Opinión
Ver día anteriorSábado 24 de abril de 2010Ver día siguienteEdiciones anteriores
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Incendio en casa
N

ada peor que un incendio en casa. Pero sí, hay algo peor si ante la puerta, además, hay un tumulto que nos quiere despojar. ¡Para dónde hacerse! ¡A quién proteger, qué salvar! Terrible dilema, que sería el dilema de Calderón si él quisiera enterarse de lo que pasa, si él y sus taumaturgos dejaran la ofuscación que los afecta y desistieran de ese extravío de que están haciendo bien las cosas. Pero no, la ceguera y la sordera los dominan. Pésima noticia por su grave responsabilidad.

Los Pinos es una coladera, lo sé muy bien, todo se cuela, hasta las intimidades de la familia real. El esquema de seguridad y confidencialidad que operaba fue dislocado por Fox y su ignorancia al establecer sus cabañitas y hacer de la residencia principal un área de oficinas. Hoy todo mundo accede y se pasea por donde se le ocurre. Es así que, gota a gota, va tomando consistencia el saber cómo es la situación caótica que se vive dentro. De cómo el gobierno en su máximo nivel se desquebraja, se desmorona ante las codicias y arrebatos personales y la falta de orden. Todos opinan de todo, se inmiscuyen vía resentimientos y ambiciones en cualquier terreno ajeno.

Aprovechan esa adicción que se ha generado por parte de Calderón a las guitarritas, boleros y otras cosas provistas por el almirante, así como el haber caído en sumisiones sicológicas inexplicables que dadas las últimas decisiones sobre espacios de poder, veremos adónde lo llevan.

Hay colaboradores de una enorme prudencia, como el general Galván, que tienen que sobrellevar además del amargo deber de obediencia, invasiones de su espacio como la del conjunto Altitude en Cuernavaca, que se dio con la total anuencia presidencial y que produjo homicidios todavía en la impunidad, el de una respetable madre de familia más otros tres civiles. A ellos habría que agregar el ametrallamiento de toda la familia de un marino participante que el almirante, siempre en su exhibicionismo, ventaneó.

Hay funcionarios de gran conocimiento, experiencia y honestidad intelectual a toda prueba, como Tello Peón, que siendo insustituible tiene que soportar el cerco que se ha formado contra él, incitado principalmente por la animadversión propia de un ser muy menor del que un día fue su subordinado, cuando éste no era más que, como sigue siendo, un simple policía engallado.

Está quien debiera poner orden si su puesto no hubiera sido minado sistemáticamente desde tiempos de Fox, el secretario de Gobernación. Abogado culto y vigoroso, pero que ha tenido que cargar, además de un amigo majadero, con su inexperiencia y chocar con intereses e influencias ya predeterminados. Por otro lado, un inexistente procurador que se limita a observar y cargarse por donde siente que el viento sopla. No está ausente el supuesto proveedor de inteligencia que, una vez más, ante la falta de definiciones, está en perpetuo conflicto con Sedena, Semar y SSP.

¡No se puede gobernar así! Se demanda ya de un manotazo en la mesa y en voz alta proferir, como lo hizo de manera vernácula otro presidente: Señores, cada chango a su mecate, y de paso corrió al secretario de Marina.

Cualquiera que posea un poco de experiencia en los altos niveles de una administración, pública o privada, sabe del siempre presente conflicto de opiniones entre los miembros de un grupo colegiado. Se promueven y se toleran para dar paso a una discusión constructiva, enriquecida por la pluralidad de enfoques, pero siempre con reglas no escritas y límites a respetar. Mayor pecado es llevar esto a enfrentamientos personales y, peor aún, a choques entre instituciones, cosa que se está extendiendo para infortunio nacional.

Todo esto y más que esté sucediendo en Los Pinos escurre a la calle desde sus muros. No hay infidencia, esto y más es vox populi dentro de ese encumbrado recinto. La duda angustiosa es: ¿aguantarán así las cosas y adónde nos llevarán?