Claxonazos e insultos, el denominador
Automovilistas no estaban enterados de obras
Miércoles 17 de marzo de 2010, p. 39
Caótico resultó el cierre parcial de Insurgentes. Recorrer menos de dos kilómetros, de Paseo de la Reforma a Álvaro Obregón, llevó a algunos automovilistas hasta 30 minutos antes de las 9 horas, pues las desviaciones del tránsito por las calles Nápoles y Monterrey fueron insuficientes para aligerar la carga vehicular.
Los claxonazos y mentadas de madre no cesaron durante la mañana, pero al mediodía crecieron ante el paso de simpatizantes del Sindicato Mexicano de Electricistas, custodiados por patrullas y camionetas de la Secretaría de Seguridad Pública, que implicó el cierre intermitente de Paseo de la Reforma e Insurgentes.
No conformes con abrir más hoyos en la ciudad, tenemos que aguantar el cierre a la circulación por estas marchas que no conducen a nada
, comentó Joel Hernández, conductor de una camioneta de víveres, quien buscaba cómo atravesar la glorieta de Insurgentes para entregar su mercancía en un restaurante de la Zona Rosa.
Situación similar vivieron ayer cientos de automovilistas que circulaban en Insurgentes con dirección sur-norte, que no estaban enterados del inicio de las obras de repavimentación del carril confinado del Metrobús. Cómo iba a saberlo si aproveché el puente largo para salir de esta ciudad de locos
, señaló María Teresa Juárez, al no poder ingresar al estacionamiento de la empresa donde labora.
Con poner unos cuantos letreros a ras del suelo en la lateral de Reforma, las autoridades creen cumplir con su obligación de informarnos, pero no es así, y ahora tenemos que perder varios minutos en llegar a la escuela y mañana vamos a ver cómo nos va, porque dice el policía que cerrarán todo. De verdad que este gobierno no tiene madre
, comentaron estudiantes de una escuela privada ubicada en Reforma y Nápoles.
Mientras, peatones tuvieron que cruzar Insurgentes entre trafitambos, bloques de plástico y el concreto levantado, lo cual provocó algunos tropezones y rompimiento de tacones, al quedar atorados las zapatillas entre las piedras, por lo que los bandereros distribuidos en la zona de obras no se salvaron de recibir reclamos o insultos de las afectadas.