Decenas de reconocidos fotógrafos, muchos de ellos a escala mundial, como Sebastião Salgado, Graciela Iturbide, Abbas, Mary Ellen Mark, Luis González Palma y Martin Parr, así como de Francisco Toledo, donaron unas 70 obras para una subasta en solidaridad con los damnificados de los terremotos en Haití, donde las necesidades y la tragedia siguen siendo inmensas, aunque el país caribeño haya salido de las primeras planas de los diarios.

Otras obras a subastar son también de célebres fotógrafos como Pedro Meyer, Enrique Bostelmann, Paulina Lavista, Carlos Jurado, Rodrigo Moya, Gabriel Figueroa Flores, Francisco Mata Rosas, Pablo Ortiz Monasterio, Adrián Bodek, Maruch Santiz, Laura Cohen, Jill Hartley, Bela Limenes, Lois Faurer y Jessica Lange, algunos de ellos cuyo trabajo fue donado por galerías como la López Quiroga, Patricia Conde y Rose, ésta de California.

Con la intención de que la subasta sea anticonvencional, la puja será conducida por el actor Daniel Giménez Cacho, la editora Déborah Holtz, la diseñadora Cristina Faesler y el museógrafo Marco Barrera, se realizará hoy a las 7:30 de la noche, en el Museo Archivo de la Fotografía (Guatemala 34, Centro Histórico), y concluirá con intervención de un grupo de son cubano.

Los recursos recaudados en la subasta, que se llama Imágenes para un mañana, se entregarán a la organización internacional humanitaria Médicos Sin Fronteras (MSF), iniciativa independiente con un trabajo de dos décadas en Haití y presencia en 65 países, ganadora además del Premio Nobel de la Paz en 1999.

Esta es una idea para paliar en algo la tragedia en el país más pobre de América, agravada por la llegada de las lluvias. El balance tras el sismo es de unos 250 mil muertos, decenas de miles de heridos y huérfanos, y millones sin vivienda.

Tragedia que, de algún modo, se convierte en paradoja, al recordar, como lo hizo el fotógrafo Jorge Ávila, principal impulsor de la subasta por Haití, que éste fue el primer país en el mundo en abolir la esclavitud y el primero en el continente en lograr su independencia.

Pueblo deseoso de un mañana

El anuncio de la subasta se hizo hace unos días por Ávila, Estela Treviño, directora del Museo Archivo de la Fotografía, y Guadalupe Lozada, encargada de Patrimonio Histórico y Artístico de la Secretaría de Cultura del Gobierno del Distrito Federal, además de Liesbeth Aelbrech, representante en México de MSF.

Aelbrech, quien estuvo casi un mes en Haití, dijo que las necesidades de ese país siguen siendo inmensas y destacó la enorme solidaridad de los haitianos con sus conciudadanos en desgracia.

Por ejemplo, subrayó, los haitianos que trabajan en MSF, también afectados en sus bienes, ignoraron su contingencia personal y, continuaron su labor de ayuda. No es fácil la sobrevivencia allá, pero se trata de un pueblo que quiere un mañana, agregó Aelbrech, quien además se mostró impresionada por la solidaridad de los mexicanos con Haití.

Informó sobre las actividades de MSF en ese país del Caribe a dos meses de los sismos y dijo que trabajan con 3 mil 500 personas, casi todos haitianos, que han tratado 55 mil pacientes, practicado 3 mil 800 cirugías y efectuado 22 mil 800 consultas sicológicas.

Agregó que mantienen mil 300 camas, 16 quirófanos, 26 centros de salud y cuatro clínicas móviles en 20 emplazamientos en el país caribeño, además de construir plantas de potabilización de agua y letrinas, así como distribuir tiendas de campaña a 10 mil 500 familias que perdieron sus viviendasy 18 mil paquetes de higiene y cocina.

Se había dicho que lo recaudado también sería para que MSF enviara ayuda a Chile tras el terremoto y el tsunami recientes, pero Aelbrech explicó que ya se envió un grupo de 20 médicos y reportaron que las necesidades en el país sudamericano no son tan apremiantes como en Haití, debido a su mayor infraestructura, organización y recursos propios.

Jorge Ávila comentó que los fotógrafos mexicanos están sensibilizados ante la tragedia haitiana, porque muchos vivieron los sismos de 1985 en la capital del país. Su respuesta ante la subasta, agregó, fue espléndida y los galeristas, museos y coleccionistas particulares se verán ampliamente recompensados porque las obras son magníficas.