n respuesta a la despenalización del aborto en el Distrito Federal, avalada por la Suprema Corte de Justicia de la Nación, las legislaturas de 16 estados de la República han aprobado leyes que penalizan el aborto. Esta reacción, que se ha materializado en tiempo récord, sugiere la existencia de una acción concertada, en la que se estaría expresando la acción política de la Iglesia católica. ¿Cómo demostrarlo?
1. Una coincidencia extraña: La instrucción Donum vitae, elaborada en 1987 por el Vaticano por medio de la Congregación para la Doctrina de la Fe, firmada por el entonces cardenal Joseph Ratzinger, señala: “La inviolabilidad del derecho a la vida del ser humano inocente desde el momento de la concepción hasta la muerte es un signo y una exigencia de la inviolabilidad misma de la persona, a la que el Creador ha concedido el don de la vida. La vida de todo ser humano ha de ser respetada de modo absoluto desde el momento mismo de la concepción, porque el hombre es la única criatura en la Tierra que Dios ‘ha querido por sí misma’, y el alma espiritual de cada hombre es ‘inmediatamente creada’ por Dios; todo su ser lleva grabada la imagen del Creador… ‘Sólo Dios es Señor de la vida desde su comienzo hasta su término: nadie, en ninguna circunstancia, puede atribuirse el derecho de matar de modo directo a un ser humano inocente’”.
Con excepción de las referencias a Dios o al alma espiritual, las entidades federativas que han aprobado penalizar con mayor severidad el aborto han adoptado prácticamente en todos sus términos el párrafo citado: la defensa de la vida desde la concepción hasta la muerte natural; la identidad entre el producto de la concepción y la persona, y la equivalencia del aborto con el asesinato de un ser inocente.
2. Religión y ciencia. En la Declaración sobre el aborto, elaborada en 1974 por el Vaticano por medio de la misma Congregación para la Doctrina de la Fe, se afirma: Desde el momento en que el óvulo es fecundado, se inaugura una nueva vida que no es la del padre ni la de la madre, sino la de un nuevo ser humano que se desarrolla por sí mismo. Jamás llegará a ser humano si no lo ha sido desde entonces. A esta evidencia de siempre... la genética moderna otorga una preciosa confirmación. Muestra que desde el primer instante se encuentra fijado el programa de lo que será ese viviente: un hombre, este hombre individual con sus características ya bien determinadas. Con la fecundación se inicia la aventura de una vida humana, cuyas principales capacidades requieren un tiempo para desarrollarse y poder actuar
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Los impulsores de los cambios a las leyes que penalizan la interrupción del embarazo pretenden hacer creer que su acción representa una oposición laica al aborto, y tratan de dotar sus argumentos de una base científica, pero es muy difícil ocultar cuál es su verdadero origen. Como he señalado en otras ocasiones, la Iglesia católica ha impulsado la sincronización entre un evento metafísico, la concepción (en la que ocurre la infusión del alma por Dios), y un hecho biológico: la fecundación (la unión del óvulo y el espermatozoide), identificando al cigoto con la persona. No son los institutos de investigación quienes se expresan sobre este tema, sino el Vaticano, que habla en nombre de la ciencia y hace repetir a sus seguidores estas explicaciones, respaldadas en ocasiones por la autoridad de alguna personalidad médica afín al catolicismo, o de maestras agazapadas en algunos departamentos de embriología, pero cuyas voces no son representativas, ni por casualidad, de las evidencias o el pensamiento científicos.
De este modo, puede proponerse que los cambios en las legislaturas de 16 estados de la república y los argumentos empleados para ello obedecen a la acción de la Iglesia católica, como lo muestra la identidad entre la ideología del Vaticano, expresada con toda claridad en los documentos citados, y lo aprobado en esas entidades federativas.
La labor de la Iglesia católica en el tema del aborto no es de extrañar; lo es más la postura de los legisladores locales que muestran su atraso e ignorancia al ceder ante sus chantajes. Actúan irresponsablemente, pues permiten la injerencia del Vaticano en la definición de las políticas públicas en México. Como sea, se trata de un experimento, en el que la Iglesia católica pone en tensión toda su fuerza, para medir cuál es su grado de influencia política en el seno de un Estado laico. Pretende intercambiar los derechos de las mujeres, a las que quiere ver sometidas a castigos crueles, por el mito de los votos. Habría que recordarles a todos ellos que la mayoría de las mujeres que abortan en nuestro país son católicas. Aún más: con sus decisiones irresponsables condenan a muchas de ellas a la muerte.