Ayer se conmemoraron 70 años de la pieza de José Gorostiza
Lunes 16 de noviembre de 2009, p. a11
Muerte sin fin, de José Gorostiza (1901-1973), es, “quizá, la obra cumbre de la poesía mexicana después de Primero sueño, de Sor Juan Inés de la Cruz”, expresó el especialista Miguel Capistrán, al moderar ayer en la Sala Ponce del Palacio de Bellas Artes, el acto para conmemorar 70 años de la aparición de la magna obra del poeta y diplomático tabasqueño.
Al término de lo que también fue la presentación de la edición conmemorativa bilingüe (español/francés), publicada por el Consejo Nacional para la Cultura y las Artes y la editorial Juan Pablos, el poeta Eduardo Lizalde leyó fragmentos de la obra de largo aliento, se inauguró una exposición documental y gráfica de Gorostiza y su poema, que incluye 11 obras de Emiliano Gironella Parra, quien trabaja el tema desde hace cinco años.
El poeta Hugo Gutiérrez Vega, quien conoció y trató al homenajeado, relató cómo, en 1963, “me quejé por el silencio en que se había recluido después de escribir Muerte sin fin”. Con el tiempo se dio cuenta de que Gorostiza ya había escrito todo lo que consideraba necesario, entre otras cosas, el poema mayor de nuestro siglo XX. Pensamos que los dos escritores principales de la poesía moderna de México, López Velarde y Gorostiza, así como Rulfo, nuestro mayor novelista, en su obra breve y exacta dijeron todo lo que querían decir. López Velarde partió en plena juventud, Rulfo y Gorostiza se decidieron por el silencio y a él se atuvieron
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La escritora Margo Glantz no pudo asistir a la mesa redonda, pero envió un texto leído por Capistrán, en el cual señala: Como diría Borges, el mérito de obras como la de Gorostiza y Rulfo no está en la longitud, sino en el delicado ajuste verbal
. Acota: El poema se fue decantando poco a poco y la imagen del agua, la gota del agua que cae, aparece obsesiva en varios escritos anteriores
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Agonía infinita
Advierte: Abundando en lo trillado, quizá pueda aventurarse que ya trazada esa forma inequívoca era difícil para un hombre como Gorostiza haber escrito otro gran poema, a pesar de que siempre lo estuviera intentando, como lo prueban los abundantes papeles manuscritos o mecanografiados que posee su familia
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El poeta Josu Landa, traductor de la obra al vasco, recordó que 1939 fue el año del fin de la guerra civil española, “resaca de una de las matanzas globales más terribles de todos los tiempos. Si ésas son algunas de las claves que entornan a la hechura y primera publicación de Muerte sin fin en el plano internacional, las que dan cuenta del México posrevolucionario no resultarán mucho menos opresivas y angustiantes para una sensibilidad como la de Gorostiza. Bastará con que cada quien rememore en trazos genéricos los episodios políticos, sociales y culturales más resonantes del país entre 1910 y el cumplimento del mandato de Lázaro Cárdenas para imaginar, sin dificultad, que al poeta no le faltaban motivos para vivir en una agonía sin fin”.
Emiliano Gironella empezó a hacer ilustraciones sobre el poema hace un lustro, por gusto propio y porque no había un libro que se pudiera conseguir en librerías
. Su trabajo empalmó con los 70 años de la edición, e ilustra Muerte sin fin/Mort sans fin. También ilustrará otra edición que se hace por medio del gobierno de Tabasco y El Colegio de México.
“Primero pensé hacer sólo algunos dibujos; pero es un poema, no lo podía agarrar a la ligera y hacer cosas ya hechas (lo había ilustrado Ricardo Martínez). Quise llevarlo un paso más allá con esculturas; entonces utilicé el acrílico, que es como agua congelada. La serie se llama Hijo de mi propia muerte, que retoma una línea del poema: ‘hijo de su propia muerte’. Traté de usar todos los elementos dentro de mis posibilidades, como el grabado. En la exposición hay 11 obras, pero hice alrededor de 80 piezas dedicadas al poema.”