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Íñigo Guevara atribuye esa situación a negligencia política, sobre todo a partir de 2000

Lamentable, el estado de la Fuerza Aérea Mexicana: experto en seguridad nacional
 
Periódico La Jornada
Lunes 7 de diciembre de 2009, p. 7

La Fuerza Aérea Mexicana (FAM) recibió en 2000 la orden de incrementar su participación en el combate al narcotráfico, lo que se tradujo en más misiones, más vuelos y mayor desgaste de nueve aviones de combate F-5, 182 avionetas Cessna y 40 aviones Pilatus y Hércules C-130, que constituyen la columna vertebral de la aviación militar y cuentan con más de 30 años de servicio.

Desde entonces la situación ha empeorado, al grado de que México no tiene capacidad para reaccionar ante cualquier eventualidad, ni para garantizar la seguridad de sus intereses e instalaciones estratégicas, afirma Íñigo Guevara, maestro en seguridad nacional por la Universidad Georgetown y autor de libro Latin American Fighters, quien describe en su obra y en entrevista con este diario el lamentable estado de la FAM, que atribuye a negligencia política y a la histórica falta de interés por la situación de las fuerzas armadas en el país.

Como ejemplo de la incapacidad de los aviones mexicanos, Guevara comenta que los ejércitos latinoamericanos cuentan en total con unos 650 jets de combate, de los cuales Brasil encabeza la lista, con 164; Argentina, 92; Chile, 74; Ecuador, 62 y Perú, 59. México tiene nueve, uno más que El Salvador y cinco menos que Bolivia.

El especialista advierte sobre la necesidad de que México cuente con al menos un escuadrón completo (12 a 18) de aviones de combate de primera línea nuevos, capaces de responder a cualquier emergencia. Por simple doctrina de defensa, un país como el nuestro, con más de 100 millones de habitantes y más de dos millones de kilómetros cuadrados, debe contar con este material.

Los jets de combate son armas estratégicas y de disuasión, y un país del tamaño del nuestro debe tener las herramientas necesarias para reaccionar ante una situación imprevista. En suma, debemos tener una fuerza suficiente, moderna y preparada.

En su libro, Guevara explica que en la historia de la aviación militar nuestro país sólo ha contado con dos tipos de jets de combate.

En 1961 comenzó a adquirir jets T-33, hasta sumar 40, los cuales, por su capacidad de combate y velocidad, fueron destinados a las bases aéreas de Mérida, Yucatán; Tuxtla Gutiérrez, Chiapas, e Ixtepec, Oaxaca, hasta que fueron dados de baja en 2007, sin que a la fecha hayan sido remplazados.

En diciembre de 1982 arribaron los 12 aviones de combate más modernos con que ha contado nuestro país: los F-5, con un costo total de 110 millones de dólares.

A pesar de su gran versatilidad para ser usados en acciones antidrogas y para la intercepción de vuelos ilegales relacionados con el tráfico de estupefacientes, el uso de los F-5 –según fuentes militares consultadas– es limitado, debido a sus altos costos de operación.

Guevara señala que a la fecha existen nueve F-5. De éstos, sólo cinco están en capacidad de operar; dos están destinados exclusivamente a atender alguna emergencia en el valle de México y dos más están en mantenimiento.

El especialista considera que además de la necesidad de renovar los aviones de combate, urge remplazar las 182 avionetas Cessna que son utilizadas para detectar cultivos de droga; y los Pilatus PC-7 y PC-9, que son básicamente de entrenamiento y tienen más de 30 años de servicio, cumplen misiones de vigilancia y patrulla aérea sin haber sido construidos para esas misiones.

Llama la atención sobre la posibilidad de que la FAM y la Armada de México volteen hacia los aviones no tripulados –que ya son evaluados en forma experimental por ambas instancias– para que sean utilizados en la detección de plantíos ilícitos y para vigilancia.

El especialista señala que las recientes adquisiciones de helicópteros y aviones de transporte de tropas –parte de éstos producto de la Iniciativa Mérida– no resuelven el problema, porque están destinados al transporte de tropas.

Señala que la FAM está por recibir cinco helicópteros Bell 412 EP –que son parte de dicha iniciativa–, además de seis helicópteros EC 725 adquiridos con fondos propios, al igual que un avión de transporte mediano CASA 295.

No obstante, aclaró que este equipo es insuficiente para sustituir los aviones Hércules de la FAM, que ya tienen más de 40 años de servicio y que en fecha próxima deberán pasar a retiro.