Liberación retrasada
esde el pasado 13 de marzo, los ahora ex presos políticos Gloria Arenas y Jacobo Silva debieron haber recobrado una libertad. No conformes con mantenerlos en prisión por delitos que jamás se les comprobaron, las instancias correspondientes ignoraron el amparo directo obtenido el 12 de marzo por el segundo tribunal colegiado y los mantuvieron como rehenes otros siete meses. En total una década fueron privados de su libertad. Esta semana salieron liberados y en las primeras declaraciones dijeron estar listos para incorporarse a los trabajos de la otra campaña, iniciativa política civil y pacífica convocada por el Ejército Zapatista de Liberación Nacional (EZLN).
Gloria y Jacobo son de los hombres y mujeres que lo abandonan todo por una causa revolucionaria. Se dice fácil, pero no cualquiera lo hace. Sumergidos durante décadas en la clandestinidad –primero dentro del Ejército Popular Revolucionario (EPR) y luego como fundadores del Ejército Revolucionario del Pueblo Insurgente (ERPI), pasado guerrillero que nunca han negado–, se incorporaron a la lucha civil desde sus respectivas prisiones. En 2005 atendieron a la convocatoria zapatista y participaron desde las reuniones preparatorias.
Fueron detenidos el 19 de octubre 1999 en San Luis Potosí y la ciudad de México, pero en el expediente que se les fabricó se afirma que ello ocurrió en Chilpancingo. Sin ninguna prueba, los condenaron a 49 años, 11 meses y 29 días de prisión. En 2003 se les modificó la sentencia a 46 años y tres meses, acusándolos de homicidio calificado, tentativa de homicidio calificado, rebelión y daños en propiedad ajena. Jacobo demostró una gran habilidad intelectual y jurídica cuando tomó el caso en sus manos y se convirtió en su propio abogado y en el de su compañera. Al reconocerse en todo momento como rebeldes
demandaron un amparo basado en el artículo 137 del Código Penal Federal, que señala que los acusados de rebelión no son penalmente responsables de los muertos o heridos en combate. En febrero de 2008, amparados en ese artículo, lograron la anulación de la condena por homicidio calificado y tentativa de homicidio y lograron una sentencia sólo por rebelión, que en esos momentos ya estaba cumplida; sin embargo, nuevas argucias jurídicas impidieron su excarcelación.
“…soy mujer y desde hace casi 10 años, una presa política más… Si sentimos dolor, la rebeldía nos levanta; si nos reprimen, la dignidad nos da fuerza. La cárcel no es para nosotros, las presas y los presos políticos, un alto en el camino, sino una oportunidad de cuestionarnos, de pensar, de exigirnos más, de actuar, de redoblar nuestro compromiso”, escribió Gloria apenas el pasado 26 de septiembre.