Gorillaz
Post-Vive
Otaola
o que comenzó como pasatiempo alterno para Damon Albarn, líder de la banda inglesa de brit-pop, Blur, se fue convirtiendo en uno de los proyectos más audaces y divertidos de la década reciente, amén de que le ha merecido gran respeto como compositor y productor, pero sobre todo como orquestador y concitador de talentos y primeras figuras, capaz de ir más allá de lo que parecían sus límites creadores. Quizá el que Gorillaz sea una propuesta virtual que hace las veces de banda sonora de una cuarteta de personajes animados le haya dado gran libertad para mezclar sonidos y géneros en apariencia disímiles, así como para invitar a quien sea a producir, tocar, cantar o rapear, al tratarse de un espacio abierto, de fantasía, que busca hacer que las celebridades se liberen de su renombre, su rostro, y así dar vida a un imaginario sin espacio ni tiempo.
Si bien su debut Gorillaz (2000) fue contundente, Demon Days (2005) lo superó en calidad, al ponerse más oscuro en su sonido, y en las visiones apocalípticas. Sin embargo, luego de aquél, Albarn declaró que no editaría más álbumes de Gorillaz. ¿Truco de marketing? Sí. Porque de pronto arribó Plastic Beach (2010), una maravilla fonográfica del pop contemporáneo.
En principio, Albarn rinde tributo a quienes admira, para incluirlos en su disco. Mucho hip-hop, pero también mucha tonada agradable, entre una ristra de sonidos cambiantes que igual provienen de tecladitos Casio de los años 80 que de la Orquesta Nacional Libanesa de Música Árabe Oriental, el Hypnotic Brass Ensemble (por él montado) o la Sinfonía Viva. Asimismo, señorones del rock y anexas hacen lo suyo: Lou Reed, Mark E. Smith (The Fall), el soulero Bobby Womack, Mick Jones y Paul Simonon (ambos de The Clash), o el cantante de Super Furry Animals, Gruff Rhys; raperos de sucia alcurnia como Snoop Dog, De la Soul y Mos Def, o electrobandas del momento, como Little Dragon.
Y aunque esta playa plástica (que en inglés suena también a plastic bitch
) continúa con las visiones cáustico-futuristas (cyborg-bajistas, cantantes secuestrados, islas hechas de basura), aunque también pacifistas (White Flag, con música del Medio Oriente de fondo), suena más colorido, sobre todo en sus líneas vocales, ya sea provenientes de las gargantas invitadas o del mismo Albarn. La diversidad de timbres y arreglos, que llevan del ensueño a la pesadilla, hacen de éste un disco que va sorprendiendo a cada track, con ánimos y atmósferas igual de diversas e imaginativas. En cuanto a forma, la producción suena plástica como el título, infestada de detalles electrónicos y orquestales, sutiles, nunca fatigosos; pero en cuanto a fondo, tal diversidad, lejos de dar la sensación de ser una pedacera, va cobrando sentido como una narrativa musical redonda, conclusiva. Albarn deja ser a sus convidados y aprovecha sus virtudes naturales para hacerles participar gozosos de esta aventura, antes que nada lúdica. Sin duda, una de las mejores grabaciones del caluroso año que corre. Regalazo en su día a esos que empezaron siendo fans de niños y ya tienen 20.
Un Panteón muy vivo
El Vive Latino, consolidado por su maravilloso público, así como por el talento musical creciente del rock creado donde se habla español, vivió el pasado fin de semana un episodio especial, pleno de propuestas fuera de lo comercial. Como entrañable fenómeno conciliador del mayor número de voces, gustos y estratos, el triunfo fue para el ska-fusión del combo mexicano Panteón Rococó, banda con gran conciencia popular y crítica al poder. Cercanos estuvieron Celso Piña y Calle 13. Por ahí siguieron Los Tres y el show acústico de Julieta Venegas, con su pancita maternal. Igualmente, la calidad se concentró en otros de menor relumbrón: Calexico, Klezmerson, Craneo de Jade, Liber Terán, Corcobado, Nacho Vegas, Pedro Piedra, Furland, Paté de Fuá, Juan Pablo Villa, Rodrigo y Gabriela, Ely Guerra. La alegría fulguró con Enjambre, La Banderville, Astro, Los Odio, Polka Madre, Empire of the sun, Banda de Turistas, Cecilia Toussaint, Silverio. Bandas como Deftones o Ska-P resultaron anquilosadas y enfadosas. Setenta mil asistentes, abiertos a lo menos conocido, cual amos y señores del festival, de nuevo probaron ser (por encima de disqueras, managements o estaciones de radio) el verdadero termómetro de nuestra modesta escena musical. Larga existencia a esta sobreviviente gesta.
Ayuda económica
Alejandro Otaola, brillante guitarrista, ex integrante de Santa Sabina y La Barranca, actual músico de San Pascualito Rey, y titular del proyecto experimental Fractales, está hospitalizado y su familia solicita apoyo económico a quienes deseen ayudarlo. Ha salido de terapia intensiva, tras una insuficiencia respiratoria, pero sigue internado. Detalles sobre la cuenta bancaria en www.alexotaola.com. (Fiestas del fin de semana en: www.patipenaloza.blogspot.com)
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