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Lanzada en 2003 por Japón, debió recoger muestras de polvo del asteroide Itokawa

La sonda Hayabusa concluye 7 años de misión con espectacular aterrizaje

Científicos internacionales esperan hallar un dispositivo a prueba de calor de la nave, que cayó en Australia

Creen que ayudará a desentrañar secretos del sistema solar

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Cápsula colectora de muestras, que se desprendió de la nave japonesa y se estrelló en el desierto australianoFoto Reuters
The Independent
Periódico La Jornada
Martes 15 de junio de 2010, p. 8

Sydeny, 14 de junio. Considerando los problemas que plagaron a la sonda espacial japonesa Hayabusa durante su misión no tripulada, que abarcó siete años y 4 mil millones de kilómetros, fue notable que pudiera volver, ya no se diga en forma tan espectacular.

En las primeras horas del domingo una bola de fuego iluminó el firmamento sobre el Nunca-Nunca australiano cuando el Hayabusa se incendió al reingresar en la atmósfera terrestre y liberó una cápsula que se estrelló en el desierto.

Científicos internacionales reunidos en ese remoto lugar del sur de Australia esperaron al amanecer para recuperar el dispositivo a prueba de calor, el cual esperan que contenga polvo que ayude a desentrañar algunos secretos del sistema solar. Fue como una estrella fugaz seguida de un estallido estelar. Fue fantástico, declaró a Reuters un oficial de la defensa.

Lanzada por la Agencia de Exploración Aeroespacial de Japón en 2003, la nave tenía la misión de recoger muestras de un viejo asteroide, el Itokawa, ubicado más allá de Marte, a mil 600 millones de kilómetros. Descendió allá en 2005, pero una letanía de problemas retrasaron tres años su retorno.

El dispositivo recolector de muestras falló, pero los científicos creen que debió de haber recogido granos microscópicos de polvo al descender en el asteroide. Un solo grano podría ser rebanado en más de 100 pedazos y distribuido por todo el mundo para realizar pruebas e investigaciones, según Michael Zolensky, uno de los dos científicos de la NASA que participaron en el proyecto.

Investigadores esperan estudiar cómo y cuándo se formó el asteroide, sus propiedades físicas, y con qué otros cuerpos celestes pudo haber entrado en contacto. La meta es obtener conocimiento fresco sobre el origen y evolución del sistema solar, y también reducir la amenaza de que un asteroide choque con la Tierra.

Durante la misión, que costó 200 millones de dólares, el Hayabusa –halcón en japonés– sufrió fugas de combustible, fallas del motor y mal funcionamiento de sus ruedas estabilizadoras y sus acumuladores eléctricos.

La sonda, del tamaño de un automóvil, también perdió comunicación durante siete semanas. Algunos la llamaron “el equivalente robótico al Apolo 13”, que fue acosado por problemas técnicos, pero logró regresar cojeando a la Tierra tras abortar un descenso lunar.

Algunos tramos de la autopista principal norte-sur australiana, así como su línea ferroviaria transcontinental, fueron cerrados en anticipación al descenso de la cápsula en el campo militar de pruebas de cohetes de Woomera. La mañana del domingo, ancianos aborígenes planeaban acompañar a los científicos a recuperar la cápsula –la cual será enviada a Japón– para cerciorarse de que no hubiera dañado sitios sagrados.

El Hayabusa, primera nave espacial que ha completado un viaje de ida y vuelta a un asteroide, es apenas la cuarta que trae algún material del espacio. Se tomaron muestras en la Luna; durante la misión Génesis de la NASA, en 2004, que recogió partículas de viento solar, y durante la misión Polvo de Estrellas de 2006, que regresó con muestras de un cometa.

Trevor Ireland, geoquímico de la Universidad Nacional de Australia y miembro del equipo, señaló: “No hay nada como ir a la fuente. El Hayabusa ha tomado muestras de un asteroide y pronto tendremos un asteroide de verdad en las manos. Cualquier muestra que venga del Itokawa será un gran premio científico para nosotros”.

El doctor Zolensky aseguró que un solo grano podría arrojar luz sobre las características químicas y mineralógicas de los asteroides. Se pueden hacer cosas increíbles con una muestra así de pequeña. En cuanto a la cuestión del choque de un asteroide con la Tierra, precisó: Si se quiere reducir ese riesgo, es necesario conocer las propiedades físicas de esos cuerpos celestes.

Además de traer polvo del Itokawa, la sonda dejó allá un recuerdo de la Tierra: una placa de aluminio con los nombres de 880 mil personas de 149 países, entre ellos el cineasta Steven Speilberg y el escritor de ciencia ficción Arthur C Clarke, ambos estadunidenses.

© The Independent

Traducción: Jorge Anaya