurados de cooperación.

Cuando se hunde el Titanic financiero anglosajón, lo peor es seguir viendo fijamente al fracasado capitán y a su malhadada tripulación cuando el mejor barómetro lo constituye vigilar la fuga masiva de las ratas (en este caso, los banqueros anglosajones).

Malcolm Moore refiere que el banco británico HSBC trasladó su centro de operaciones de Londres a Hong Kong para prepararse a la ascendencia de Asia. Como si no se supiese, HSBC sentenció que el centro económico de gravedad se trasladó de Occidente (sic) al este.

Moore sintetiza que Wen Jiabao, primer ministro chino, Yukio Hatoyama, primer ministro nipón, y el presidente surcoreano Lee Myung-bak, comprometieron a sus tres países al desarrollo de una comunidad del este de Asia, similar a la Unión Europea.

Enfatiza que la idea ha sido empujada vigorosamente (sic) por Japón, y puede desembocar eventualmente en un bloque de libre comercio y de cooperación en salud pública, energía (sic) y medio ambiente, cuando el comercio intrarregional de la trilateral asiática representa 53 por ciento frente a 67 por ciento de la Unión Europea y 46 por ciento del TLCAN.

Cita a Liu Changli, profesor de la Universidad de Finanzas del Noreste Asiático, quien considera que un óptimo escenario de libre comercio tripartita se establecería en 2020, la unión económica entre cinco y 10 años más tarde, y otros cinco o 10 años adicionales para una verdadera (sic) unión económica, militar, política y cultural.

Por lo menos el neoliberal Changli no elimina su probabilidad, aunque exagere el plazo a un cuarto de siglo, que es mucho tiempo, cuando Estados Unidos se pulveriza aceleradamente.

Malcolm Moore cita a Zha Daozhong, profesor de relaciones internacionales de la Universidad de Pekín, quien comenta que “la comunidad del este de Asia es sólo un marco de referencia por el momento… y necesita trabajar cosas básicas como el libre flujo de obreros. Una cosa fundamental es que Japón y Corea del Sur no desean un influjo de trabajadores chinos que capturen sus trabajos”. Muy buen punto (nadie desea repetir los errores del México neoliberal).

Viene lo mejor del texto de Moore: cualquier intento de los tres países para una más estrecha integración es probable que sea rechazado por Estados Unidos, que está preocupado por un desvanecimiento de su influencia en el Pacífico; recalca que Corea del Sur y Japón son aliados tradicionales de Estados Unidos. ¿Hasta cuando?

Stratfor, centro de pensamiento texano-israelí que todavía no se entera de la decadencia de Estados Unidos, amarra navajas entre China y Japón para balcanizarlos mejor. No le concede crédito al proyecto de la comunidad del este de Asia, a la que le coloca todos los escollos posibles y monta una colisión de las cosmogonías de China, que prefiere el formato del ASEAN-10 (el bloque de las 10 naciones del sureste asiático) más tres (las tres potencias geoeconómicas norasiáticas: China, Japón y Corea del Sur), de la reunión original de Chiang Mai, frente al formato del ASEAN-10 más tres más tres (Australia, Nueva Zelanda e India) que desea Japón.

Stratfor, que se quedó en la caduca unipolaridad, hace mucho que perdió tanto la sindéresis como las nuevas proporciones de los actores globales de la incipiente multipolaridad.

El formato nipón difícilmente será aceptado por China ya que anómalamente no aparece Rusia –guste o disguste, una potencia asiática que no ha sabido explotar la irradiación de Vladivostok como su segunda capital asiática en lugar de Tashkent–, mientras que Australia y Nueva Zelanda constituirían el caballo de Troya de la anglosfera.

El caso de India es diferente y, a nuestro juicio, debe formar parte de la comunidad del este asiático, junto a Rusia, para darle mayor credibilidad al RIC (el triángulo geoestratégico de Rusia, India y China) y, a fortiori, al resplandeciente BRIC.

A nuestro humilde entender, la trilateral asiática, con más de 50 por ciento de las reservas mundiales de divisas y un PIB conjunto del 16 por ciento global, constituye más bien una bilateral de los dos gigantes geoeconómicos y geofinancieros: China y Japón (respectivamente primero y segundo lugar tanto en la reservas de divisas como en el PIB global, medido por el poder de paridad de compra), frente a la relativamente diminuta Corea del Sur (territorial y poblacionalmente), que exhibe, pese a ello, en forma impactante el decimoquinto lugar en el PIB global con casi un millón de millones (trillón en anglosajón) y el octavo lugar en reservas de divisas globales (con 254 mil 250 millones de dólares).

Sin desdeñar la capacidad letal de Washington, las vulnerables economías de Estados Unidos y Japón no están en condiciones de imponer formatos de integración a China, la gran triunfadora de la crisis global, ya no se diga Corea del Sur, que ni siquiera lo puede hacer con Norcorea.