Acceso al agua o terrenos fértiles, algunas de las causas del conflicto entre los pobladores
Martes 9 de marzo de 2010, p. 25
Lagos, 8 de marzo. Los atacantes llegaron la madrugada del domingo armados con fusiles y machetes. ¡Alá es grande!
, gritaban los nómadas musulmanes de la etnia fulani hausa que abatieron a los habitantes de tres pueblos cristianos en el centro de Nigeria, según algunos sobrevivientes.
Más de 500 víctimas mortales han contado hasta ahora las autoridades locales del estado de Plateau, donde estallaron los disturbios de índole religiosa, otra vez cerca de la ciudad minera de Jos. La mayoría de muertos son mujeres y niños.
La violencia entre cristianos y musulmanes despierta abruptamente al país más poblado de África, de 146 millones de habitantes, de un sueño sobre la armonía entre ambos grupos religiosos, que representan cada uno a 50 por ciento de la población.
Especialmente preocupante es que los disturbios ocurren cada vez en lapsos más cortos. Los últimos enfrentamientos de este año tuvieron lugar en enero y dejaron más de 300 muertos en Jos y localidades aledañas, a causa de la destrucción de una vivienda en 2008.
Hace algunas semanas sólo la rápida intervención de tropas del gobierno estacionadas en la región impidió nuevos choques, después de que un grupo de jóvenes cristianos atacó una marcha fúnebre. Los musulmanes querían enterrar a un niño en un cementerio reclamado por ambos bandos religiosos.
Todavía se desconoce la causa de la nueva matanza. En general, los atacantes pueden contar ampliamente con la impunidad. Aunque el presidente interino, Goodluck Jonathan, anunció ya en enero que los responsables de la matanza de entonces serían castigados, hasta ahora nadie ha sido acusado formalmente ni siquiera por la primera gran matanza de 2001, que dejó más de mil muertos.
Plateau está justo en el límite entre los territorios del sur, de mayoría cristiana, y el norte musulmán. Ambos grupos religiosos cuentan con una representación más o menos similar en el estado central nigeriano.
Los fulani hausa, originarios de Jos, se sienten presionados por la llegada de los cristianos. Las causas reales del conflicto suelen ser el éxito económico del otro, la competencia por el acceso a las fuentes de agua o los territorios fértiles para la agricultura y el ganado.
Debido a las proporciones étnicas de su población, Nigeria intenta mantener un equilibrio de fuerzas para que ningún grupo pueda dominar al otro. En la jefatura de Estado, por ejemplo, se alternan el poder un cristiano y un musulmán.
Un año antes de las elecciones presidenciales, ese equilibrio empieza a desplomarse también por ese flanco. Debido a una larga enfermedad del presidente constitucional, el musulmán Umaru Yar Adua, el cristiano Jonathan ocupa como su segundo
el cargo desde hace algunas semanas. Los líderes musulmanes del norte observan la situación con desconfianza y advierten contra un posible dominio de los cristianos.