Adelantándose a los resultados de la auditoría ordenada por el Vaticano en marzo del año pasado, Álvaro Corcuera, director general la Legión de Cristo, plantea en una carta dirigida expresamente a esa orden y a su brazo laico, el Regnum Christi, que quizá nunca llegue a comprenderse por qué “Dios eligió un instrumento así –a Marcial Maciel– para poner en pie” esta congregación.

Sobre su actuación y la responsabilidad que le corresponde en estos hechos, Corcuera señaló que intentó actuar con la mayor pureza de intención y la máxima prudencia; admite no ser infalible pero sí que es indudable que Dios sabe escribir recto sobre renglones torcidos.

En la misiva, difundida simultáneamente al comunicado en el que la congregación admite la pederastia de Maciel y su paternidad de al menos tres hijos, el sacerdote afirma –luego de 13 años de las primeras revelaciones– que el repentino desvelarse de algunas facetas de la vida de nuestro fundador que no correspondían para nada a lo que nosotros vivimos a su lado, nos tomó a todos de forma totalmente inesperada. No estábamos preparados para ello.

Define como natural que en este proceso de afrontar la realidad histórica y sus consecuencias, cada legionario ha seguido un recorrido propio de acuerdo con su sensibilidad, su trasfondo cultural y su cimentación espiritual. Enseguida, y como lo señala reiteradamente a lo largo de nueve cuartillas, pide cerrar este capítulo de nuestra historia e iniciar uno nuevo, y anuncia entonces un relanzamiento institucional de la congregación.

¿Por qué la Legión y el Regnum Christi no podrán presentar la figura del fundador igual que otras congregaciones y movimientos?, se plantea y traslada la respuesta a Dios, que es más sabio que nosotros.

El director general de la congregación insiste en que no estaba enterado de los actos del fundador pero se acoge a un texto del catecismo, según el cual Dios puede sacar un bien de las consecuencias de un mal, incluso moral, causado por sus criaturas.

La legión, dice, permanece a la espera de los resultados de la visita apostólica ordenada por el Vaticano, cuya fase operativa ha concluido indudablemente. Anticipa que aquellos tardarán aún varios meses, pero mientras tanto queremos ponernos en marcha, remprender nuestro camino con fe y humildad...

En lo que algunos podrían calificar como un intento de control de daños en la legión, Álvaro Corcuera les dice que por encima de todas las vicisitudes que configuran nuestra historia pasada, la Providencia divina es quien realmente dirige nuestro destino.

Desglosa que en medio de esta situación, la legión ha buscado tomar cada decisión y dar cada paso en la presencia de Dios y tratando de discernir cómo actuaría Jesucristo. No obstante, reconoce: no soy infalible, no sé si he acertado.