Cultura
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Andrea Christiansen, Pimpolina, presenta en el CNA su libro La poética del payaso

La tarea de observar “es la base del humor y del trabajo del claun

Subraya la importancia de la nariz para convertirnos en un instrumento de la risa

Organiza en el DF una escuela de circo a la altura de las de París, La Habana y Ontario

 
Periódico La Jornada
Martes 24 de noviembre de 2009, p. 7

El gran maestro Jacques Lecoq decía que la nariz del payaso es la más sintética de las máscaras, y cuando nos la ponemos somos habitados por el espíritu de la risa, como si la nariz tuviera vida propia. (...) Así nos convertimos en un instrumento de la risa, es ella la que se expresa a través de nosotros, recuerda Andrea Christiansen en las páginas iniciales de su libro más reciente: La poética del payaso (Ediciones La Llave de Papel), que será presentado hoy a las 13 horas en el Centro Nacional de las Artes (CNA).

Jacques Lecoq nació en París en 1921 y allí murió en 1999. Fue actor, mimo y profesor de actuación, y uno de los máximos exponentes mundiales de la pantomima. Su discípula, Andrea Christiansen, nació en Córdoba, Argentina, llegó a México huyendo de la dictadura militar de Videla (1976-1982) y creó aquí a su alter ego, la payasa Pimpolina, dentro de la cual debutó en el Circo Atayde Hermanos y actuó en las pistas de circos europeos de gran prestigio, como el Roncalli de Alemania, quizá el mejor y más exquisito y delicado del mundo.

Con más de 30 años de experiencia profesional en los escenarios y las pistas del viejo y del nuevo continente, la autora de La poética del payaso organiza el Centro de Desarrollo de las Artes Circenses de la Ciudad de México, que dependerá de la Secretaría de Cultura del Gobierno del Distrito Federal. Con este proyecto, que Andrea concibió, maduró desde hace al menos una década, la capital de nuestro país contará al fin con una escuela de circo a la altura de las que existen en París, La Habana y Ontario.

En La poética del payaso, título realizado con el apoyo del Programa de Creadores Escénicos del Fondo Nacional para la Cultura y las Artes (Fonca), Pimpolina relata experiencias de célebres portadores de la nariz roja, como el gran Karandash (San Petersburgo, 1901-Moscú, 1983), cuyo nombre en ruso significa lápiz y que por lo tanto en sus rutinas se hacía acompañar de un perrito denominado Borrador, porque así planteaba un paradigma de la dialéctica de la vida, ya que escribir y borrar es parte de lo mismo.

Recuerda Andrea: “Un agente de circo europeo, Roberto Germain, que un tiempo trabajó con David Larible (el famoso payaso italiano, súperestrella del circo Ringling), me contaba con asombro que a veces se lo encontraba a media mañana, sentado en un café mirando a la gente que pasaba, y entonces le preguntaba qué estaba haciendo. David le respondía muy seriamente: estoy trabajando...

Lo cual, en un primer momento, Germain tomaba como un chiste que festejaba de inmediato con una sonrisa. Pero después de un rato se iba dando cuenta de que era en serio: el hombre estaba trabajando y no quería que lo distrajeran. Germain me comentó que ese modo de trabajar que tenemos los payasos le resultaba un completo misterio que no podía descifrar, subraya la artista.

Maestra de generaciones de aspirantes a payasos en México y en Europa, Christiansen apunta que “la primera tarea que les doy siempre a mis alumnos es que empiecen a observarse a sí mismos y a los demás, que observen con una atención inusitada todo lo que les rodea. Y les digo que, una vez comenzada, esta tarea tiene que continuar a lo largo de toda la vida, porque es la base del humor y del trabajo del claun”.

¿Del qué?, se preguntarán los lectores de La Jornada, intrigados por saber si se trata de un error. Pues no: en la introducción a su libro, Andrea explica que decidió escribir fonéticamente en español la palabra inglesa clown porque ésta, en ambas lenguas, significa lo mismo: payaso.

Christiansen narra en su libro que, cada vez que inicia un curso, pregunta a sus alumnos qué entienden por payaso. Como les cuesta dar una definición satisfactoria, los invito a reunir las ideas principales que surgen en el grupo (...) pero nunca les doy la respuesta, pues mi compromiso consiste en lograr que ellos la encuentren por sí mismos. Yo estoy allí para ayudarlos a parir sus personajes, y debo tener la suficiente atención y sensibilidad para descubrir lo que cada uno de ellos necesita a la hora del nacimiento de su claun. Pues los payasos, al igual que los bebés, a veces vienen de cabeza, otras vienen de nalgas o con el cordón enroscado, e incluso algunos se atoran porque ya traen la nariz puesta y es demasiado grande.