Guadalajara, Jal., 6 de diciembre. En México es urgente que se comience un debate sobre la importancia de una política que reconozca a la cultura como fuente de productividad económica y no sólo como ocio y ornamento, advirtieron especialistas durante la presentación del libro Análisis del Programa Nacional de Cultura 2007-2012, que incluye trabajos de Néstor García Caclini, Eduardo Nivón, Ernesto Piedras, Ricardo Bautista, Lourdes Arizpe y Enrique Florescano.

¿Cuántas veces nos hemos preguntado el valor de la cultura en México? No me refiero estrictamente al valor que tiene ni al bagaje cultural que pueda reunir nuestro territorio, sino al valor que, mediante las acciones políticas, nuestros gobernantes confieren a la cultura, pregunta García Canclini en la introducción del texto, coeditado por la Cámara de Diputados y el Centro de Estudios Estratégicos de la Universidad de Guadalajara.

En la presentación, el ex legislador Alfonso Suárez del Real, quien se desempeñó como titular de la comisión de Cultura de la Cámara de Diputados, recordó que el país cuenta ya con un nuevo derecho constitucional, que es el acceso a la cultura. Al elevar a rango de derecho constitucional a la cultura debió servir de acicate a la administración federal para reorganizarse en función de esa nueva disposición. Sin embargo, hace unas semanas el gobierno de Felipe Calderón intentó reducir en 3 mil 165 millones de pesos el presupuesto a la cultura, lo que fue revertido y se logró la ampliación necesaria para ubicarse en 11 mil millones 798 mil pesos.

Necesitamos “un gobierno que reconozca el carácter productivo de los creadores. En Reino Unido, la primera reacción a la recesión fue invertir más en cultural, porque además de los componentes de bienestar y económico es una actividad macroeconómica. Dijeron: ‘invirtamos más, porque hay empleo y divisas’”.

Inti Muñoz, también integrante de la Comisión de Cultura de la legislatura antepasada y titular del Fideicomiso para el Centro Histórico, dijo que en el país no se cumple la definición de la Organización de Naciones Unidas para la ducación, la Ciencia y la Cultura, en el sentido de que el tamaño de la política cultural de un país y sus instituciones culturales son reflejo de la solidez y de la salud de una democracia. Evidentemente, estamos en un problema; aunque reconoció que la política cultural nacional sí está en proceso de evolución, ya que se ha desatado desde la sociedad, desde el ámbito ciudadano y desde el Congreso, mas no a partir del Estado.

Identificó como uno de los principales problemas la falta de diálogo. No hay debate, salvo en casos como éste (la presentación del libro), y no hay consensos. La construcción de esos consensos se vuelve una tarea fundamental y una debate democrático.