Con tres exposiciones y una instalación, desde ayer el Museo Rufino Tamayo Arte Contemporáneo abrió nuevamente sus puertas al público. La reapertura formal se llevará a cabo hoy al mediodía, con una serie de actividades en la explanada del recinto.

Del jardín secreto del sueño (fotografías y video), de Joachim Koester; Indicaciones para otro lugar (video), de Adrià Julià; Hacia la barriga de un pichón (colectiva con piezas del acervo), y Future tense, instalación de Claire Fontaine, son las muestras que el público puede apreciar en la única sección del recinto que fue abierta, la otra permanecerá cerrada hasta que se concluyan los trabajos de ampliación.

Con las exposiciones de Koester y Julià se inicia la serie Microhistorias y Macromundos, concebida como crónicas paralelas a las versiones oficiales de acontecimientos históricos diversos. De acuerdo con la curadora Magali Arriola, la serie contrapone una cronología construida frente a la recuperación de la memoria, misma que no se limita a una lectura unívoca del pasado, sino que supone una pluralidad de tiempos y abre la posibilidad de esbozar consecuencias alternativas de los hechos.

Contracultura y referencias diversas

Del jardín secreto del sueño es la más extensa y llamativa de las exposiciones con que reabre el Tamayo. Las fotos y los tres videos hacen una aproximación a expresiones diversas de lo que genéricamente cabe en la categoría de contracultura, tomando como base referentes literarios (Thomas de Quincey, Charles Baudelaire), filosóficos (Emmanuel Kant), antropológicos (Carlos Castaneda y el chamanismo) e incluso sicológicos.

Uno de los videos recrea, por ejemplo, movimientos corporales basados en los pases mágicos descritos por Castaneda en su libro póstumo así titulado. O un grupo de fotos sigue las famosas caminatas de Kant por los alrededores de su casa en el pueblo de Kaliningrado.

Otro conjunto son fotos de plantas enanas de marihuana, desarrolladas en los años 80 del siglo pasado mediante injertos e intervenciones genéticas, como respuesta a las acciones punitivas de Ronald Reagan contra los productores caseros de la hierba en Estados Unidos.

Un grupo más de fotos corresponde al rancho Barker, set cinematográfico olvidado en medio de un paisaje agreste donde se escondían Charles Manson y sus adeptos, tras el asesinato de la actriz Sharon Tate y otras personas, en Los Ángeles. Al respecto, Joachim Koester señala en la cédula adjunta que el fiscal que llevaba el caso usó fotos del rancho (“incrustadas en la mitología del western y la frontera”) como prueba circunstancial contra Manson. Lo que ahora hace Koester es indicar el vínculo, rara vez mencionado de la Familia (Manson) con el pasado histórico americano de expansión y de individualismo tenaz, puesto en escena en un paisaje sobrecargado de violencia.

Julià, por su parte, rastrea y documenta las ruinas y los restos de las comunidades de falansterios, seguidores del utopista francés Charles Fourier, quienes dejaron Europa, que representaba los males de la civilización, y vinieron buscar en suelo estadunidense un cambio en el orden social a partir de la liberación de las pasiones humanas.

Propuesta como acercamiento al acervo del Museo Tamayo y curada por Raimundas Malasauskas, Hacia la barriga de un pichón pone a la vista del público 24 obras de autores diversos. Una singularidad de la muestra es que se despliega en un espacio que reproduce, a escala reducida, las seis salas del lado este del Museo, la que fue cerrada para llevar a cabo los trabajos de ampliación.