La ceremonia rubricó los festejos por el vigésimo aniversario de La Jornada de Oriente
Jueves 10 de junio de 2010, p. 4
Puebla, Pue., 9 de junio. Vivencias y convivencias, genialidades y malhumores y, sobre todo, la obra de Héctor Azar fueron revividas el pasado fin de semana por amigos y familiares del dramaturgo fallecido hace 10 años, quienes recordaron el paso de uno de los hombres claves en el campo de la dramaturgia nacional.
Una tarde con Héctor Azar fue la última actividad que realizó La Jornada de Oriente como parte de los festejos por su vigésimo aniversario.
Participaron el director de la publicación, Aurelio Fernández, acompañado por Eduardo Merlo, arqueólogo del Instituto Nacional de Antropología e Historia; Horacio Reiba, colaborador del periódico; Alfonso Atala, sobrino de Héctor Azar, y Mayte Colchero, académica, quien leyó la semblanza que fue pronunciada el 11 de diciembre de 1991, cuando la Universidad Autónoma de Puebla invistió al dramaturgo con el doctorado honoris causa.
Azar fue un amigo, un profesional y ante todo un hombre generoso
, recordó Colchero. Dijo además que se destacó como docente, promotor cultural, académico, escritor, ensayista y columnista en revistas y periódicos.
Sobre su dramaturgia, refirió que Azar revitalizó el arte escénico al captar la atención general mediante temáticas populares, las cuales traducía en discursos cultos. Su obra, continuó Colchero, abarcó el teatro clásico y el moderno.
Le gustaba ser barroco
Situados en el escenario del Teatro Universitario Ignacio Ibarra Mazari, los participantes evocaron durante la plática Amigos y discípulos de Azar, acontecimientos que vivieron junto al dramaturgo .
Alfonso Atala, por ejemplo, recordó que la obra del dramaturgo no sólo puede verse en las decenas de textos que escribió, sino también en la vida institucional de Puebla.
Rememoró que Azar instituyó el Festival Palafoxiano, con el cual enseñó el concepto de cultura. Él impulsó la primera ley de gestión de la cultura a escala nacional, además de que atrajo el turismo hacia el estado
.
Héctor Azar ocupaba todo el espacio disponible, por eso le gustaba ser barroco
, definió Aurelio Fernández durante su participación. Recordó que el dramaturgo era un excelente amigo que sacaba la cultura por los poros.
Héctor edificaba amistades; si se lo proponía, dejaba su marca de fuego en todos. Por eso esta tarde estamos aquí, él lo hizo de nuevo: logró reunirnos.
Fernández recordó la ocasión en que Azar, como titular de la Secretaría de Cultura de Puebla, invitó a María Félix a visitar la ciudad.
El descabellado ofrecimiento que le hizo a la Doña fue uno de los peores errores
, señaló con una amplia sonrisa.
Eduardo Merlo, quien en esa época fue parte del séquito de jóvenes que, además de ser sus amigos, compartían con Azar la gestión cultural, rememoró que fue él quien salvó la estancia de María Félix, luego del mal sabor de boca que había dejado la primera noche.
La cena en que se conocieron resultó una verdadera derrota para Héctor Azar: ella le negaba todo, no le correspondía, a sus preguntas las contestaba bruscamente
, enfatizó Merlo.
Además de aquel acto, recordó que Héctor Azar fue un maestro del teatro que era capaz de enseñarlo mediante su plática y la imaginación. Él era el teatro: iba siempre actuando y creando.
Mientras, como titular de la Secretaría de Cultura, expresó Merlo, Héctor Azar fue un funcionario que supo llevar la cultura hasta el último rincón del estado, y durante su gestión rescató la Biblioteca Palafoxiana y creó la sala de exposición de ese recinto.
Para cerrar, integrantes del Centro de Arte Dramático AC y Carlos Azar, hijo del dramaturgo, ofrecieron la puesta en escena de La incontenible vida del respetable Sr. Taca Brown, la cual forma parte de la obra Los diálogos de la clase medium, que incluye En permanente estado de trance y de transa y La causa de la causa: Adán retorna y que, en conjunto, es considerada uno de los textos más divertidos y vigentes del dramaturgo Héctor Azar.